¿Sigue siendo importante la clase social en la política? En muchos países de Europa occidental, a primera vista la respuesta puede parecer
no mucho, dado el
declive de la relación, antaño fuerte, entre ser de clase trabajadora y votar a los partidos de izquierda. Sin embargo, estudios recientes realizados por politólogos en varios países sugieren que
la clase sigue siendo importante para la política. Los votantes siguen definiéndose a sí mismos y a los demás en términos de clase. Los de las distintas clases sociales todavía tienden a
diferir en términos de ideología política, aunque los efectos electorales de estas diferencias han disminuido a medida que los partidos mayoritarios han ofrecido plataformas ideológicas más similares al electorado.
También hay
cada vez más pruebas de que la 'propia clase social de los políticos' importa a los votantes. Algunos estudios demuestran que los de clase trabajadora son menos propensos a apoyar a los partidos de izquierda cuando éstos reclutan menos políticos
con antecedentes profesionales de clase trabajadora.
Otras investigaciones muestran que, aunque los electores en general no son más o menos propensos a apoyar a un candidato político con una carrera de clase trabajadora en comparación con otro con una carrera de clase media, los votantes de la primera son más propensos a apoyar al candidato con una trayectoria de clase trabajadora.
En
una investigación recientemente publicada, utilizamos experimentos con encuestas para aportar nuevas pruebas sobre el interés por el origen de clase de un político. En particular, nos centramos en las reacciones de los electores a las
raíces de clase de un político, es decir, la clase ocupacional del hogar en el que creció. Se trata de un marcador de clase menos inmediato que el tipo de trabajo que desempeñaba un político justo antes de entrar en política. Si también afecta a las evaluaciones de los votantes, esto subraya aún más la importancia de las consideraciones de clase en la política contemporánea. Además, hay razones para creer que las raíces de clase de los políticos pueden ser importantes para los votantes. Aquéllos suelen hacer hincapié en sus orígenes humildes y de clase trabajadora, y es evidente que piensan que esto les resultará útil. La
investigación existente también muestra que los votantes utilizan el origen de clase de un político para hacer conjeturas más informadas sobre su probable ideología.
En una primera serie de experimentos, nos propusimos comprobar si, más allá de utilizar las raíces de clase para
adivinar la ideología de un político, los votantes son generalmente más favorables a los de ciertos
orígenes. Encuestamos a muestras representativas de votantes en tres países de Europa Occidental: Gran Bretaña, Alemania y Austria. En cada país, presentamos a los encuestados parejas de hipotéticos diputados y les pedimos que valoraran, en una escala de 1 a 7, lo satisfechos que estarían de ser representados por cada uno. Al variar aleatoriamente las raíces de clase de los políticos que veían los encuestados, pudimos evaluar cómo los diferentes tipos afectaban a las evaluaciones. En concreto, variamos las ocupaciones de la madre y el padre de un político, que podían ser
de clase trabajadora (por ejemplo, obrero de una fábrica o dependiente de una tienda),
de clase media-baja (por ejemplo, secretaria o agente comercial) o
de clase media-alta (por ejemplo, médico o empresario). Además, variamos la ocupación del político inmediatamente antes de convertirse en diputado. Esta variable se restringió a las ocupaciones de clase media, para que fueran las típicas de los diputados contemporáneos en los países estudiados.
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También modificamos de forma independiente otras características de los políticos que veían los encuestados, como la afiliación a un partido, la posición ideológica dentro del mismo, el género, la procedencia regional, el enfoque nacional frente al local y la disposición a disentir de su partido político. Esto nos permitió calibrar mejor la magnitud de los efectos de las raíces de clase en comparación con estos otros rasgos. Proporcionar a los encuestados información explícita sobre el partido y la ideología también reduce la probabilidad de que los efectos del arraigo de clase del político en las evaluaciones de los votantes reflejen simplemente las conjeturas de éstos sobre la ideología del político.
Esta primera ronda de experimentos reveló diferencias en las reacciones de los votantes a las raíces de clase de los políticos en los tres países que estudiamos. En el caso de Austria, no encontramos pruebas claras de que los electores los evaluaran de forma diferente en función de sus raíces de clase. Sin embargo,
en Gran Bretaña y Alemania encontramos pruebas contundentes de que los votantes sí se preocupan por esas raíces y tienden, por término medio, a preferir a los políticos con orígenes más humildes. En ambos países, los ciudadanos valoraron mucho más a los políticos cuando éstos tenían padres de clase trabajadora que cuando los tenían de clase media-alta. La magnitud de la diferencia en las valoraciones medias dadas a los políticos con raíces de clase trabajadora frente a los de clase media fue algo menor que las diferencias por afiliación partidista, pero fue mucho mayor que las diferencias medias por género del político, y de tamaño similar a la diferencia media en las valoraciones de un político con un origen local y otro que se ha trasladado recientemente a la zona del votante.
