7 de Julio de 2019, 23:32
La democracia interna es uno de los grandes retos para los partidos políticos en América Latina. Los modelos son diversos y su implementación depende del contexto de cada país. La mayoría optó por modelo de elecciones internas en la que solo participan militantes o por un sistema de delegados. Argentina y Uruguay optaron por elecciones abiertas.
En Uruguay las internas no son obligatorias para los ciudadanos, pero lo son para los partidos políticos (en Argentina son obligatorias para ambos). Las elecciones son abiertas y simultáneas. El despliegue en los locales de votación y la participación de los miembros de mesa convocados dan cuenta de la organización a cargo de la Corte Electoral
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La elección interna es una competencia intra partidaria. Para definir la candidatura a la presidencia se requiere que el candidato obtenga el 50% de los votos de su partido o que logre una ventaja de 10 puntos sobre el segundo. En tal caso el congreso partidario define la candidatura. El sistema está estructurado en la organización del partido y su capacidad de movilización.
El sistema electoral tiene legitimidad a pesar de su complejidad. Al grupo que integramos la Misión Electoral de la Fundación Konrad Adenauer para las elecciones del 30 de junio, nos impactó lo interiorizado que está el sistema electoral en los ciudadanos. Una amplia cultura política permitía que desde taxistas hasta los propios miembros de mesa expliquen detalles de estas elecciones, a pesar de las particularidades y complejidad del sistema electoral uruguayo.
Algunas claves de las elecciones internas en Uruguay
Los miembros de mesa son funcionarios públicos. Por su participación tienen seis días de licencia, el día siguiente a las elecciones y los demás en la fecha que elijan. Su presencia desde muy temprano en la mañana para atender a los votantes y delegados supone también enviar informes parciales sobre la participación, varias veces al día a la autoridad electoral, a través de una tablet. Sin embargo, no incluye voto electrónico ni prescinde de la antigua práctica de las múltiples listas entregadas por los partidos y dispuestas en la cámara secreta.
Los uruguayos eligieron en esta fecha al órgano deliberativo departamental y la convención nacional partidaria. En ese proceso electoral las listas pueden llevar al mismo candidato a la presidencia, pero presentar opciones diversas para los órganos partidarios, las mismas que representan a las distintas facciones. Los delegados partidarios están atentos para reponer las listas que hicieran falta, aunque los electores más comprometidos y precavidos llevarán la lista que recibieron previamente en su domicilio o en el partido. La maquinaria del partido no sólo se encarga de esta tarea: "Llevar electores a la votación es parte de la tradición", comentó una militante.
El reporte oficial señala que votó el 40% de electores. El porcentaje es ligeramente mayor a las internas de 2014, aunque con una composición diferente por partido político.
Los resultados habrían definido candidaturas de los tradicionales partidos Blanco y Colorado así como del Frente Amplio. En todos los casos fueron elecciones de varios candidatos, en mayor o menor medida fueron elecciones competitivas. Si bien estas elecciones son voluntarias, las de octubre son obligatorias.
¿Fortalece o debilita a los partidos esta competencia interna? Esta fue la pregunta que formulé a diversos actores. "Vamos detrás de la candidatura que gana", me respondió un candidato. Una de las jóvenes líderes me respondió con convicción que los fortalece, pero muy consciente que el esfuerzo mayor está en las elecciones generales "a la que no pueden llegar muy cansados". Uruguay tiene un sistema de partidos institucionalizado en el que no parece haber mucho espacio para outsiders ni para candidaturas improvisadas como ocurre en otros países de América Latina.
Un modelo de democracia interna para el Perú
Las similitudes entre los países latinoamericanos encuentran grandes diferencias en los matices de sus sistemas de gobierno, sistema electoral y principalmente partidos políticos. Los contextos de aplicación, objetivos y resultados de las experiencias de democracia interna son bastante particulares. Uruguay, caracterizado por la existencia de partidos, facciones e instituciones fuertes y Argentina, donde existe disputa entre fracciones partidarias. En ambos casos, se optó por dirimir las disputas entre facciones partidarias abriéndolas a la participación de los ciudadanos, permitiendo así que las pugnas internas se definan más allá del mundo de los militantes, involucrando al conjunto de la sociedad. El caso peruano es diferente. Al igual que Uruguay y Argentina, Perú mantiene el sufragio obligatorio. Sin embargo, los peruanos tienen una muy baja identificación con los partidos políticos. La Comisión de Alto Nivel para la Reforma Política propuso a pesar de ello, elecciones abiertas, simultáneas y obligatorias con el propósito de incentivar mayor participación de los ciudadanos.
De acuerdo con el Barómetro de las Américas, Uruguay es el país con mayor apoyo a la democracia en la región, así como el que tiene el mayor nivel del adhesión partidaria de la ciudadanía 44%; mientras que en el Perú, solo 15% simpatiza con un partido político, uno de los niveles más bajos de la región. Por ello, resulta importante hacer que la decisión de definir las candidaturas no quede reducida solamente a un pequeño grupo de militantes.
Del Perú se dice con razón que es una democracia sin partidos. Partidos débiles y personalistas en los que no existen estándares para la selección de candidaturas que conllevan a poca idoneidad en las mismas. Las carreras políticas no son la regla. Sin cuadros o militantes tienden a funcionar como coaliciones de independientes.
La propuesta consiste en establecer un sistema de elecciones internas abiertas a la participación ciudadana. Evita que la decisión de las candidaturas provenga de un número reducido de militantes y las acerque a las preferencias de los ciudadanos. La organización a cargo de la Oficina Nacional de Procesos Electorales permitirá definir los candidatos a presidente y congreso. Quien resulte elegido presidente designará a los dos vicepresidentes, según lo disponga el estatuto del partido. En cuanto al mecanismo para la selección de los candidatos al congreso, se propone un sistema de elección individual, en donde los candidatos con mayor votación obtienen los primeros lugares de las listas de candidatos. Así se mantiene el voto preferencial en las internas, pero para las elecciones generales se proponen lista cerradas y bloqueadas. Un 20% de la lista podrá ser reservado al partido para asignar candidatos según lo que dispongan sus estatutos. Con ello se propone dar más legitimidad a los partidos políticos y fortalecerlos en la campaña con la eliminación del voto preferencial.
Partidos con estructura y organización interna no se construyen por ley, pero la ley puede contribuir a garantizar niveles ciertos de democracia interna y participación. Con ello los partidos que aspiran llegar al gobierno empiezan por practicar en la democracia en casa. Los modelos responden a las tradiciones y cultura política pero también a los objetivos de devolver la confianza a los ciudadanos en la política y los políticos.