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México: implantación paulatina de urna electrónica y voto remoto

Yuri Gabriel Beltrán Miranda

2 de Octubre de 2019, 21:28

El voto electrónico es el empleo de las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) en una o varias etapas de los procesos electorales. Su empleo suele enfocarse en la emisión del sufragio y en el escrutinio de la votación. Puede dividirse en dos grandes grupos: presencial (offline) y remoto (online). Los institutos electorales locales mexicanos son pioneros en ambas modalidades. En el marco de la discusión sobre su eventual extensión en el mundo, conviene revisar las experiencias de este país.

El voto electrónico y su importancia en el nivel subnacional mexicano

En la República mexicana, 12 de las 32 entidades ya han incorporado en sus legislaciones electorales una disposición sobre la automatización del sufragio: Baja California Sur, Ciudad de México, Chiapas, Estado de México, Guanajuato, Guerrero, Jalisco, Oaxaca, San Luis Potosí, Sinaloa, Yucatán y Zacatecas. Solamente el Estado de México y San Luis Potosí hacen la precisión de que las autoridades electorales correspondientes podrán hacer una investigación conducente a la implementación del sistema electrónico de votación. El resto de las entidades sí lo propone como una opción para la recepción de votos.

Los casos más significativos son los de Coahuila, Jalisco y la Ciudad de México, que cuentan con desarrollos propios que han sido utilizados desde hace años en elecciones reales, con validez oficial.

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Coahuila lleva casi dos décadas utilizando urnas electrónicas (presenciales). Su primer ejercicio vinculante tuvo lugar en 2005. Desde entonces, se han usado de manera progresiva en sus procesos electorales locales y en mecanismos de participación ciudadana. En Jalisco, el proyecto de la urna electrónica arrancó en 2006 y tres años después se implementó en elecciones constitucionales en tres municipios. Para las de 2012 se utilizaron 991 máquinas en el 11% del total de las casillas instaladas en todo el territorio de Jalisco. Posteriormente, éstas se utilizarían en ejercicios de participación ciudadana.

La Ciudad de México inició con un proyecto para desarrollar urnas electrónicas en 2000, incluyendo pruebas en 2003. Se utilizó de manera vinculante hasta 2009 y después transitaría a la modalidad remota, como se verá a continuación.

La votación por internet en la Ciudad de México

La Ciudad de México tiene más de 500.000 electores viviendo fuera del país. El reconocimiento de su derecho al voto desde el exterior generó las condiciones para abandonar la modalidad offline y avanzar hacia un sistema propio de votación por internet. En 2012, los migrantes capitalinos votaron desde su lugar de residencia. A pesar de ser la primera vez que se aplicaba el sistema remoto, uno de cada tres votantes optó por él. El resultado fue un éxito, porque los sistemas funcionaron correctamente y el Tribunal Electoral confirmó la constitucionalidad del sufragio en línea. También lo fue porque demostró que, para determinados grupos poblacionales (como los residentes en Estados Unidos y aquellos mexicanos que viven en Europa, África y Oceanía), la accesibilidad del voto por internet es muy importante.

El motor para las siguientes actualizaciones fueron las consultas anuales del presupuesto participativo y la elección de comités ciudadanos y consejos de los pueblos que se desarrollan en la Ciudad. Si bien se mantiene la votación en papel, el Instituto Electoral pone a disposición de los votantes el sistema por internet, a los efectos de incrementar la accesibilidad al elector y reducir los costes al erario.

En la actualidad, el sistema posee un doble proceso de autenticación. Para poder votar, el elector necesita dos contraseñas. En un primer modelo, vigente en 2012, la ciudadanía que votaba por internet recibía estas claves en su celular, vía SMS. Ahora, la primera contraseña se envía físicamente al domicilio de los ciudadanos, para asegurar que sólo el votante pueda ingresar al sistema.

A través del SEI, se han recibido más de 550.000 votos para todos los procesos electorales e instrumentos de participación ciudadana en los que se ha aplicado.

En el marco de la elección 2018, el Instituto Electoral de la Ciudad de México quiso volver a usar su sistema para recabar los votos de los residentes en el extranjero. Se solicitó autorización a la autoridad nacional, que consideró inviable la propuesta, toda vez que no daría tiempo de evaluar su eventual instrumentación a nivel nacional. Actualmente, el Instituto Nacional Electoral diseña un sistema de voto por internet para captar el voto foráneo a nivel nacional; utilizando, entre otras fuentes, el sistema aplicado en la capital del país.

Primeras conclusiones

El voto electrónico tiene ya un largo recorrido en la Ciudad de México. Sus detonantes han sido el reconocimiento del derecho al voto foráneo, así como la necesidad de reducir costes en ejercicios de presupuesto participativo. La modalidad actual cumple con requerimientos para garantizar el secreto, la universalidad, la libertad, la igualdad y la intransferibilidad de la votación.

A casi dos décadas de la gestación del proyecto, las TIC se han revelado como una herramienta confiable. Ello es posible gracias a su implantación paulatina, que ha permitido poner a prueba los riesgos reales, así como aquéllos que pudieran aparecer en el imaginario colectivo.

El ascenso del voto por internet en la capital ha demostrado que es posible generar confianza en este instrumento. Ha quedado demostrado que a cada sufragio se le asigna el mismo valor y que el sistema asegura su depósito y contabilización.

En suma, el ejemplo del voto electrónico de la Ciudad de México demuestra que la automatización del sufragio ha llegado para quedarse. Que la tecnología no es la respuesta a ninguna pregunta, pero bien aplicada en los ejercicios democráticos sí representa una herramienta que va construyendo nuevas dinámicas de expresión de la decisión ciudadana.

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