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'Plan Marshall' para cuando salgamos de la UCI

Emilio de las Heras

8 de Abril de 2020, 19:59

Esto va a ser largo. La inmunización grupal va a tardar, pues la prioridad debe ser aplanar la curva de contagio para que las Unidades de Cuidados Intensivos (UCIs) no se colapsen y evitar que la mortalidad sea todavía más brutal.

El presente es horroroso y es prioritario minimizar los fallecimientos. Pero la destrucción de la demanda, el consumo y el empleo va a ser la peor desde la Segunda Guerra Mundial. En todo el mundo, en la UE y España, va a haber mucho desempleo, mucha necesidad y mucho sufrimiento.

Por tanto, no nos queda otra que pensar hoy en cómo queremos que sea nuestra sociedad mañana. Me temo que el mundo se va a hacer todavía más competitivo, más insolidario. El sálvese quien pueda que ya estamos viendo en aeropuertos chinos, con compradores pagando el doble por lotes de equipos de protección previamente vendidos… O lo de Turquía… ¡Tela marinera!

La primera enseñanza que debe sacar la UE es que necesitamos recuperar autosuficiencia industrial. No es aceptable que los países autodenominados líderes no sean autosuficientes en papel higiénico, mascarillas, trajes de protección y ventiladores de UCI… Ya comprendo que no sabemos cómo será la siguiente pandemia. Pero Europa no puede repetir este fracaso tan estrepitoso cuando un nuevo virus vuelva a atacarnos. Y lo hará, en un planeta cada día más sobrexplotado, unos ecosistemas hace tiempo desbordados y una biodiversidad que desaparece ante nuestros ojos.

[Con la colaboración de Red Eléctrica de España]

La segunda enseñanza es que Europa no puede seguir dependiendo en un 55% de una energía que viene de fuera (más del 80% en España, si contamos el uranio). Si, en estas circunstancias, hubiera un corte de suministro de gas fósil o petróleo, apaga y vámonos. Asusta sólo pensarlo. Pero, es que, además, no hay futuro sostenible para nuestros hijos si seguimos quemando hidrocarburos, acumulando contaminación en la atmósfera y provocando una crisis climática que, aunque parezca más lenta que el coronavirus, lleva años actuando día tras día y, una vez supere el punto de no retorno, será igual de exponencial y mucho más dañina. Con el agravante de que NO habrá vacuna para eso, si llega a producirse.

La UE necesita un 'Plan Marshall' para cuando salgamos de la UCI. Plan que habrá que diseñar AHORA, si queremos que se haga con inteligencia. Como todo plan keynesiano, se trata de imprimir e inyectar inmensas cantidades de dinero para que las personas recuperen el empleo, puedan sobrevivir, gasten y se recupere la economía. Por un tiempo, la inflación será un problema secundario. Con esos tres elementos, empleo, industrias estratégicas y tecnologías sin emisiones, diseñar el Plan Marshall europeo no debe ser imposible. Y si la UE vuelve a fracasar, deberían hacerlo las naciones-estado con planes nacionales. Tenemos un marco favorable, como el Pacto Verde Europeo, y legislación nacional como la Ley de Cambio Climático y Transición Energética (LCCTE) y el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC). Sólo nos falta la renta básica universal, como la que propuso Toni Roldán hace unos días. En orden cronológico, éstas son las cosas que deben hacerse:

1.- Plan de choque para salvar el empleo: renta básica universal, como la propuesta por Roldán. Podría financiarse con un bono de 100.000 millones de euros de deuda soberana a 10 años, suscrito por la banca, fondos, ahorradores y el Banco Central Europeo (BCE). Serviría para anticipar 1.000 euros al mes a todos los contribuyentes durante estos tres meses. A devolver en el Impuesto de la Renta de las Personas Físicas cuando se recupere la economía. Los que no justifiquen su necesidad (pensionistas, funcionarios), en el IRPF de 2021; los que lo justifiquen, podrán devolverlo fraccionado en tres años; los no lleguen al mínimo para declarar este impuesto, no tendrían que devolverlo. Y el Estado amortizaría el bono a su vencimiento.

2.- Plan de reincorporación paulatina al trabajo de todos aquellos que hayan superado la enfermedad, bien por alta médica o por haber sido asintomáticos. Esto requerirá pruebas masivas a millones de trabajadores. Habrá que conseguir los kits adecuados. La economía va a sufrir un enorme descalabro si está parada unos meses, pero difícilmente sobrevivirá si son varios trimestres hasta que llegue la vacuna. Esta investigación/inversión requerirá miles de millones de euros.

3.- Plan de ayudas públicas para reconstruir la economía: se repartirían fondos millonarios a las industrias, empresas y particulares, con criterios de industria estratégica, sostenibilidad tecnológica, emisiones cero y creación de empleo. Dos reflexiones adicionales en este punto: parece absurdo dedicar millones a reflotar empresas o sectores que haya que cerrar en un futuro inminente por falta de sostenibilidad ambiental; y parecería sensato dedicar parte de estos recursos a la transición justa, recolocando trabajadores procedentes de esos mismos sectores y empresas.

