En una entrevista reciente en el programa de Bertín Osborne, Santiago Abascal, líder de Vox, afirmó que la izquierda había perdido la batalla de la lucha de clases, ya que "hoy los obreros y los trabajadores votan fundamentalmente a opciones que no son de izquierdas". ¿Es cierta esta afirmación? ¿A qué opciones votan hoy las distintas clases ocupacionales en España? ¿Existen patrones estables en el tiempo entre, por ejemplo, los obreros cualificados y determinadas opciones políticas?
El debate sobre la clase social y el voto en Europa occidental
En las últimas décadas, científicos sociales como Geoffrey Evans y Daniel Oesch han mostrado su escepticismo ante aquéllos que entienden el voto de clase como un fenómeno del pasado y proclaman su inevitable desaparición. De hecho, según Oesch, la importancia cada vez mayor de nuevas brechas de conflicto en nuestras sociedades (como el respeto a la diversidad étnica y religiosa o una posición favorable a la integración europea) no se pueden reducir simplemente a un conflicto de valores, sino que las preferencias de los ciudadanos en relación a estos debates se explican también a través de su posición en la estructura social y ocupacional del país.
El esquema de clases ocupacionales propuesto por Oesch divide la población activa a partir de dos dimensiones. La primera, vertical, distingue jerárquicamente entre aquellas relaciones laborales más o menos ventajosas (en función del nivel de las capacidades que ofrece el trabajador); la segunda dimensión distingue horizontalmente entre cuatro lógicas distintas de trabajo (interpersonal, técnica, organizacional e independiente).
Oesch pone el énfasis especialmente en esta segunda dimensión horizontal, ya que considera que Erikson y Goldthorpe hacían un retrato demasiado homogéneo de la clase media asalariada, al no tener en cuenta las distintas lógicas de trabajo existentes. Esto le lleva a distinguir entre tres clases ocupacionales distintas dentro de esa clase: (1) los managers, como un gerente de personal, un contable o un administrador; (2) técnicos especialistas (technical professionals), como ingenieros, informáticos o técnicos; y (3) trabajadores socioculturales (sociocultural professionals), como médicos, profesores, periodistas o trabajadores sociales.
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Por otro lado, dentro de la clase trabajadora Oesch distingue entre los (4) production workers (clase trabajadora industrial) por ejemplo, mecánicos y carpinteros y los (5) service workers (trabajadores del sector servicios o nueva clase trabajadora) como camareros, dependientes o auxiliares de enfermería.
En un lugar a medio camino entre la clase media y la clase trabajadora Oesch sitúa a los (6) office clerks , trabajos administrativos como secretarios, empleados de correos o recepcionistas. Finalmente, dentro de aquellos que trabajan por cuenta propia, los autónomos, Oesch diferencia entre (7) los grandes empleadores y profesionales liberales como abogados o dentistas, y (8) los propietarios de pequeños negocios como el dueño de una tienda, artesanos independientes o agricultores.
Este esquema de Oesch se utiliza no sólo para estudiar cuestiones como la estratificación en el mercado laboral o la segregación de género, sino también para explicar cómo el hecho de pertenecer a una clase ocupacional incrementa la probabilidad de votar por un tipo de partido político u otro. Por ejemplo, sabemos que en las últimas décadas muchos partidos socialdemócratas en Europa occidental se han ido convirtiendo en mucho más atractivos para las clases medias asalariadas.
El siguiente gráfico de Gingrich y Häusermann (2015) muestra la evolución del porcentaje que representa las clases trabajadora y media dentro del voto a partidos de izquierda (incluyen aquí socialdemócratas, partidos verdes y partidos de nueva izquierda). El gráfico muestra que los países del sur de Europa son los únicos donde el porcentaje de votantes de ambas clases está prácticamente empatado, mientras que en los demás países los votantes de clase media están mucho más representados que los de clase obrera en los partidos de izquierdas.
Asimismo, es cierto que, a menudo, los partidos de derecha radical en Europa se nutren en gran medida de trabajadores de clase obrera, aunque esto varía en función del país y se tiendan a exagerar las transferencias de voto desde partidos de izquierdas hacia partidos de derecha radical (por ejemplo, los socialdemócratas en Baviera perdieron más votos hacia los verdes que hacia esa derecha). De hecho, los votantes de partidos radicales de derechas suelen provenir más a menudo del centro derecha o de la abstención. También es posible, como se sugiere aquí para el caso de Reino Unido, que una parte de los provenientes de la abstención en su momento votaran a los socialdemócratas.
