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con la colaboración de

Acción climática: de las palabras a los hechos

Alejandro Rodríguez Zúñiga, Ana Morales

6 mins - 2 de Diciembre de 2021, 18:51

Han pasado unas dos semanas desde que concluyó la COP-26 o cumbre del clima de Glasgow, donde se ha reforzado la necesidad de aumentar la ambición en relación al cambio climático a nivel global. En el plano de la mitigación, se han lanzado importantes llamadas a la acción por parte de los representantes de los países para reducir progresivamente el uso del carbón y los subsidios "ineficientes" a los combustibles fósiles, mientras que en el plano de la adaptación se anima a los estados desarrollados a duplicar sus fondos para ayudar a los países en desarrollo. También se han producido importantes acuerdos entre naciones. Por ejemplo, China y los Estados Unidos, que conjuntamente son responsables de más del 40% de las emisiones anuales a la atmósfera, han reforzado sus compromisos nacionales en el último año y se han comprometido a cooperar para abordar la crisis climática.

No obstante, es imprescindible que estas promesas y compromisos se traduzcan en objetivos concretos si queremos cumplir con el Acuerdo de París y limitar, así, el aumento de temperatura media del planeta por debajo de los 1,5ºC para finales de siglo. Según la última actualización del observatorio de acción climática, el Climate Action Trackercon las políticas climáticas actualmente en vigor estaríamos en un escenario de aumento de temperatura media del planeta de 2,7ºC a finales de siglo. Si, además, tenemos en cuenta las Contribuciones Determinadas a nivel Nacional (conocidas como NDCs), es decir, los objetivos que se marcaron los países en sus planes climáticos nacionales para 2030 y que son la base para el cumplimiento del Acuerdo de París, el aumento de temperatura sería de 2,4ºC, lejos de los 1,5ºC. Incluso en el mejor de los casos, si las promesas y compromisos de neutralidad climática declarados por los países se llevasen a la práctica, estaríamos en un escenario de aumento de temperatura media global de entre 1,8ºC y 2,1ºC para finales de siglo, poniendo de manifiesto la necesidad de reforzar la ambición y la acción en esta materia.
 
Gráfico 1.- Proyecciones de calentamiento global en virtud de los compromisos climáticos
Fuente: Climate Action Tracker.
 

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Por otro lado, también resulta esencial que los compromisos de reducción de emisiones adoptados por los diferentes países estén sustentados por políticas y medidas que permitan su cumplimiento. La Unión Europea, por ejemplo, lleva tiempo actuando contra el cambio climático, asumiendo objetivos para reducir sus emisiones e intentando que el resto de países se sumen, en la medida de sus posibilidades, a dicho esfuerzo. En 2014, la Unión lanzó el Proyecto de la Unión de la Energía y Acción por el Clima, que incluía el objetivo de reducir las emisiones en 2030 en un 40% en comparación con los niveles de 1990, y en 2020 incrementó sus aspiraciones en esta materia en consonancia con el Acuerdo de París y se comprometió a reducir un 55% sus emisiones netas en el horizonte 2030 y llegar a la neutralidad climática en el año 2050.

En el caso de la Unión Europea, el cumplimiento de los objetivos energéticos y climáticos se basa en que cada uno de los países que la forman establezcan los suyos propios (junto con las medidas para alcanzarlos), correspondiendo a la Comisión Europea confirmar que la suma de los cumplimientos individuales permite el conjunto. Dichos objetivos deben incluirse en los llamados Planes Nacionales Integrados de Energía y Clima (PNIECs) y abarcan las cinco dimensiones de la Unión de la Energía. Los primeros que cubren el periodo 2021-2030 se presentaron a la Comisión a finales de 2019, todavía con el objetivo de reducción de emisiones del 40%, y aunque la suma de los objetivos nacionales definidos en los PNIECs es aparentemente suficiente para alcanzar dicho objetivo, todavía no estaríamos en la senda para alcanzar el nuevo compromiso de reducir las emisiones netas un 55% en 2030.



En este sentido, tan importante es establecer compromisos y medidas concretas como realizar un seguimiento del grado de avance y cumplimiento de los mismos. Por ello, el Observatorio de la Transición Energética y la Acción Climática (Otea) acaba de publicar un estudio que analiza la situación actual de los distintos países de la UE de cara a alcanzar los principales objetivos de sus PNIECs (reducción de emisiones en los sectores difusos, incremento de cuota de renovables y reducción del consumo de energía primaria y final). La metodología empleada en el citado estudio se basa en medir el porcentaje del objetivo logrado por cada país desde el año de referencia hasta el momento (año 2019, último dato disponible), suponiendo que alcanzar el objetivo en 2030 significaría llegar al 100%. Además, siguiendo con los criterios que ha utilizado la Comisión para evaluar individualmente los PNIECs, se ha analizado el nivel de ambición de los distintos objetivos nacionales propuestos como ambiciososen línea o poco ambiciosos).

Tabla 1.- Porcentaje de logro en 2019 de los principales objetivos de los PNIECs y nivel de ambición por objetivo y país
Fuente: elaboración propia a partir de datos de Eurostat y PNIECs.

En este marco, la Unión Europea deberá solicitar próximamente a los estados miembros que presenten en las revisiones de sus PNIECs objetivos más ambiciosos que permitan alinearse con la senda de descarbonización marcada por Europa; principalmente, a aquellos países cuyos objetivos han obtenido calificaciones bajas en cuanto a ambición y/o los que, ya en 2019, se encontraban muy cercanos a alcanzar sus objetivos a 2030. No obstante, el resto de países de todo el mundo también tendrán que presentar nuevos planes climáticos más ambiciosos donde traduzcan sus recientes compromisos en objetivos reales, con políticas concretas, que consigan limitar el incremento de temperatura media por debajo del grado y medio. 
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