El presidente Mauricio Macri amaneció afligido el pasado lunes 12 de agosto. Casi no durmió tras la inesperada y abrumadora derrota electoral del partido del Gobierno. En conferencia de prensa, culpó a votantes confundidos e irresponsables por los 15 puntos de diferencia a favor de su oponente peronista, Alberto Fernández, en las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (Paso). Arrepentido, dos días después se disculpó y detalló una serie de medidas que buscarían paliar los efectos sociales de la corrida de Cambiemos, la coalición que le llevó al poder.
No es la primera vez (ni será la última) que el actual mandatario responsabiliza a los argentinos por las tragedias de la economía y de la política. Desde el derroche energético a manos de argentinos "friolentos" hasta los "excesos" de aquellos que consumen "por encima de sus posibilidades", por señalar algunos ejemplos, el malestar presidencial no es sólo una estrategia de responsabilización del enemigo sino, sobre todo, una expresión de su íntimo desencanto.
El entusiasmo y el desencanto son atributos propios de los usuarios que habitan las redes sociales. En tiempos de campaña electoral, la polarización en redes sociales decanta en burbujas de filtro dominantes. Estas comunidades amplifican narrativas políticas y, en su interior, diseminan contenidos que se forman localmente y se distinguen de los que circulan en la comunidad contraria. Usuarios que comparten mundos-de-la-vida virtual (en un sentido habermasiano) atan cabos y, a menudo, interpretan las causas y las consecuencias de los hechos observados de maneras antitéticas. Pero la propagación de narrativas no sólo es dispareja en contenidos sino, además, en entusiasmo.
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Solemos ver las burbujas como territorios simétricos e incongruentes. Es decir, territorios simétricos en poder ("somos del mismo tamaño") e incongruentes en contenidos ("creemos cosas distintas"). Pero también pueden ser asimétricas en confianza, en certezas y, más aún, en entusiasmo. Difieren en la cantidad de usuarios y en el nivel de actividad y, sobre todo, reaccionan con grados de entusiasmo dispares en la medida en que algunos usuarios son beneficiarios y otros, damnificados. Así son las loterías virtuales.
El entusiasmo no será televisado
En la red el hashtag #EleccionesArgentina2019, el discurso televisado de Mauricio Macri cuando reconoció su derrota, la madrugada del lunes 12 de agosto, tuvo efectos disímiles entre oficialistas y opositores. La hinchada opositora gritó gol, la oficialista insultó por lo bajo. La metáfora futbolística es apropiada, dado que el triunfo y la derrota no generan una reacción uniforme entre quienes se benefician y los que sufren. El primero grita y quiere hablar del tema, mientras que el segundo sólo atina a murmurar o calla; se desconecta. En la derrota, los usuarios afines al oficialismo mostraron dificultades para enunciar argumentos que ganaran terreno, afectados por una clara perturbación cognitiva que los enfrentó a la mayoría de los votantes.
A primera vista, las comunidades en Twitter parecieran tener una cantidad de usuarios similar. Como muestra la Figura 1, el tamaño de la oficialista y la opositora en Argentina se ajusta a nuestras presunciones sobre la formación de burbujas de filtro. Entre usuarios de alta actividad durante la jornada electoral (aquellos cuyos tuits fueron retuiteados o que intervinieron al menos cuatro veces en la interacción en Twitter sobre las #PASO), los oficialistas concentraron un 27% del total de usuarios y la oposición, un 21%. Las 49.000 cuentas oficialistas sumaron sólo un 20% más de usuarios que los opositores. Asimismo, un 94% de los tuits oficialistas y un 89% de los opositores circularon confortablemente dentro de sus propias comunidades, en sintonía con las descripciones de una red social polarizada, auto-confirmatoria y sesgada.
Como veremos, el entusiasmo electoral no es simétrico. Las diferencias entre las comunidades oficialista y opositora son significativas si medimos la actividad de los tuits a lo largo del proceso electoral, con un claro shock emocional cuando Macri anuncia el resultado de la elección.
El entusiasmo en datos: "Yo me voy a dormir"
A las 22.20 horas del domingo 11 de agosto del 2019 no se habían comunicado datos oficiales del resultado. Aun así, Mauricio Macri anunció por televisión: "A partir de mañana seguiremos trabajando, haciéndonos responsables [ ] todos somos más responsables de que este país salga adelante, así que a dormir y a empezar a trabajar desde mañana a la mañana".
