El nuevo ciclo 2019-2024 que se abre en la Unión Europea tras las elecciones al Parlamento Europeo de este domingo es una magnífica oportunidad para que España repiense sus prioridades, su discurso y sus alianzas para ganar presencia en este proyecto.
En este repensar del papel de España en la UE, sin embargo, se parte a menudo de muchas obviedades y se sufre todavía algún espejismo. Una de las frases más repetidas entre los analistas provenientes de las universidades y de los think tanks es que España boxea por debajo de sus posibilidades en Europa. Algunos llegan a situar este momento en el punto más álgido de la crisis económica, cuando España pasó a ser más parte del menú de la austeridad europea que actor relevante en la mesa de decisión de los consejos europeos. El reto independentista en Cataluña y la situación de debilidad política debido a la sucesión de elecciones generales son otros de los motivos que se alegan para justificar el poco peso político de Madrid en Bruselas.
Durante la campaña electoral europea del 26-M, publicaremos en colaboración con Instrategies think&do una selección de artículos sobre los principales retos a los que se enfrenta el nuevo Parlamento Europeo
Otra obviedad que a menudo se escucha es el cuanto peor estén otros estados miembros, mejor le va a ir a España. En este escenario, hoy se habla sin parar de que la salida del Reino Unido y el creciente euroescepticismo de Italia sitúan a España en una mejor puerta de salida para tener más presencia e influencia en Bruselas. Ello, a pesar de ser repetido constantemente en los corrillos europeístas españoles, no lo creen con el mismo fervor en los más altos foros de Bruselas.
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La tercera obviedad es el europeísmo a prueba de bombas de los españoles. Hasta la aparición de Vox, éstos se enorgullecían de ser uno de los pocos estados europeos sin fuerzas políticas euroescépticas. A pesar de que este partido no se ha definido oficialmente como tal, el fantasma del euroescepticismo ya se ha instalado en el Congreso de los Diputados.
A pesar de todo ello, España continúa viviendo dentro de un espejismo en la Unión. Todavía hoy, 15 años después, se habla de los nuevos países de la ampliación haciendo referencia a los estados miembros de Europa central y oriental. Algún futuro eurodiputado conservador llega a afirmar con rotundidad que la ampliación de 2004 y 2007 no tuvo que haber ocurrido nunca. Parece que España aún no ha digerido la ampliación al Este y piensa en términos de la Unión de los 90, cuando era la UE de los Doce (entre 1986 y 1994) o, como mucho, de los Quince (entre 1995 y 2004). En ese momento, España consiguió colocarse al lado del eje franco-alemán e impulsar una agenda bastante propia basada en los conceptos de ciudadanía europea, cohesión social o partenariado euro-mediterráneo.
La UE ha cambiado mucho desde entonces y España debe jugar sus cartas de forma muy distinta. Por un lado, el primer frente en el que debiera aspirar a situarse mejor será en el de los nombramientos de altos cargos para el nuevo ciclo europeo (presidentes del Consejo Europeo, Comisión, Parlamento y Alto/a Representante de Asuntos Exteriores). Claramente, España ha estado infrarrepresentada en este póker de top jobs en los últimos años. Pero por el otro, más importante que las personas con cargos es presentar y defender un programa europeo que aúne los intereses españoles con los europeos en aquellos ámbitos que más preocupan a los ciudadanos como la lucha contra el cambio climático, la igualdad de género, el crecimiento económico y la reforma de la gobernanza de euro, las interconexiones energéticas o la gestión de las migraciones.
La coyuntura doméstica y europea es favorable a los intereses pro-europeos y cada vez más ambiciosos de España. Después de las elecciones, será el momento de jugar en el tablero institucional europeo. No sólo Pedro Sánchez tendrá cartas nuevas para enseñar en el Consejo Europeo, sino también los futuros eurodiputados podrán desempeñar un papel más relevante tanto en sus respectivos grupos políticos como en el Hemiciclo.
(¿Cuál ha sido el mayor beneficio de la pertenencia de España a la UE? ¿Cuál es su mayor reto hoy?)En #AgendaExterior