La incertidumbre rige las transiciones democráticas. Los procesos de democratización en América Latina demuestran que las pugnas entre las facciones de 'soft' y 'hardliners' dentro del seno militar muchas veces son las que deciden si hay un cambio de régimen o no. Durante años, las fuerzas democráticas en Venezuela han hecho llamadas a las Fuerzas Armadas a unirse al cambio político en el país, y aun cuando ha habido deserciones en el pasado, Hugo Chávez y Maduro supieron doblegar y mantener en fila a los rangos militares. Sin embargo, este martes el presidente interino Juan Guaidó amaneció en la base aérea La Carlota rodeado de miembros de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) y la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) desafiando, una vez más, al usurpador Nicolás Maduro. ¿Llegó finalmente la transición a Venezuela?
Para responder este interrogante, debemos entender por qué ha sido tan difícil y costoso poner fin al régimen de Maduro, que a su vez fue diseñado por el difunto Hugo Chávez. El tipo de dictadura que se instauró en Venezuela es muy distinto a los regímenes autoritarios que conocemos del pasado. Al fusionar elementos democráticos (como, por ejemplo, la celebración de elecciones) con elementos autoritarios, incluyendo el control de prensa, la persecución política y control de las instituciones del Estado, Chávez y Maduro hicieron ver al mundo por mucho tiempo que en Venezuela había una democracia. Este sistema híbrido fue evolucionando con los años y culminó en una dictadura completamente cerrada y represiva, causando el encarcelamiento y exilio de cientos de políticos, militares y activistas, la clausura de la libertad de expresión, la desinformación y el exilio de más de cinco millones de venezolanos.
Durante dos décadas el liderazgo político ha intentado, con altibajos, buscar salidas que conduzcan a un cambio político. El nuevo intento liderado por Juan Guaidó promete ser el definitivo. Desde el 23 de enero, el joven diputado se ha dedicado a construir 'capacidades', como él explica, para lograr el cese de la usurpación, un Gobierno de transición y elecciones libres. En su plan, Guaidó y la Asamblea Nacional han movilizado y esperanzado a la población, logrado el apoyo de más de 55 países a nivel mundial y ha ofrecido amnistías y garantías a aquellos civiles y militares que aún mantienen su lealtad a Nicolás Maduro. Sin duda, esto último ha sido lo más difícil, al ser lo más crucial.
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Venezuela necesita que los militares, que por mucho tiempo han sido amedrentados y humillados por un régimen corrupto, se plieguen a la Constitución y al 90% de la población venezolana que desea un cambio. Ahora bien, es importante, a la hora de dirigirse al sector militar, entender que no todos ofrecen su apoyo incondicional a Maduro, ya que han perdido sus beneficios y padecen la profunda crisis económica y social. Son los altos mandos militares, con apoyo de la Inteligencia cubana, los que controlan un sector sustancial de la economía formal e ilícita del país y han dictado las líneas de represión. Y son ellos a los que hay que presionar para facilitar la democratización.
Hoy, de manera inesperada, y con la incertidumbre que caracteriza las transiciones, el presidente interino Juan Guaidó, rodeado de varios militares, diputados de la Asamblea Nacional y el dirigente político Leopoldo López, instó a todas las fuerzas militares del país a atender su llamada para lograr la liberación de Venezuela. No tenemos la seguridad absoluta de que los altos mandos escucharan esta llamada, pero sin duda se acabó la incertidumbre acerca del apoyo incondicional a Maduro por parte de las Fuerzas de Seguridad del Estado. Y esto es un gran paso que, en el mejor de los casos, generará un efecto dominó en la población, los militares y la comunidad internacional.
Lo importante, en estos momentos de tensión en los que Maduro todavía cuenta con grupos irregulares armados y con la Inteligencia cubana, es mantener una comunicación clara con la población, a pesar del caos y la desinformación que genera el régimen. A lo largo de los años, la población venezolana ha demostrado ser consecuente con su deseo de cambio. Al parecer, los militares han vencido el miedo y están dispuestos a ser la ficha crucial en este proceso de transición.