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Eslovaquia, ¿cambio de ciclo?

Ruth Ferrero-Turrión

3 de Marzo de 2020, 19:46

A finales del mes pasado se celebraron elecciones legislativas en Eslovaquia. En ellas se ha producido un notable incremento de la participación, que ha pasado del 59,8% en 2016 al 65,85%, lo que representa la mayor de los últimos 18 años.

Los resultados han traído consigo cambios sustantivos en la composición del Parlamento. Por primera vez desde 2002. el partido socialdemócrata SMER-SD ha perdido las elecciones, pasando de 49 a 38 escaños, muy por debajo de los 53 del partido ganador y un 25% de apoyo popular, el conservador OLaNO (el Partido de la Gente Corriente).

Por detrás de ellos se sitúan el derechista y tradicionalista Somos una Familia (Sue Rodina), con el 8,24% del voto y 17 escaños, dejando en cuarta posición al partido de extrema derecha pro-nazi de Kotleba, que obtuvo el 7,9% de las papeletas. Liberales (SaS) y los conservadores de centroderecha (ZL) del ex presidente Andrej Kiska han logrado resultados residuales, inferiores al 7%.

Esta fotografía muestra el estancamiento del apoyo popular al partido de Kotleba, que se mantiene con tres escaños más que en 2016, pero con un porcentaje de voto inferior. No deja de ser una buena noticia que una formación que reivindica el estado fascista eslovaco de 1939-1945 y se refiere a los gitanos como parásitos haya encontrado su techo en un contexto de mayor participación.

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Estas elecciones, además, han dejado fuera del Parlamento, por vez primera desde la separación de Checoslovaquia, al partido de la minoría húngara, aliado de SMER. Se trata de un hecho extremadamente significativo en un país en el que la representación política mantenía unos clivajes fuertemente territorializados de corte étnico-nacional. A esto es importante añadir que miembros de la minoría romaní se han incorporado en las listas electorales del partido OLaNO, una situación también novedosa en la política eslovaca.

Tampoco obtienen representación los dos partidos más centristas y moderados, el partido de la flamante presidenta Zuzanna Caputova (la Coalición Liberal Progresista-Spolu, MKO) y el Movimiento Demócrata-Cristiano (KHD) no han conseguido superar el umbral del 5%.

Las causas

Sin miedo a equivocarnos, las principales causas del cambio en la tendencia de voto de los eslovacos tienen mucho que ver con cuestiones derivadas de una suerte de captura del Estado por parte del partido socialdemócrata SMER durante los últimos 12 años. Esta situación ha llevado a distintos escándalos de corrupción que culminaron con el asesinato del periodista Jan Kuciak, y su novia Martina Kusnitova, cuando investigaba uno de ellos en 2018. Este suceso provocó la dimisión del entonces primer ministro, Robert Fico. A partir de ese momento, las estimaciones de voto para esta opción política no han hecho más que caer en picado, arrastrando consigo al ahora primer ministro Pellegrini.

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La campaña electoral desarrollada por el millonario Igor Matkovic (OLaNO) se ha articulado en torno al lema Juntos contra la Mafia, en una alusión clara a esa captura del Estado del partido de Fico. La lucha contra la corrupción y por la regeneración democrática ha conseguido movilizar parte del voto que tradicionalmente iba a la abstención o, incluso, a partidos de la extrema derecha. Se puede afirmar que Matkovic ha conseguido aunar todo el voto de protesta contra el partido que ha dominado la escena pública durante las últimas décadas para desalojarlo del poder.

La estrategia de campaña ha sido extremadamente inteligente, centrando sus ataques contra Fico y la corrupción en lugar de contra los fascistas de Kotleba; justamente lo contrario de lo que hizo el partido liberal- conservador de la presidenta Caputova, PS-Spolu, lo que dejó el terreno suficiente a Matkovic para asestar el golpe final a SMER y a Fico, al tiempo que atrapaba buena parte del voto de Spolu, dejándolo sin representación.

A pesar de que una primera señal de las ansias de cambio de la sociedad eslovaca se había visto en los resultados a la Presidencia del país en 2019, con la elección de una liberal-conservadora medioambientalista y pro-europea, ninguna de las encuestas previas a las elecciones hacía preveer un resultado tan contundente. De hecho, Matkovic ha conseguido pasar del 12% al 25% en intención de voto durante las semanas previas a la elección.

El Gobierno

A partir de este momento se pone en marcha la difícil tarea de formar Gobierno. El Parlamento eslovaco cuenta con 150 diputados y OLaNO ha obtenido 53 diputados, por lo que necesitaría otros 22 escaños para alcanzar la mayoría absoluta, aunque no sería suficiente para poner en marcha reformas sustantivas. Por tanto, el objetivo de Matkovic es alcanzar entre 90 y 95 escaños.

La coalición más probable será la que incluya a los populistas Somos una Familia (17), aliados de LePen en el Parlamento Europeo, los liberales de Libertad y Solidaridad (SaS, con 13) y el partido del ex presidente Kiska, Para el Pueblo (Za Ludi, con 12), lo que le proporcionaría una cómoda mayoría de 95 escaños. Por tanto, un Gobierno populista de derecha que parece no querer entrar, de momento, en discursos identitarios-culturales, y que se quiere centrar en el fortalecimiento del Estado de derecho, la mejora de los servicios de salud y una reforma sustantiva del sistema judicial.

En todo caso, todos estos partidos reivindican, en distintas dosis, valores conservadores y cristianos, nacionales y, por supuesto, los roles de género tradicionales, que son en esencia los ejes sobre los que se mueve la sociedad eslovaca. Sin duda, nada demasiado revolucionario.

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