A pocos minutos del anuncio oficial, el hashtag #AndateADormirVos comenzó a circular por la comunidad opositora. Conceptualmente, la alta actividad de esa etiqueta en la región opositora de la red no sólo expresaba la coherencia cognitiva y emocional entre aquellos usuarios, sino que ponía de manifiesto un entusiasmo opositor creciente. En las horas que siguieron, el socarrón #MacriHaceteCargo de la oposición contrastó con el amargo #FraudeK de los oficialistas (ver Figura 2).
La decisión de dar cobertura y aumentar la visibilidad de un asunto no depende sólo de su grado de noticiabilidad objetiva sino, fundamentalmente, de la propiedad que se ostenta sobre ese tema. Un dirigente político o autoridad mediática tiene esa propiedad si está legitimado para pronunciarse sobre el asunto de referencia y, por ende, se le considera capaz de manejarlo. Cada político (argumenta el modelo de Propiedad del Tema, o Issue Ownership) debe hablar sobre aquellas cuestiones en las cuales tiene una ventaja comparativa, dado que debatir sobre algo significa otorgarle relevancia.
Frente a una crisis económica como la que vive actualmente Argentina, el Gobierno calla sobre la economía mientras que la oposición sólo habla de ella. En tiempos de polarización, autoridades oficialistas y opositoras en la red se especializan en distintas noticias políticas, no sólo porque puedan existir diferencias sobre las noticias que son o no definidas como importantes sino, además, porque la mayoría de los temas otorgan ventajas comparativas a miembros que habitan las distintas burbujas.
Además de conspirar contra la certidumbre necesaria en momentos de crisis política, la sorpresa y parálisis entre los usuarios oficialistas provocado por Macri al reconocer la derrota y anunciar que se iría a dormir redundó en una caída vertiginosa en la interacción virtual del oficialismo. Como consecuencia de ese shock en el estado de ánimo, no sólo disminuyó la cantidad de mensajes circulados entre pares en línea, sino que, además, se ralentizó el tiempo de retuiteo al interior de la comunidad del Gobierno.
La literatura en Psicología Política explica que la demora de un usuario en reaccionar frente a un mensaje es producto de su disonancia cognitiva; es decir, de la dificultad para aceptar información que lo perturba racional, afectiva e ideológicamente. Si bien es cierto que el que calla otorga, es precisamente esa disonancia cognitiva la que explica los silencios informativos en las burbujas que se sedimentan a ambos lados de un río.
Sin más, el enojo y la tristeza en la comunidad oficialista frente a la certeza de un triunfo aplastante del peronismo en las Paso se tradujeron inmediatamente en una mayor demora en el tiempo de retuiteo (reacción que en Twitter expresa un alto grado de adhesión al mensaje observado).
En los análisis de activación de narrativas en esta red social persiste la falsa idea de que en una red polarizada los usuarios mantiene niveles de interacción similares; similar preferencia por validar sus creencias (congruencia cognitiva); y la misma autoridad para hablar sobre temas que están en el centro del debate.
¿Es posible medir la diferencia en entusiasmo provocada entre opositores y oficialistas? La Figura 3 muestra el resultado de una estimación de regresión discontinua (RDD), que evalúa el cambio en la velocidad de retuiteo en el momento en que el Gobierno reconoce la derrota electoral. Al cierre de las urnas, cada usuario en el interior de las burbujas pro-gubernamental y oficialista retuiteaban cosas distintas, aunque se demoraban un tiempo similar (alrededor de 81 minutos).
Después de ese momento, más usuarios se conectaron a las redes a la espera de los resultados. Para entonces, la oposición se anticipó frente a un resultado que aparentaba ser favorable y aumentó la velocidad de re-publicación de los tuits circulados en su comunidad. Minutos antes de que Macri diera su discurso televisivo, los usuarios del oficialismo, en cambio, se demoraron en promedio 54 minutos en retuitear frente al promedio de 30 minutos que tardó la oposición. En el momento del discurso de Macri, el tiempo de retuiteo en la oposición se aceleró tanto que cayó a menos de cuatro minutos, mientras que en el oficialismo esa velocidad se mantuvo en 22 minutos promedio.
Estos gráficos evidencian la diferencia en entusiasmo cuando los opositores ganaron la elección y los oficialistas la perdieron. Este entusiasmo, sin embargo, ya se anticipaba en el cierre de las urnas. La percepción de que "esta elección está ganada" agilizó el tiempo de retuiteo, aun cuando no existieran datos oficiales. El anuncio del presidente marcó el punto de inflexión en el cual las sospechas quedaron confirmadas para que algunos salieran a festejar y otros se fueran a dormir.