2 de Diciembre de 2019, 20:30
Las bases de la socialdemocracia alemana han expresado su voluntad: necesitamos un cambio. Tras una serie de derrotas electorales y la constante caída en las encuestas, parecía insostenible que todo siguiera igual en el partido socialdemócrata (SPD). La paradoja es que todos esperaban, justamente, que nada cambiase; y ha sucedido lo contrario. Los candidatos llamados a ser derrotados han ganado y el resultado pone en cuestión no sólo a la elite socialdemócrata, sino a la coalición gobernante. ¿Qué significa esta sorpresa para el futuro del Gobierno de Angela Merkel?
Saskia Esken y Norbert Walter-Borjans son los nuevos líderes del SPD. Tras meses de interinatos e internas, los socialdemócratas han conseguido reordenar su partido; al menos de momento. La novedad es que el dúo ganador doblegó a los favoritos: Olaf Scholz y Klara Gaywitz. Y sorprende por varias razones. En primer lugar, porque el derrotado es nada menos que el actual ministro de Finanzas de la gran coalición, es decir, de la alianza que socialdemócratas, democratacristianos (CDU) y conservadores bávaros (CSU). Scholz es, además, la voz cantante de su partido en dicha coalición. Él marca el camino y ése es justamente el primer interrogante que deja este resultado: ¿qué legitimidad tiene Scholz para seguir ocupando ese lugar?
Scholz fue durante muchos años un posible candidato a canciller. Para muchos, el más parecido a Merkel y, por ello, el único capaz de heredar el amplio y vasto centro político que anhelan los partidos mayoritarios. Esta hipótesis se derrumbó tras la llegada de la derecha radical de Alternative für Deutschland (AfD). El escenario político aleman está fragmentado y, en algunas regiones, incluso altamente polarizado. Ya nadie habla del centro; al contrario, todos quieren re-perfilarse.
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La derrota de Scholz es la respuesta de las bases al weiter so, que en alemán significa que todo siga igual. Pero este resultado nos deja otro elemento relevante a tener en cuenta: la enorme distancia entre la dirigencia socialdemócrata y sus bases.
El 53% que obtuvo el binomio de Esken y Walter-Borjans es un indicador de la falta de contacto entre las élites políticas del partido y lo que sienten, quieren y piensan sus bases. Absolutamente nadie en la cúpula contaba con ese resultado. Así lo reconocen todos en las entrevistas de las últimas horas. Y de hecho, la inmensa mayoría de las figuras del SPD, incluyendo sus ministros, diputadas y diputados con cargos en el partido y en el grupo parlamentario, y hasta los retirados pero activos como el ex canciller Gerhard Schröeder, apoyaban la candidatura de Scholz. El consenso era definitivo. Pero sólo arriba, en el cuarto piso del Willy-Brandt-Haus, la sede central del partido; allí donde se reúne la Mesa Directiva o Vorstand.
¿Qué cambiará?
Los políticos, los medios, las empresas, los mercados, todos están convulsionados tras este resultado y ansiosos de conocer sus consecuencias reales. El fin de la eterna gran coalición puede ser una de ellas. De hecho, para muchos miembros del partido fue el motivo de su voto.
Horas después de conocerse su triunfo, Saskia Esken sostuvo en varios medios que su objetivo es replantear varios aspectos del contrato de coalición con el partido de Merkel y sus aliados bávaros. La nueva líder del SPD habló sin rodeos de "renegociar". Algo inaceptable para los portavoces de la CDU y la CSU. "Se puede hablar pero lo firmado, firmado está", afirmaban los distintos representantes del centro-derecha con intenciones de marcar el terreno e impedir que la euforia socialdemócrata los presione.
Esken y Walter-Borjans tienen en mente cuatro cuestiones básicas: 1) elevar el salario mínimo a 12 euros la hora; 2) introducir un impuesto al patrimonio; 3) mejorar los objetivos para la protección del clima que recientemente habían acordado SPD y CDU; y 4) eliminar la política del schwarze Null (el cero negro).
Este último elemento tiene que ver con la directiva de Angela Merkel y su Gobierno de impedir el déficit. La misma ha sido llevada adelante por el ex ministro Wolfgang Schäuble (CDU) y continuada por el actual; que, casualmente, es Olaf Scholz, el derrotado de la jornada.
Los nuevos jefes del SPD creen que es preciso aumentar las inversiones y, con ello, pensar en un Estado alemán que deje de acumular superávits fiscales sin sentido. Para muchos, esta propuesta se lee como una amenaza a los equilibrios actuales y, en especial, para la CDU y la CSU como una concesión altamente improbable. En efecto, el schwarze Null es uno de los caballos de batalla de estas formaciones políticas ante un electorado volátil que últimamente tiende a fugarse hacia la derecha radical ultraconservadora o hacia los ecologistas moderados que hoy dirigen el partido verde (Bündnis 90/die Grünen).
¿Qué sucederá?
Existen varios escenarios posibles para la situación actual. En primer lugar, cabe preguntarse si las demandas del nuevo binomio socialdemócrata son tales. Es decir, si la intransigencia de Esken y Walter-Borjans sólo ha sido parte de una campaña electoral. De ser así, es esperable que se llegue a un consenso y, con algunos cambios cosméticos, el SPD continúe en coalición con Merkel.
La consecuencia sería una nueva decepción para muchos de sus votantes, lo cual se traduciría en las urnas en las próximas elecciones. Una situación que ya hemos visto tras los paupérrimos resultados del SPD en las últimas regionales, en las que cayó por debajo de los 10 puntos.
En segundo término, es factible que la nueva dirigencia decida tensionar lo suficiente como para generar una ruptura en la alianza gobernante. Para muchos, esto es poco probable porque, dadas las condiciones y la intención de voto actual (14% para el SPD), sería un suicidio. Y está de más decir que nadie quiere perder su escaño.
A la CDU/CSU tampoco le convendrían elecciones ahora mismo (27% de intención de voto, seis por debajo de su resultado en 2017). Es por ello que, en caso de una ruptura, es posible que el partido de Merkel decida continuar gobernando en minoría, algo inédito para Alemania pero absolutamente viable.
La caída de la gran coalición no se traduce automáticamente en nuevas elecciones. Y partiendo de la base de que hace una semana se negoció y votó el Presupuesto, para Merkel no sería necesario contar con la mayoría en la Cámara, al menos hasta dentro de un año. Y sabemos que en un año pueden pasar muchas cosas; especialmente en la socialdemocracia, que ha tenido tres jefes de partido en unos pocos meses.
En apenas cinco días, el Congreso del SPD nombrará oficialmente a Esken y Walter-Borjens. A partir de ese momento veremos el contexto, el contenido y las posibilidades reales de los cambios que tienen en mente. Tal vez estemos frente al inicio de la refundación de la socialdemocracia alemana. O tal vez se trate sólo de algunos fuegos de artificio de fin de año.