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Momento decisivo para las ciudades

Mónica Vidal, Yoann Le Petit

8 mins - 5 de Mayo de 2020, 19:55

A medida que las autoridades de toda Europa se preparan para un levantamiento gradual del bloqueo impuesto en respuesta a la pandemia, van a tener que enfrentarse a un momento decisivo para la movilidad urbana. Las decisiones tomadas en las próximas semanas definirán cómo de saludables, resilientes y habitables serán nuestras ciudades en el futuro. Sin una acción decisiva, la reciente caída de la contaminación del aire seguiría siendo una brisa de aire limpio que pronto será reemplazada por un rápido retorno de los gases tóxicos, como ya se ha observado en China, con personas priorizando el uso de sus vehículos privados y evitando el transporte público. Esto es particularmente preocupante, dado que la evidencia demuestra cómo la contaminación del aire probablemente nos hace más vulnerables a los efectos del coronavirus.

Pero cada crisis es una oportunidad, y la buena noticia es que los estudios sugieren que las personas están más dispuestas a adoptar nuevos hábitos de movilidad en los momentos clave de cambio en sus vidas. Ciudades de todo el mundo han entendido que ahora es el momento de avanzar hacia una movilidad limpia y ya han comenzado a remodelar su espacio urbano. Afortunadamente, ningún ayuntamiento necesita reinventar la rueda para mantener bajos los niveles de emisiones después del confinamiento. Hay multitud de ejemplos inspiradores, que se remontan hasta a la crisis del petróleo en la década de 1970, cuando las ciudades holandesas comenzaron una remodelación completa que las ha convertido en algunas de las más habitables del mundo. Existen al menos cuatro estrategias probadas para abordar la contaminación atmosférica tóxica, frenar las emisiones dañinas para el clima y preparar un futuro de cero emisiones, anunciado dentro de la estrategia del Pacto Verde Europeo y que un grupo de ciudades pioneras ya ha convertido en realidad.

Cuatro estrategias ya probadas para un aire limpio

Primero, el espacio urbano necesita redimensionarse; no sólo para facilitar el 'distanciamiento físico', sino también para crear espacios que permitan una movilidad limpia y sostenible. Como mostró un estudio realizado por una agencia gubernamental francesa el año pasado, disminuir el tráfico de vehículos es indispensable para reducir rápidamente la contaminación.

[Con la colaboración de Red Eléctrica de España]

Esto ya está sucediendo en varias ciudades europeas. Por nombrar sólo algunos ejemplos: Berlín ha desarrollado nuevos carriles para bicicletas; la gran región de París va a invertir 300 millones de euros en la construcción de una red ciclista de 680 kilómetros; Cracovia (Polonia) está diseñando su nueva escena urbana añadiendo la infraestructura necesaria para incorporar carriles para bicicletas y aceras amplias; Vilnius (Lituania) convertirá su centro en una gran plaza peatonal con importantes espacios para las terrazas de los bares, y Bruselas está transformando el centro de la ciudad en zonas peatonales donde caminar e ir en bicicleta será prioritario frente a los vehículos, agregando, además, 40 kilómetros de carriles-bici. Finalmente, Dublín (Irlanda) ha comenzado a eliminar temporalmente los estacionamientos para vehículos para convertirlos en carriles para bicicletas más seguros y que permitan un distanciamiento físico.

Segundo, esta reordenación del espacio urbano sólo funcionará si se fortalece el transporte público, dados sus beneficios para conseguir un aire limpio. Esto puede ser un desafío mayor que nunca, ya que el sector se encuentra en una situación delicada porque las personas prefieren evitar los espacios reducidos. Por ejemplo, en Londres, la caída en el número de pasajeros va del 80% en los autobuses al 92% para el metro. En Alemania, los expertos en transporte esperan que, en el peor de los casos, la Covid-19 puede provocar una reducción del 50% en el uso del transporte público para 2023.

