11 de Julio de 2019, 09:27
El Acuerdo de París y la revolución tecnológica suponen un cambio de paradigma que sitúa a la industria de los combustibles fósiles ante una difícil encrucijada. Las energías renovables son ya más competitivas que las alternativas fósiles para producir electricidad y muy pronto lo serán también en el transporte gracias a las mejoras en el campo de las baterías.
Las renovables son, junto con el ahorro y la eficiencia energética, la columna vertebral del nuevo orden energético. Aportan energía más económica y limpia, aumentan la seguridad energética, generan empleo y gozan del apoyo de la sociedad. Además, al estar distribuidas harán que muchas sociedades en desarrollo puedan realizar la transición minimizando los costes del despliegue de la infraestructura fósil.
Las oportunidades económicas de la transición energética han sido difundidas ampliamente. Sin embargo, los riesgos financieros asociados a las inversiones en activos fósiles son menos conocidos. Según la Agencia Internacional de la Energía, sólo un tercio de las reservas probadas de combustibles fósiles podrá ser quemado para cumplir el Acuerdo de París. El problema es que una parte de estas reservas están incluidas en los balances contables de las empresas y no reflejan su valor real, ya que podrían convertirse en un futuro en activos inservibles o varados (stranded assets).
[Con la colaboración de Red Eléctrica de España]
¿Cuál es la magnitud de estos activos en la economía global? Según un estudio reciente de Carbon Tracker, un think tank financiero y climático situado en Londres, los activos varados alcanzan un valor de 1,6 billones de dólares, una cantidad superior al PIB anual de España. El riesgo financiero se concentra en la industria del petróleo y gas, que acumula el 90% de todos los activos varados. Sólo aquéllos proyectos con los costes de extracción más competitivos podrán sobrevivir en el contexto del Acuerdo de París. En otras palabras, numerosos proyectos no podrán desarrollarse o tendrán que ser cancelados.
Otro estudio reciente publicado en la revista Nature Climate Change señala que estos activos pueden suponer una nueva "burbuja financiera" que, "si no se desinfla a tiempo, podría acarrear pérdidas comparables a las de la crisis financiera de 2008". El gobernador del Banco Central de Inglaterra, Mark Carney, lleva tiempo alertando de este hecho y recomendando tomar acciones "para evitar un colapso repentino en los precios de los activos". Por eso, recientemente el fondo soberano de Noruega, el mayor del mundo, ha anunciado la mayor desinversión hasta la fecha. Desinvertirá 11.000 millones en empresas de petróleo y gas para reinvertirlo en energías renovables con el objetivo de "reducir la vulnerabilidad del fondo" y, con ello, el futuro de las pensiones y del Estado de Bienestar de Noruega.
¿Están todas las empresas igualmente expuestas a estos riegos? Carbon Tracker ha realizado un test de estrés a las principales empresas cotizadas de petróleo y gas utilizando la base de datos UCube, que contiene información detallada de 65.000 pozos y licencias. Sus resultados muestran que, de media, las inversiones varadas de las compañías supondrán entre un 16% y un 33% de sus inversiones totales en el año 2035. Y avisan: las empresas peor situadas corren un riesgo mayor si no corrigen a tiempo su posición financiera.
A pesar de las evidencias, muchas petroleras se esfuerzan en señalar que sus estrategias están alineadas con el Acuerdo de París. Para ello, muestran objetivos de reducción de emisiones o de su intensidad por unidad de energía producida, o aumentos en las inversiones en renovables. Aunque todas estas medidas van en la senda adecuada, no implican un cumplimiento si, por ejemplo, la estrategia es seguir impulsando la exploración y producción de combustibles fósiles durante los próximos 50 años.
Afirmar que una compañía está alineada con el Acuerdo de París, según Carbon Tracker, precisa comprometerse a desarrollar sólo aquellos proyectos que sean económicamente viables dentro del citado Acuerdo. Además, la compañía ha de ser transparente con sus accionistas respecto a qué supone este cambio en su modelo de negocio y qué decisiones tomará en la práctica para cumplirlo. Shell, por ejemplo, ya ha anunciado que sólo invertirá en proyectos que sean "climáticamente-competitivos" y "compatibles con la senda de los dos grados".
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La industria de los combustibles fósiles reclama ser parte de la solución, pero para ello lo primero y fundamental es no obstaculizar las políticas climáticas. Es inaceptable, por ejemplo, el comportamiento de empresas como ExxonMobil, acusada de haber manipulado a la opinión pública y a sus accionistas durante años y que ha llevado a la Fiscalía del Estado de Nueva York a emprender acciones legales. Según la Fiscalía, "los inversores depositaron su dinero y confianza en Exxon porque les garantizó el valor a largo plazo de sus acciones; sin embargo, construyó una fachada para ocultar de forma sistemática la realidad del cambio climático". La demanda alega que los altos ejecutivos estaban al corriente del posible fraude y, en concreto, menciona a Rex Tillerson, máximo responsable de la compañía y posteriormente secretario de Estado en la Administración Trump.
En esta delicada encrucijada, la industria de los combustibles fósiles tiene ante sí dos caminos: ignorar las advertencias climáticas y financieras y continuar expandiendo sus activos fósiles, o transitar hacia las energías limpias y alinearse con el Acuerdo de París. Si eligen el primero, se equivocarán. En las sociedades abiertas y democráticas, la transparencia y la rendición de cuentas se impondrá antes o después y, a medida que la ciudadanía global sea más consciente de la crisis climática, demandará una acción global más contundente. El Acuerdo de París prevalecerá.
Si, por el contrario, eligen el segundo camino, tendrán futuro. Con el liderazgo adecuado, alguna de estas compañías incluso podría convertirse en un ejemplo de cómo una empresa hizo internamente su propia transición dentro de la transición energética global a la que nuestras sociedades no van a renunciar.