¿Qué explica la preferencia media de los votantes británicos y alemanes por los políticos de raíces más humildes? Para empezar a responder a esta pregunta, realizamos una segunda ronda de experimentos con muestras representativas de electores de ambos países. Estos experimentos se diseñaron para desentrañar una serie de posibles explicaciones: en primer lugar, que los votantes de estos países no se preocupan directamente por las raíces de clase de un político, sino que utilizan esa información para hacer conjeturas sobre el talento o calidad de éste. Por ejemplo,
pueden suponer que la capacidad de una persona para ascender en la escala social desde unas raíces humildes de clase trabajadora hasta una carrera de clase media indica su competencia, un rasgo que muchos votantes desean en sus representantes. A esto lo llamamos la
cuenta de la movilidad social.
Por otra parte, los ciudadanos pueden tener un sesgo más directo hacia los candidatos con determinadas raíces de clase. Esto puede reflejar un
sesgo general de clase entre los votantes hacia los políticos con raíces de clase trabajadora, tal vez porque
se considera que es más probable que entiendan las necesidades de los votantes cotidianos o porque la mayoría de los votantes tienen un prejuicio instintivo contra las personas de orígenes más privilegiados.
O puede reflejar un 'sesgo de afinidad de clase', en el que los votantes con diferentes identidades de clase tienden a favorecer a los políticos que pertenecen más claramente a su
grupo interno, efecto particularmente pronunciado entre los electores con una identidad de clase trabajadora.
Para desentrañar estas diferentes explicaciones, nuestra segunda ronda de experimentos presentó a los encuestados hipotéticos candidatos al Parlamento. Volvimos a variar aleatoriamente una serie de características de los políticos y pedimos de nuevo a los encuestados que valoraran cada una de ellas en una escala del 1 al 7. Esta vez, sin embargo, en lugar de modificar simplemente las raíces de clase, variamos aleatoriamente la
trayectoria de clase de cada candidato, es decir, la diferencia entre su clase ocupacional actual y la de sus padres. Los candidatos podían tener raíces de clase trabajadora y una ocupación actual de clase trabajadora (
trabajadores que permanecen en la clase), raíces de clase trabajadora y una ocupación actual de clase media (
escalador de clase) o raíces de clase media y una ocupación actual de clase media (
persona que permanece en la clase media).Si la
explicación de la movilidad social es correcta (de modo que los votantes británicos y alemanes utilizan las raíces de clase del político junto con su estatus de clase actual para adivinar la calidad del político), deberíamos ver que los electores reaccionan más positivamente a los políticos que son
escaladores que a los que
permanecen en la clase trabajadora, ya que estos últimos no han demostrado una clara movilidad social.
Los resultados de estos experimentos son contrarios a la
teoría de la movilidad social. En ambos países, encontramos
pocos indicios de que los votantes asignen a los 'escaladores de clase' una valoración media más alta que a los 'que permanecen en la clase trabajadora'. Al mismo tiempo, en consonancia con los resultados de nuestros experimentos iniciales, los encuestados de ambos países volvieron a
asignar a los políticos con raíces en la clase trabajadora y empleos actuales de clase media ('escaladores de clase') una valoración media más alta que a los políticos con raíces en la clase media y empleos actuales de clase media (
que permanecen en la clase media). Además, en consonancia con la explicación de
la afinidad de clase, cuando desglosamos a los encuestados en grupos basados en su identidad de clase auto-declarada, encontramos que
los encuestados de clase trabajadora tienden a ser los que reaccionan más positivamente a los políticos con más marcadores de clase trabajadora.
En general, nuestros resultados demuestran que,
al menos en algunas democracias de Europa Occidental, los votantes se preocupan por las raíces de clase de sus representantes políticos y tienden a favorecer a los de origen más humilde, de clase trabajadora. Nuestros resultados también sugieren que
esto se debe a un sesgo de afinidad de clase (prefieren a los políticos de su propio grupo) y no simplemente a procesos en los que los votantes asumen que los políticos de origen obrero tienen ciertos tipos de ideología o son más talentosos.
Nuestros hallazgos se suman a un creciente conjunto de pruebas de que
la clase social sigue siendo importante para la política en Europa, y que los marcadores de clase de los políticos, más allá de los antecedentes profesionales inmediatos, pueden marcar la diferencia. Pero también plantean cuestiones interesantes sobre por qué las raíces de clase de los políticos parecen importar en algunos de los países que estudiamos (Gran Bretaña y Alemania), pero tienen efectos menos claros en otros (Austria). Dada la evidencia existente de que las identidades de clase tienden a estar
más polarizadas en las sociedades más desiguales, quizás no sea sorprendente que los efectos de las raíces de clase sean evidentes en el país más desigual que estudiamos, Gran Bretaña. Sin embargo, los niveles similares de desigualdad económica en Alemania y Austria convierten en un rompecabezas por qué encontramos que los efectos de las raíces de clase están claramente presentes en uno pero no en el otro. Esto pone de manifiesto la necesidad de seguir investigando en un mayor número de países para comprender mejor cómo el contexto político y social determina las actitudes de los votantes hacia la clase social de los políticos.