4 de Febrero de 2020, 20:31
En el último año hemos oído hablar de osos polares acechando pueblos en busca de comida, hemos leído sobre comunidades nativas del Ártico que ven peligrar su modo de vida dependiente del hielo. De hecho, hemos visto lo impensable: el Ártico arder.
Cuando algo así de distópico acontece es necesario que las instituciones responsables de la protección del Polo Norte tomen medidas urgentes; más aún si ya estamos comprobando que lo que ocurre en el Ártico no se limita a esta región geográfica. Esta región regula nuestro clima, y su existencia nos ha protegido de desastres naturales que empezamos a observar cada vez más cerca y, sobre todo, de una forma más frecuente. Las consecuencias medioambientales, sociales y económicas de su deshielo tendrán (tienen) una dimensión global.
La Organización Marítima Internacional (OMI) es el organismo de las Naciones Unidas encargado de establecer normas para la seguridad, la protección y el comportamiento ambiental del transporte marítimo internacional, y será ahí, durante la semana del 17 al 21 de febrero, cuando el Subcomité de Prevención y Lucha contra la Contaminación (PPR7) debatirá varias cuestiones relevantes para el Ártico: el establecimiento de medidas para reducir el riesgo del uso y transporte de combustibles pesados (HFO) en esa región polar y la reducción de los impactos de carbono negro derivados del transporte marítimo en aguas árticas. La Clean Arctic Alliance (CCA), alianza de 18 ONGs de todo el mundo, lleva sus propias propuestas a este Subcomité y hace hincapié en la urgencia de tomar decisiones contundentes y coherentes con la situación dramática que viven la región y el planeta.
[En colaboración con Red Eléctrica de España]
Los combustibles HFO, de características similares al que salió del Prestige frente a las costas gallegas, ya fueron prohibidos en la Antártida, en 2010, por el riesgo de derrame, básicamente imposible de limpiar en condiciones polares. Las mismas razones que llevaron a esa prohibición son las que ahora mantiene esta Alianza, que reclama al Subcomité que ejerza su responsabilidad en aguas polares y las proteja eliminando este combustible en la región. De no hacerlo, las consecuencias pueden ser desastrosas, sobre todo teniendo en cuenta que, debido al deshielo, la anhelada ruta comercial del norte va convirtiéndose en una realidad.
Otra consecuencia de este tipo de combustibles son las emisiones de carbono negro y, si bien se debatirán formas de mitigar sus impactos, es urgente que en esta sesión del Subcomité se regule de forma inmediata el cambio de HFO a destilados en la zona ártica. El carbono negro es un acelerador del deshielo cuyo potencial de cambio climático en esas latitudes se multiplica por cinco. El peligro de esto es inmenso ya que, con la desaparición del permafrost, la cantidad de metano liberado equivaldría, según declaraciones recientes de Gail Whiteman en el Foro Económico Mundial de Davos, a las emisiones de CO2 de todos los países de la Unión Europea.
No existen otras alternativas posibles, aunque haya intereses que nos quieran convencer de lo contrario. En respuesta al límite de azufre de los combustibles acordado en la OMI "para proteger la salud de las personas y el medio ambiente", que entró en vigor el 1 de enero de este año, la industria petrolera ha puesto en el mercado los VLSFO, nuevas mezclas que cumplen con este nuevo estándar, pero que contienen componentes que en combustión incrementan las emisiones de carbono negro respecto a los combustibles pesados y destilados; así se afirma en el estudio presentado a la OMI por Finlandia y Alemania con vistas a la celebración del PPR7.
Ante esta evidencia, la Clean Arctic Alliance, de la que Ecodes forma parte, ha lanzado una serie de preguntas a la industria sobre si tenían conocimiento de estas características y, de ser así, por qué no detuvieron su producción y alertaron a la OMI. El estudio expone datos tan alarmantes como un aumento de emisiones de carbono negro de entre un 10% y un 85% si se compara con los HFO y del 67% al 145% respecto del DMA (uno de los destilados de mayor calidad). Las profundas implicaciones de estos resultados en la lucha contra el cambio climático confirman que las únicas medidas efectivas para una protección real del Ártico frente al transporte marítimo son la prohibición de los HFO y la obligación inmediata de su cambio por destilados en esta región polar.
En palabras de la Dra. Sian Prior, coordinadora de la Clean Arctic Alliance y de la campaña HFO-Free Arctic, «de no tomarse estas medidas, la aceleración del deshielo tendrá graves consecuencias en el clima del planeta».