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Hacia la primera moneda privada global

Miguel Solana

9 de Octubre de 2019, 10:06

"Consideramos que Libra puede significar un nuevo sistema financiero global [...] que rivalice con la política monetaria estadounidense y el dólar. Esto genera graves preocupaciones en cuanto a privacidad, seguridad nacional y política monetaria; no sólo para los 2.000 millones de usuarios de Facebook, sino para el conjunto de inversores, consumidores y la economía mundial en su conjunto. (...) Es imperativo que Facebook y sus socios en este proyecto detengan inmediatamente sus planes y esperen hasta que el Congreso y los reguladores correspondientes hayan podido examinar las implicaciones del proyecto".

Carta de cinco miembros del Comité de Servicios Financieros de la Cámara de Representantes de los EE.UU. a directivos de Facebook, 2 de julio de 2019.

El anuncio, por parte de Facebook, del proyecto Libra, una propuesta para crear una nueva moneda digital junto con una treintena de socios, ha generado fuertes reacciones en ámbitos políticos, económicos y sociales. 

Durante esta semana, David Marcus, responsable de Calibra, la división operativa de Facebook para el proyecto Libra, ha comparecido ante el Comité del Senado de Banca, Vivienda y Asuntos Urbanos para explicar el proyecto y responder a las preguntas de los senadores. Las preocupaciones se han centrado en los riesgos que esta nueva moneda puede suponer para el consumidor, desde cómo va a garantizar su valor hasta cuestiones de privacidad, la mayor debilidad de la compañía debido a sus malas prácticas y por las que se enfrenta a una multa de 5.000 millones de dólares.

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En paralelo, se ha confirmado que la mayoría demócrata en el Comité de Servicios Financieros de la Cámara de Representantes está trabajando en una propuesta de ley cuyo título, Keep Big Tech Out Of Finance Act (Ley para excluir a las grandes compañías tecnológicas del sector financiero) no deja lugar a dudas sobre su objetivo.

La reacciones no sólo se han producido en Estados Unidos. Reguladores y miembros del Gobierno en otros países, como Francia y Reino Unido, han solicitado un análisis urgente sobre las implicaciones de un proyecto de este tipo para el sistema monetario internacional. El Banco de Pagos Internacionales, un organismo tradicionalmente prudente en sus declaraciones, se ha pronunciado también en relación a los riesgos que Libra puede generar para el sistema bancario.

La enérgica respuesta al proyecto desde distintos ámbitos es proporcional a sus profundas implicaciones.Y es que Libra es, en esencia, una iniciativa para crear la primera moneda privada global. 

Como tal, los planes de Facebook, con el apoyo de un número reducido de socios, es uno de los mayores retos a la soberanía de los estados en los últimos tiempos; porque el monopolio de la moneda, junto a la defensa, ha sido uno de los grandes pilares sobre los cuales se han creado los estados modernos.

Si bien es cierto que algunos han cedido la soberanía monetaria, como es el caso de aquellos que han adoptado el dólar o los países de la UE que crearon el euro, nunca una entidad privada había tenido como objetivo un rol en la economía internacional como el pretendido por Facebook y sus socios en este proyecto.

Sin embargo, la creación de Libra es, en gran medida, una evolución natural del uso que hacemos del dinero. Una vez que éste se ha digitalizado e incorporado a la vida diaria a través del ordenador y el teléfono móvil, se ha multiplicado la aparición de plataformas que lo transfieren y custodian de una forma eficiente y segura a través de, por ejemplo, licencias de dinero electrónico y avanzadas plataformas informáticas. La tecnología 'blockchain' es un paso adicional en esta dirección, aunando digitalización y, dependiendo de la criptomoneda (de las que existen miles en el momento actual), un grado mayor o menor de descentralización, aumentando su autonomía e independencia de los emisores nacionales.

En definitiva, el valor de la moneda deja de estar únicamente ligado a la solidez del Gobierno o nación que lo emite y aparecen nuevas dimensiones de valor ligadas a aspectos como la funcionalidad que ofrece el ser tenedor de esa moneda. Por ejemplo, ¿qué tendría más valor para el usuario, un dólar en papel o una moneda digital respaldada por un dólar emitida por un ente privado que permita enviar dinero de forma global e instantánea?

A futuro, es probable que veamos otras iniciativas similares, ya que la combinación de grandes bases de usuarios e infraestructura tecnológica son los grandes pilares sobre los que pueden construirse proyectos de monedas digitales y existen otras compañías, en su mayoría estadounidenses, que serían capaces de hacerlo.

En esta línea, en la directiva europea de servicios de pago conocida como 'Payment Services Directive 2 (PSD2)', de reciente transposición en España, subyace la idea de que los pagos digitales no deben ser un servicio provisto exclusivamente por las entidades financieras. De hecho, éstas no son dueños de los clientes (que lo son de los comercios) ni (necesariamente) tienen las mejores capacidades tecnológicas. En un contexto en el que los pagos son código informático, es natural que las entidades financieras, los agentes tradicionales de la política monetaria y económica de un país, pierdan su posición dominante.

Aún más relevante es el hecho de que algunos bancos centrales, como el de Inglaterra, se hayan mostrado dispuestos a considerar la posibilidad ("open mind", pero por ahora no "open door", tal y como ha indicado su gobernador, Mark Carney) de que nuevas entidades como Libra puedan acceder directamente al sistema del banco central, eliminando la intermediación de los bancos comerciales, aumentando su credibilidad frente a los clientes finales y eliminando costes.

El ejemplo más claro de que esta transformación del sector está ocurriendo es China, donde Alibaba, a través de Ant Financial y Tencent, a través de WeChat Pay, han logrado convertirse en las principales entidades de pago, desplazando a los bancos de un sector crítico en cuanto a información sobre el cliente y esencial para desarrollar una oferta de servicios financieros.

A su iniciativa, Facebook añade el componente criptográfico. Pese a no ser el elemento más relevante del proyecto al menos en esta primera fase, durante la cual la multinacional y sus socios tendrán el control sobre la infraestructura, a futuro su descentralización refuerza la amenaza del proyecto para las instituciones monetarias actuales.

La transición desde la redes de información a redes de valor abiertas se producirá a gran velocidad durante los próximos años. Las empresas tecnológicas van a tener un papel fundamental en su desarrollo, amenazando los pilares tradicionales del sistema monetario y financiero internacional.

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