  • Sanitarios, Fuerzas de Seguridad, empleados de supermercados, etcétera: bien merecen, además de nuestro agradecimiento que, como poco, se resuelva su precariedad laboral. Además, propondría bonos de hasta 5.000 euros por persona, canjeables en la compra de vehículos de emisiones cero, instalación de puntos de carga, bomba de calor, instalaciones de autoconsumo y cualquier otra forma de tecnología sin emisiones y generadora de empleo local.
  • Industria: identificación de sectores estratégicos para la prevención y defensa ante nuevas pandemias; investigación y desarrollo en tecnologías bajas o nulas en CO2; compromiso de compra de energías renovables; fomento de sustitución de hidrocarburos por hidrógeno renovable en procesos térmicos e industriales.
  • Turismo, hostelería, hoteles: ayudas a la eficiencia energética; compromiso de compra de energía renovable y eliminación de combustibles fósiles; instalación de bombas de calor y potabilizadoras con electricidad renovable.
  • Generación de electricidad: acelerar la penetración de energías renovables; refuerzo de redes para su integración y para la movilidad eléctrica; fomento del autoconsumo, avanzando en la modalidad de balance neto; duplicar inversiones en interconexiones eléctricas.
  • Almacenamiento de energía: fomento de infraestructuras de hidráulica reversible (bombeo), fabricación y almacenamiento de hidrógeno renovable; otras tecnologías de almacenamiento.
  • Automoción: todas las ayudas (compra, achatarramiento…) sólo para vehículos de emisiones cero; ayudas para el cambio hacia el vehículo eléctrico para colectivos que requieran coche o furgoneta; ayudas para puntos de recarga públicos y privados. Si se da alguna ayuda para digerir stocks de vehículos térmicos, que sea a cambio de endurecer los estándares de emisiones futuras. Electrificación de las empresas de distribución y del transporte público; exigencia a fabricantes de desplegar departamentos como el de Seat, capaces de fabricar respiradores y otros elementos.
  • Transporte aéreo: compromisos de reducción de emisiones; aceptación de impuestos a las emisiones de CO2 y a los tickets, una vez se supere la crisis.
  • Transporte marítimo, cruceros incluidos: emisiones cero en puerto; compromiso de reducción de emisiones en línea con la International Maritime Organization (IMO); fomento de cambio de la propulsión a pila de combustible a hidrógeno o amoníaco renovable.
  • Transporte por carretera: aceptación de estándares de reducción de emisiones; apoyo a las tecnologías de emisiones cero (eléctrico por baterías, catenaria o pila de combustible a hidrógeno).
  • Construcción y rehabilitación: compromiso de eficiencia y uso de materiales bajos en CO2; electrificación de calefacción por bomba de calor; ayudas para la eficiencia en viviendas.
  • Agricultura, ganadería y gestión forestal: plan nacional de reforestación; sustitución de combustibles fósiles por sistemas electrificados, fomento del autoconsumo y baterías; apoyo a la preservación de biodiversidad.
  • Sector público: infraestructuras costeras inteligentes (no repitamos errores anteriores); electrificación de flotas públicas; compromiso de compra de energía 100% renovable; plan de choque para restablecer los presupuestos de investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y otros centros de investigación.
  • Plan nacional de adaptación: cada año que pasa será más importante. Los daños serán mucho más serios. Anticipar y prevenir, mejorando la resiliencia de las infraestructuras y sistemas de prevención temprana de eventos meteorológicos extremos. Comprometer a las comunidades autónomas en esta tarea.
  • Medidas transversales: reforma fiscal para internalizar los impactos ambientales (climáticos, contaminación del aire, etc.), dedicando el 100% de los ingresos a una renta climática adicional; reducción del Impuesto sobre el Valor Añadido para tecnologías sin emisiones; desarrollo de hojas de ruta sectoriales para promover la transición de todos los sectores hacia una economía con emisiones cero antes de 2050.

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Las empresas que reciban ayudas deberán garantizar (a) que se emplearán en actividades e inversiones alineadas con los objetivos descritos, garantizando empleos y salarios; (b) que las inversiones empresariales tendrán un multiplicador sobre las ayudas recibidas; (c) que generan empleo local; (d) que tienen un compromiso de descarbonización a 2050, y (e) con objetivos intermedios creíbles.

No será fácil, pero sería suicida tirar miles de millones para que nada cambie, seguir con una economía dependiente de las importaciones de hidrocarburos y de equipos de protección, con una atmósfera cada vez más irrespirable (que aumenta la vulnerabilidad humana ante futuras pandemias) y con unas condiciones climáticas incompatibles con una sociedad humana organizada.

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