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El PNV es el horizonte de ERC

Álvaro Oleart, Daniel Cruz

15 de Noviembre de 2019, 20:09

A pesar de perder dos diputados, Esquerra Republicana de Cataluña (ERC) volvió a ganar las elecciones generales en Cataluña. Con sus 13 escaños, venció de nuevo al Junts per Catalunya (JxCat) de Puigdemont y se convirtió en el quinto partido del Congreso, logrando, incluso, superar a Ciudadanos; lo cual, a buen seguro, provocó una sensación placentera en más de un dirigente independentista. El rapidísimo preacuerdo de Gobierno de coalición alcanzado apenas 48 horas después de la repetición electoral entre el PSOE y Unidas Podemos, dos fuerzas que suman únicamente 155 diputados, y la radicalización (auto)aislacionista de JxCat han colocado a ERC ante una oportunidad única de convertirse en el partido hegemónico catalán a corto, medio y largo plazo. Puede liderar las negociaciones Estado-Cataluña, pero para materializar su posición estratégica debe de asumir el coste que ello conlleva. ¿Está dispuesta ERC en convertirse en el PNV catalán? Nosotros creemos que debiera.

Ser el Partido Nacionalista Vasco, a su vez, es muy complejo. Ha sido el partido que en la misma legislatura votó a favor de los Presupuestos de Rajoy para, seis meses después, apoyar una moción de censura presentada por el PSOE con el objetivo de derrocarlo. El PNV no se casa con nadie y pacta con todos. Abarcar el amplio espectro ideológico desea formación surge de un frágil equilibrio que pasa, en primer lugar, por no considerarse un partido de derechas ni de izquierdas, sino jeltzale (nacionalista o patriota vasco), lo que le permite posicionarse sin despeinarse con quien se comprometa a defender sus intereses mediante pactos a izquierda y derecha.

ERC puede ser ese actor político para Cataluña. A corto plazo, tiene la oportunidad de decantar la balanza de la posición del Gobierno español respecto a Cataluña. Si bien es evidente que el referéndum no es negociable, sí hay otras medidas que puede adoptar un Gobierno de coalición de izquierdas: amnistía o indulto para los políticos independentistas en prisión, una mesa de negociación de partidos políticos exclusivamente sobre el tema territorial o alguna concesión a la autonomía catalana (al estilo del País Vasco).

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A medio plazo, este movimiento permitiría a ERC distanciarse de la derecha independentista liderada por Quim Torra y Carles Puigdemont. La corrupción histórica de la antigua Convergencia ha lastrado a ERC, y la próxima investidura da la opción de tomar ventaja en la permanente batalla entre los dos partidos centrales del independentismo. Decía Leonard Cohen que "a veces uno sabe de qué lado estar, simplemente viendo quiénes están del otro lado". Situarse en favor de la coalición contrastaría con la derecha independentista, así como con las CUP, que se encontrarán en compañía de la derecha y extrema derecha española nacionalista de PP, Ciudadanos y Vox. La foto de JxCat y CUP votando junto a PP, Ciudadanos y Vox es munición para la campaña electoral de las elecciones catalanas que se avecinan en la primavera de 2020.

Una vez dados los dos pasos estratégicos anteriores, ERC tiene a largo plazo la oportunidad histórica de convertirse en el partido hegemónico del catalanismo. Ello no implica renunciar al independentismo. De nuevo, el PNV marca el camino. En una reciente entrevista al portavoz del PNV en el Congreso, Aitor Esteban, se le preguntó precisamente sobre cuándo el partido iría hacia la independencia del País Vasco, a lo que respondió: "Cuando haya una mayoría democrática que lo vea así y podamos llevarlo de forma pacífica. Esto no va a ser mañana por la mañana. Tenemos un referente que es Europa: nosotros somos europeístas. Europa debe reforzarse. ¿A partir de ahí? Lo que no vamos a hacer es romper la sociedad". Por desgracia, Aitor Esteban solo hay uno, pero ERC haría bien en buscar uno propio. Knock knock, ¿Gabriel Rufián?

Es hora de que ERC reconozca que en Cataluña no existe una mayoría independentista. Si bien existe el riesgo de que el sector más radicalizado del independentismo etiquete a ERC como botiflers, los ventajas de esta ruta estratégica son mucho mayores. Los republicanos serían el independentismo útil frente a los del cuanto peor, mejor. Como bien decía Joan Tardà en un artículo, "republicanismo es igual a bienestar, justicia, equidad y fraternidad para con toda la ciudadanía", y no se tendría que oner en duda anteponer estos objetivos al bloqueo institucional que supondría no facilitar un Gobierno progresista en el Estado español.

En definitiva, ERC puede (y debería) convertirse en el PNV catalán. No va a ser un camino de rosas, y entendemos que tiene que llevar a cabo un ejercicio de relato para justificarlo, pero es su responsabilidad dejar de escuchar al salvaje Twitter, siempre tan intenso y feroz, y seguir con los pasos que han hecho que en apenas 19 años haya pasado de un diputado en 1996 y 2000 en el Congreso a 13 en noviembre de 2019. En el camino, ERC desempeñó un rol clave en la investidura de Rodríguez Zapatero en 2004 y en la moción de censura de Pedro Sánchez en 2018. ERC ha pasado de ser irrelevante a ser imprescindible.

De seguir el camino del PNV, la formación independentista catalana logrará tener una influencia crucial en la política de Moncloa respecto a Cataluña, lo cual puede reducir la tensión del conflicto territorial. Como Cicerón afirma en el famoso diálogo escrito hace más de 2.000 años y que se recita estos días en el Teatre Romea, "No puedo aceptar a ningún poder que pretenda estar por encima de las leyes", a lo que Tirón le contesta: "¿Y si son injustas?". "Se cambian", responde Tulia.

ERC debe hacer valer su posición para cambiar las leyes, no para saltárselas. La rebaja de tensión provocará una caída en la relevancia de la ultraderecha y beneficiará a España en su conjunto; pero también, y sobre todo, a Cataluña, cuyo Gobierno no vivirá bajo la amenaza permanente de que se aplique el artículo 155 de la Constitución Española. El PNV es el horizonte de ERC.

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