Parásitos ha hecho historia. Es la primera película de habla no inglesa que gana el Óscar a la mejor película. Y lo ha hecho con una historia muy coreana, pero de carácter universal.
¿Qué tiene de coreano Parásitos? Todo. La historia, el mensaje y la estética.
Parásitos es una historia de desigualdad entre ricos y pobres. Corea del Sur no es un país tan desigual como Estados Unidos o Reino Unido, los países desarrollados más desiguales. De hecho, este problema ha disminuido en los últimos 30 años.
Pero muchos surcoreanos tienen la sensación de que las diferencias entre ricos y pobres están aumentando. Y eso es cierto si nos centramos en las diferencias entre el 1% de la población, que no tiene nada que envidiar al 1% del resto del mundo, y el 99% restante. Gangnam Style presentó ese 1% al resto del mundo. Parásitos nos muestra cómo es su día a día.
Corea del Sur corre el riesgo de convertirse en un país en el que la familia en que uno nace sea el principal factor que determinará su futuro económico. Esto no fue así durante las décadas de desarrollo del siglo pasado; y es una amenaza para la cohesión social del país. Esta historia se repite a lo largo y ancho del mundo.
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He aquí la principal razón por la cual el presidente surcoreano Moon Jae-in esté centrando su agenda política en reducir las desigualdades socioeconómicas. Una de sus medidas estrella ha sido introducir uno de los salarios mínimos más elevados del mundo desarrollado. España, Alemania, California o Reino Unido también están siguiendo esta senda.
El mensaje principal de la película es, hasta cierto punto, bastante simple. En un mundo capitalista, ricos y pobres habitan el mismo espacio e interactúan entre ellos; sobre todo en las grandes ciudades, ya sea Seúl, Barcelona o Madrid. Y si el capitalismo no se reforma, los mal llamados 'perdedores de la globalización' se van a rebelar.
Así pues, la escena de violencia hacia el final de Parásitos trae a la memoria las de este tipo vividas en ciudades como Hong Kong o Santiago de Chile en los últimos meses. Esa escena también nos ayuda a entender por qué políticos como Donald Trump o Matteo Salvini tienen tanto éxito. Los manifestantes que, entre otras cosas, piden el fin de las desigualdades entre ricos y pobres, son los potenciales votantes de los políticos que prometen una vuelta a un pasado supuestamente mejor.
Corea del Sur, de momento, no tiene ningún partido populista con posibilidades reales de alcanzar el poder. Pero no es difícil imaginar a los Kim de Parásitos votando por un Trump surcoreano que prometa una vuelta a los años 70 del siglo pasado. Por aquella época, un surcoreano recién graduado de la Universidad tenía varias ofertas entre las que elegir. Un graduado escolar también tenía fácil encontrar trabajo, cuya remuneración no era muy diferente de la de su colega universitario. Esto ya no es así en Corea, donde, en general, un título universitario de una de las mejores universidades del país es necesario para encontrar un trabajo bien pagado.
En cuanto a la estética, Parásitos es un tratado de cómo utilizar la imagen para mostrar las distintas capas sociales coreanas. Los Park tienen una casa de varios pisos y con jardín; una rareza en Seúl. Los Kim viven en un sótano; cada vez quedan menos en Corea del Sur, pero todavía los hay. Los Park tienen varios coches último modelo, y un chófer para conducirlos. Los Kim usan el transporte público, y andan si hace falta en lugar de coger un taxi.
Hasta en sus similitudes, los Park y los Kim nos muestran las diferencias entre distintas capas sociales. Ambas familias comen chapaguri, un plato muy popular en Corea del Sur que mezcla dos tipos de comida rápida. Pero los Park añaden ternera de Hanwoo, una delicatessen. Es como si en España alguien pidiera una hamburguesa de McDonalds, pero luego le añadiese jamón de jabugo para demostrar su nivel económico. No tiene mucho sentido desde el punto de vista gastronómico, pero se ve mejor.
La estética de Parásitos es universal. Quienes sirven viven abajo, tienen peor transporte y no se pueden permitir los mejores ingredientes. El piso de arriba está reservado para quienes tienen empleados domésticos. Que, además, se alimentan mejor.
Para Bong Joon-ho, los de arriba son los verdaderos parásitos en una sociedad capitalista, y los de abajo ya se están rebelando ante lo que perciben como una injusticia. Esté uno de acuerdo o no, su película muestra una realidad coreana a la que Hollywood ha dado el mayor espaldarazo mundial que pudiera recibir.