Existe cierto consenso entre los expertos para afirmar que
Huawei es el proveedor mejor posicionado para liderar la nueva generación de redes móviles 5G, aportando
cuatro veces más estándares que la americana Qualcomm y la coreana Samsung, y a cierta distancia de la sueca Ericsson y la finlandesa Nokia. Ofertas flexibles y a mejor precio han llevado a Huawei a dominar los mercados de Asia-Pacífico y Europa; de ahí que sea el
proveedor de un tercio de los sistemas de telecomunicación de operadoras y administraciones europeas en los últimos 10 años. Esta inercia fue frenada por la
directiva norteamericana de incluir a la compañía china en una lista negra comercial que ha situado la tecnología como una de las nuevas
rutas de poder de la geoestrategia mundial.
La división entre los países que vetan y confían en los dispositivos de Huawei ha generado, de nuevo, una reedición de la bipolaridad mundial. Las acusaciones de riesgos de ciberseguridad, todavía sin confirmar, y la amenaza de perder la supremacía tecnológica han llevado a Estados Unidos a solicitar a sus aliados que no incluyan al fabricante chino como proveedor de sus despliegues de red 5G. Sin embargo, la posibilidad de
monetizar rápidamente los beneficios que aportarán las redes de nueva generación, sumado a la diplomacia china, ha llevado a que
los países que apoyan a Huawei supongan el 40% del PIB mundial.
Este aparente equilibrio de poder es susceptible de cambio con las decisiones que se tomen en Europa durante 2020.
Seguir la recomendación de Washington de excluir a Huawei del despliegue supondría un retraso de dos años en la construcción de la nueva red y un coste adicional de 62.000 millones de dólares, según la Asociación GSM. El perjuicio económico, y una importante pérdida de competitividad tecnológica, están haciendo que las grandes potencias europeas estén marcando el ritmo a favor de no vetar a Huawei a pesar de la presión del
lobby norteamericano.
Alemania abandera esta posición, aunque las tensiones internas en el propio Gobierno de Angela Merkel han propiciado retrasar la decisión sobre el despliegue 5G hasta 2020. El mismo escenario se repite en
Bélgica, donde el Ejecutivo ha declarado no tener prisa, aunque la agencia de seguridad belga
no haya encontrado evidencias de que Huawei suponga ningún riesgo.
Francia tampoco ha cedido a las presiones estadounidenses y, junto a Reino Unido y Alemania, forman el grupo de aliados más importante de Huawei en Europa.
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En un escenario de
Brexit,
Reino Unido fue de los primeros en posicionarse a favor de utilizar tecnología Huawei solamente en la red de radio, menos expuesta a
ciberataques, permitiéndole seguir compitiendo en la carrera por el 5G. Esta estrategia no es del agrado de Estados Unidos, socio de los británicos en la alianza de inteligencia Five Eyes, pero ha servido para que otros países adopten una posición similar, como
Irlanda y
Países Bajos. Ericsson y Nokia pasarían a ser los proveedores del núcleo de red, la parte más crítica, a los que
Estados Unidos está considerando apoyar financieramente para ayudarlas a competir con Huawei.
Esta opción permitiría reducir el coste de cambiar de proveedor mientras el
lobby norteamericano gana terreno en Europa ante el ascenso tecnológico de China. En la transición entre redes,
la vía más operativa podría ser la de realizar el mantenimiento de la red 4G con Huawei mientras se incorporan Ericsson o Nokia a los nuevos despliegues 5G. En esta línea están trabajando la operadora TDC en
Dinamarca, y Telefónica para sus sedes de
España, Alemania y Reino Unido.
No disponer de un mercado único de telecomunicaciones en la Unión Europea ha propiciado la generación de bloques de decisión respecto a Huawei, siendo el reflejo de cómo la geopolítica de la tecnología se ha incorporado a la nueva diplomacia.
Finlandia, sede de la compañía Nokia, ha apostado por un
mix entre tecnología propia y de Huawei, poniendo de relevancia las capacidades que aporta la tecnología china. Caso contrario es el de
Suecia, sede de Ericsson, que, a pesar de contar con el
primer centro de I+D de Huawei en Europa, ha apostado por utilizar únicamente tecnología propia.
En la Unión Europea, de sus 28 miembros hasta una veintena de países tienen firmado con Huawei acuerdos de despliegue, están realizando pruebas o todavía no han tomado una decisión. En algunos casos, responde al bloque de países que buscan priorizar la oportunidad de prosperidad económica que plantea un despliegue 5G temprano con Huawei, caso de
Chipre y
Austria, mientras que para los que pertenecen a la OTAN el escenario de colaboración con Estados Unidos se complica, pudiendo estar en riesgo acuerdos lucrativos vigentes (caso de
Luxemburgo), y donde ser miembro del G-7 y país adherido a la emblemática nueva Ruta de la Seda, caso de
Italia, plantea pesos contrapuestos en el país.
La iniciativa china se ha confirmado como una de las piezas más destacadas en la expansión de la diplomacia de este país, convirtiéndose en
game changer de la geopolítica en Europa. Sin reservas, y ávido de poner en marcha proyectos 5G, es la posición de
Grecia, cuyo apoyo a Huawei responde a la oportunidad de prosperidad socioeconómica que plantean las nuevas redes y al vínculo del puerto de El Pireo con China, emblema de la nueva Ruta de la Seda en el Mediterráneo. Las inversiones chinas en puertos también se extienden a
Malta, país adherido a la iniciativa y con el que Huawei ha firmado un acuerdo de cooperación estratégica. De momento,
Portugal no suma puertos a la iniciativa, pero sí apoyos a favor de la compañía china.
La
ruta de poder de la geopolítica de la tecnología también se extiende al bloque de los Países de Europa Central y Oriental (
pecos), socios de China en la plataforma de comercio e inversión denominada Mecanismo 16+1, y adheridos en su mayoría a la nueva Ruta de la Seda. En este bloque, la diplomacia china ha conseguido triunfar en
Bulgaria,
Croacia,
Eslovaquia y
Hungría, mientras el
lobby norteamericano ha puesto a su favor a
Polonia,
República Checa y
Rumanía tras plantear Washington la suspensión de los
planes de cooperación militar si optan por Huawei como proveedor.
Eslovenia confiará en Ericsson, el proveedor más dominante en su red, mientras el resto de movimientos en este bloque están promovidos por las denominadas
Propuestas de Praga, una serie de recomendaciones, aplaudidas y
respaldadas por Washington, surgidas de la
Conferencia de Seguridad de Praga 5G, a la que asistieron expertos en ciberseguridad de 30 países de la Unión Europea, además de representantes de Estados Unidos, Japón, Corea del Sur, Australia y la OTAN. Su efecto ha supuesto el respaldo de países no adheridos a la iniciativa china, como
Estonia y posiblemente
Lituania, y de otros que sí lo están, como
Letonia, a pesar del acuerdo cerrado entre el operador móvil
Bite Latvia y Huawei.
Con el 5G se ha iniciado la configuración de una nueva geopolítica donde la tecnología está promoviendo un escenario bipolar cuando la sociedad avanza hacia un entorno de hiperconectividad. Pero en el entorno virtualizado que propone el 5G, los riesgos de seguridad pueden proceder de cualquier dispositivo que esté conectado a la red, y la nueva generación permitirá la conexión de hasta un millón de ellos por kilómetro cuadrado.
Los riesgos de ciberseguridad tomarán una nueva dimensión en los próximos años y detener el ascenso de Huawei en los despliegues 5G no va a frenar la determinación de China de convertirse en actor global en 2049, haciendo de la tecnología una pieza clave en sus próximos logros.