La pandemia ha provocado una gran disrupción de nuestros sistemas socioeconómicos. Para responder a la crisis generada, los gobiernos de todo el mundo han puesto en marcha distintos paquetes de medidas y políticas de recuperación con el fin de estimular el crecimiento económico, aliviar el shock sufrido por la economía, crear empleos y apoyar a sectores clave en la lucha contra la pandemia. Algunos de estos paquetes han definido prioridades complementarias alineadas con distintos retos sociales y ambientales. Una de estas dimensiones es la transición energética, por su importancia a nivel político, socioeconómico y ambiental.
En el contexto de la recuperación post-pandemia, es crucial debatir sobre el potencial de estos paquetes de recuperación para favorecer el paso de los combustibles fósiles hacia energías más limpias. Conocer de qué manera se está incentivando este cambio por parte de los distintos estados a través del gasto público es importante para poder dirigir la financiación hacia unas políticas de recuperación que persigan desarrollar economías más resilientes, socialmente justas y bajas en emisiones.
Tanto la magnitud del gasto como los sectores en los que se invierten estos fondos son elementos cruciales que darán forma a las economías y sociedades del futuro, dibujando la senda de actuación y prioridades para los próximos años.
[Recibe los análisis de más actualidad en tu correo electrónico o en tu teléfono a través de nuestro canal de Telegram]
El proyecto
'Energy Policy Tracker' es una iniciativa que busca hacer un seguimiento de las políticas que diversos países e instituciones multilaterales han adoptado para dar respuesta a la crisis provocada por la pandemia desde una perspectiva climática y energética, incluyendo una valoración cualitativa de la alineación de estas políticas con los objetivos de reducción de emisiones acordados a nivel internacional. De este modo, se identifican políticas que tienen efectos en la producción y consumo de energía en distintos sectores (recursos primarios, producción energética, edificación, movilidad y otros), diferenciando si se trata de energías fósiles o limpias y de si se tienen en cuenta requisitos ambientales para reducir su impacto (ver Tabla 1).
Tabla 1.- Clasificación de políticas utilizada por la iniciativa 'Energy Policy Tracker'
Globalmente, los datos de los 31 países analizados en el marco de esta iniciativa muestran que,
desde enero de 2020 se han invertido al menos 883.000 millones de dólares en políticas de recuperación en materia energética, de los que el 41% estarían relacionados con las energías fósiles, el 37% con las energías limpias y el 22% restante con otro tipo de energías (Figura 1). Dentro del grupo de medidas dirigidas a la producción o consumo de energías fósiles, sólo un 7% del total provendría de políticas con algún tipo de condicionalidad ambiental (lo que clasificamos como
fósil condicional). Éste sería el caso, por ejemplo, de programas de apoyo a empresas del sector de la automoción con una serie de requisitos climáticos, como el establecido en Francia para Renault. La mayoría de las políticas, sin embargo, no tendría ningún tipo de condicionante ambiental (lo que denominamos
fósil incondicional), como por ejemplo el rescate dirigido a Lufthansa en Alemania.
En el caso de las inversiones relacionadas con la producción o consumo de energías limpias,
tan sólo el 9% estaría dirigido hacia políticas con un impacto casi nulo en el medio ambiente (lo que clasificamos como
energía limpia incondicional), mientras que en torno al 28% de la inversión total estaría enfocado hacia políticas que, aunque apoyan la transición hacia una sociedad
descarbonizada, pueden tener impactos ambientales negativos (lo que denominamos
energía limpia condicional), como sería el caso del programa de apoyo al transporte ferroviario en China en el que no se requería que los trenes no utilizasen combustibles fósiles. Por último, el resto del gasto total se habría destinado a otro tipo de energías, como la nuclear, los biocombustibles, la biomasa y el biogás de primera generación, entre otros.
Figura 1.- Inversiones públicas en políticas de recuperación de combustibles fósiles, energías limpias y otras desde enero de 2020
Fuente: energypolicytracker.com. Nota: en miles de millones de dólares, a 10 de noviembre de 2021
Analizando el entorno europeo, observamos que existe una mayor inversión en políticas de recuperación relacionadas con las energías limpias (41%) en comparación con las relacionadas con combustibles fósiles (38%) (Figura 2). No obstante, es importante remarcar que el porcentaje dirigido a estas últimas sigue siendo aún muy alto, sobre todo teniendo en cuenta el aumento reciente de la ambición de los objetivos europeos en el horizonte 2030 (paquete
Fit for 55) y la aprobación de los fondos de recuperación
Next Generation.
Si comparamos las inversiones realizadas en los distintos países europeos se puede ver que, en términos absolutos, la inversión en políticas de recuperación con implicaciones energéticas está siendo mayor en Reino Unido y Alemania. Sin embargo, Reino Unido es también el país con un gasto mayor en políticas relacionadas con las energías fósiles. Italia encabeza la lista de países que más habrían invertido en energías limpias.
España es, después de Italia, el país europeo que ha destinado un mayor porcentaje de fondos a políticas relacionadas con las energías limpias: al menos 15.505 millones de euros han sido invertidos en su producción o consumo, lo que representa más del 77% de la inversión total en materia energética (Figura 2). En este ámbito, han destacado principalmente los diferentes componentes del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia dirigidos a las energías renovables, la movilidad sostenible y la eficiencia energética, las políticas de compensación al sector del transporte público o algunas medidas concretas del
Plan de Impulso a la Cadena de Valor del Sector de la Automoción, como el Plan Moves. Por su parte, el apoyo a las energías fósiles representa el 23% de las inversiones realizadas, entre las que se encuentran, por ejemplo, las políticas de apoyo al sector de la aviación.
En cuanto al gasto total en energías limpias, España se encuentra en el 10º lugar en términos absolutos si lo comparamos con el resto de países analizados, pero sube a la cuarta posición considerando el gasto
per capita, que sería de en torno a 329 euros por persona, por detrás de Canadá, Italia y Reino Unido.
Figura 2.- Porcentajes de inversiones públicas en sectores intensivos en energía desde enero de 2020 en los países europeos analizados (izquierda) y en España (derecha) por tipos de energía
Fuente: energypolicytracker.com.
En conclusión, vemos que
globalmente una parte considerable de las políticas de recuperación siguen estando dirigidas a los combustibles fósiles, lo que choca frontalmente con el objetivo de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y frenar el impacto del cambio climático
. Especialmente en este momento de recuperación de las economías, es necesario asegurar que las inversiones tanto públicas como privadas priorizan las energías limpias para alcanzar sociedades 'descarbonizadas' que garanticen el bienestar de la ciudadanía y un futuro sostenible.