Son necesarias medidas inmediatas, algunas de las cuales ya se están implementando, como la limpieza meticulosa de los vehículos o poner dispensadores de desinfectante a disposición de los pasajeros para asegurarse de que los servicios de autobús y metro no sean focos de propagación del virus. Ahora es el momento de electrificar la flota de autobuses, lo que permitirá revivirla y crear nuevos empleos. El eslogan podría ser Moderno, limpio y seguro. Esto hará que sean más atractivos, como se puede ver en París, donde el 93% de los usuarios de autobús piensa que la transición a modelos eléctricos muestra que la empresa/ayuntamiento se preocupa por sus clientes/ciudadanos.


Al mismo tiempo, el uso de tarjetas y/o billetes de viaje digitales ayudará a reducir el contacto físico. Pero esto también requiere horarios laborales y escolares más flexibles para evitar los efectos de las horas punta en el metro, tranvía o autobús. Deben implementarse nuevos hábitos como el teletrabajo, que debería seguir fomentándose cuando sea posible para reducir la necesidad de realizar viajes diariamente.

Ya tenemos las herramientas

Tercero, es hora de sacar los vehículos sucios de las calles. Como primer paso, las zonas de Bajas Emisiones han demostrado ser eficaces para acelerar el uso de automóviles menos contaminantes y reducir la contaminación del aire. Hay evidencias de Londres, Madrid y París que muestran que las concentraciones de dióxido de nitrógeno (NO2) pueden reducirse rápidamente, hasta en un tercio. Pero debido a la crisis actual, varias ciudades, incluidas Bruselas, Milán y Londres, han decidido suspender estas zonas o retrasar la implementación de las nuevas con el objetivo de ayudar a la movilidad de los trabajadores sanitarios y de los servicios esenciales. Tales decisiones se justifican como medidas de emergencia temporales, por lo que es vital que estos instrumentos que logran un aire más limpio se reactiven por completo lo antes posible. Además, las reducciones graduales de la contaminación ya no son suficientes: un grupo de ciudades europeas pioneras han marcado el rumbo hacia las zonas de Emisiones Cero y ahora existe una oportunidad de oro para que se sumen más ayuntamientos y rediseñen completamente sus ciudades para la nueva realidad post-Covid-19.

Afortunadamente, las alternativas a los sucios motores de combustión se encuentran disponibles y cada vez son más asequibles. En los primeros meses de 2020, las ventas de vehículos eléctricos tuvieron un crecimiento sin precedentes en Europa occidental, alcanzando el 10% del total (en comparación con el 3% de sólo unos meses antes). Los autobuses eléctricos también están conquistando las calles europeas y ayudando a reducir los costes de nuestros sistemas de movilidad. La crisis actual es la oportunidad de hacer lo que muchas ciudades querían, pero no encontraban el momento: prohibir en sus calles los automóviles con motores de combustión interna.

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El todo es mayor que la suma de las partes

Por último, si combinamos estos cambios en el espacio urbano, el transporte público y los vehículos limpios con servicios innovadores eléctricos (o de cero emisiones), compartidos y disponibles bajo demanda, podemos dar un paso hacia el cielo del transporte. La Federación Europea Transport & Environment realizó el año pasado un modelo combinado del impacto de estas políticas y descubrió que los kilómetros recorridos en coche podían reducirse hasta en un 60%. Pero esto también significa que los vehículos de alto kilometraje, como los taxis, los vehículos de alquiler privados como Uber o Cabify o las flotas de reparto deben también sustituirse rápidamente por vehículos eléctricos. Y estos nuevos servicios deben complementar, y no reemplazar, al transporte público; por ejemplo, ofreciendo precios más baratos en servicios de transporte para viajes específicos, como se hace en la ciudad francesa de Niza por la noche.

Las decisiones tomadas en las próximas semanas y meses determinarán si hacemos o deshacemos nuestras ciudades. El confinamiento nos ha dado una idea de cómo pueden ser éstas y la calidad del aire que respiramos si no estuviera la contaminación de los motores de combustión. Como lo expresó recientemente el presidente francés, Emmanuel Macron: "Cuando salgamos de esta crisis, la gente ya no aceptará respirar aire sucio. La gente dirá... 'No estoy de acuerdo con las decisiones que crean sociedades en las cuales tenga que respirar este aire, donde mi bebé tendrá bronquitis por ello'". Tenemos las herramientas necesarias y probadas para evitar el retorno del aire contaminado, y ahora debemos usarlas.

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