¿Votan los obreros a la izquierda en España?
A continuación, se muestra una serie de gráficos descriptivos sobre cómo votan las distintas clases ocupacionales en España, así como sobre el porcentaje que representa la composición social del electorado de los distintos partidos. Utilizamos el esquema de clases ocupacionales desarrollado por Oesch y también la variable estatus socio-económico del CIS (este anexo explica qué tipo de trabajos se incluyen en cada una de estas categorías).
En el primer gráfico mostramos cómo votan las distintas clases ocupacionales (siguiendo el esquema de Daniel Oesch) en España en el periodo entre octubre de 2016 y febrero de 2019. El PSOE es el partido mayoritario a día de hoy en casi todas las clases ocupacionales. De hecho, es especialmente exitoso entre la clase trabajadora, es decir, los production workers alrededor de un 48% se incluye en la variable voto+simpatía y los empleados del sector servicios (cerca del 37%). Por otro lado, Ciudadanos supera al PSOE entre los 'managers' y el PP parece seguir siendo el partido preferido entre grandes empleadores y profesionales liberales autónomos (self-employed professionals en el gráfico).
En el caso de Ciudadanos hemos incluido también las cifras de abril de 2018, cuando este partido lideraba las encuestas en España. En aquel momento, logró ser un partido muy atractivo para managers, grandes empleadores y profesionales liberales autónomos, y para los técnicos especialistas. En el caso de Podemos, el grupo entre el que es más exitoso es el de los trabajadores socioculturales, como es el caso de otros partidos comparables a Podemos en Europa.
En el segundo gráfico hemos sumado ocho barómetros distintos entre octubre de 2016 y febrero de 2019, con el objetivo de obtener la composición social de cada electorado en porcentajes relativos. Aquí observamos que los 'production workers' son, con diferencia, la clase ocupacional más numerosa dentro del electorado del PSOE. El de Vox parece repartirse de forma más homogénea que en otros partidos, con cuatro grupos distintos (los propietarios de pequeños negocios, los production workers, los managers y los trabajadores del sector servicios), representando cada uno cerca del 20% de su electorado.
Sin embargo, debemos ser cautos con estos datos debido a que incluyen votantes de Vox antes de que este partido diera el salto a las instituciones en las elecciones andaluzas, y es probable que la estructura de su electorado esté todavía conformándose. Algunos análisis preliminares, como este de Guillem Vidal, sugieren que la nueva clase trabajadora (trabajadores del sector servicios) vota más a Vox y menos la trabajadora industrial (production workers).
Una hipótesis es que el hecho de que el PSOE sea todavía tan exitoso entre la clase trabajadora industrial (también representada en el PP, aunque en menor medida) explica por qué Vox no consigue penetrar con tanta fuerza en ese sector del electorado (aunque sí lo están intentando), como lo hacen en otros partidos de derecha radical en Europa. Por ejemplo, como observamos en el siguiente gráfico para el caso de Dinamarca, en el partido socialdemócrata danés la clase obrera industrial está menos representada que en el caso del PSOE, y la derecha radical sí que se nutre especialmente de éstos, así como de los trabajadores del sector servicios. También hay que tener en cuenta que el peso relativo de estos grupos en ambos países es ligeramente distinto, con más production workers en España y más trabajadores socioculturales en Dinamarca.
En el gráfico 4 hemos incluido la variable de estatus socio-económico del CIS para mostrar las series históricas. Se han incluido dos cifras para cada partido: la primera hace referencia a 1993 y la segunda a febrero de 2019. Aquí, el PSOE es mayoritario en los diferentes grupos, y de nuevo destaca por su poderío entre los obreros cualificados (32%) y no cualificados (35%). Si lo comparamos con 1993, donde empieza la serie, el PP desciende especialmente entre las 'nuevas clases medias', donde le supera ahora Ciudadanos, y entre la clase alta/media alta, donde podría estar repuntando también el PSOE.
En definitiva, aunque sí que es cierto que en muchos países europeos los partidos socialdemócratas y de nueva izquierda han incrementado su apoyo entre las nuevas clases medias y medias altas, en España, a día de hoy, la clase trabajadora sigue simpatizando con el PSOE. Si, finalmente, los socialistas logran recuperar el 28-A el electorado que perdió a raíz de la crisis económica y la llegada de los nuevos partidos (jóvenes, personas con estudios superiores o clases urbanas) se enfrentará al reto de contentar a un electorado con intereses y preferencias muy diversas. Las opciones están sobre la mesa, pero la estrategia a seguir seguirá sin estar del todo clara.