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Hora de actuar, Hora del Planeta

Juan Carlos del Olmo

29 de Marzo de 2019, 21:32

Este sábado, WWF celebra en todo el mundo la Hora del Planeta. El apagón empezará en las islas Cook en el Pacífico e irá oscureciendo todo el mundo. Participarán casi 200 países y territorios, más de 10.000 ciudades, miles de empresas y cientos de millones de personas apagarán las luces de sus casas, sus negocios o sus principales monumentos y organizarán eventos en las calles y en las redes sociales para recordar la urgencia de actuar contra el cambio climático y detener la destrucción de la naturaleza. ¿Por qué toda esta movilización?

La Hora del Planeta nació Australia en 2007 como respuesta a la inacción de los gobiernos y para exigir la firma de un acuerdo global que pusiera freno a las emisiones gases contaminantes, y hoy se ha convertido en la mayor movilización de la historia en defensa del medio ambiente. Aunque muchas luces se apagarán, no es una iniciativa para ahorrar energía durante 60 minutos, sino un acto simbólico, una llamada a la acción global para salvar nuestro planeta; para que gobiernos, empresas y gente corriente actuemos de forma coordinada y decidida para afrontar un desafío de dimensiones colosales ante el que sólo tendremos éxito si actuamos unidos.

[En colaboración con Red Eléctrica de España]

En WWF llevamos más de 30 años alertando y denunciando las causas del cambio climático, y conocemos de primera mano el coste de cada pequeño avance y de cada paso dado hasta hoy. Décadas de negacionismo organizado y el bloqueo sistemático de gobiernos y negocios vinculados los combustibles fósiles nos hecho perder un tiempo precioso que debemos recuperar urgentemente. Por eso, iniciativas como la Hora del Planeta, y otras muchas lideradas por organizaciones como WWF en todo el mundo, han sido y siguen siendo vitales para crear la conciencia y la presión social necesarias para impulsar un cambio profundo y urgente de este modelo de desarrollo.

La situación no puede ser más más grave ni más acuciante y las señales de alarma están por todas partes. Entre ellas, que los últimos cuatro años han sido los más cálidos jamás registrados: un impacto al que ningún país puede escapar, y menos el nuestro, como demuestran los datos presentados esta semana por la Agencia Estatal de Meteorología y que muestran una España ya recalentada y en el epicentro del cambio climático.

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Sin embargo, no se trata sólo del clima. El último informe de las Naciones Unidas, 'Perspectivas del medio ambiente mundial', también deja muy claro que el cambio climático es sólo una de las amenazas a las que nos enfrentamos en esta batalla en múltiples frentes, y que la concatenación de presiones sobre la naturaleza nos está abocando a un punto de no retorno.

La naturaleza nos da todo lo que necesitamos para vivir, pero sin importarnos ni las consecuencias para nuestro futuro ni el daño que hacemos a los seres con los que compartimos el planeta la estamos destruyendo a un ritmo vertiginoso: el Informe Planeta Vivo 2018 de WWF muestra una reducción de las poblaciones de fauna salvaje global del 60% solamente en el periodo entre 1970 y 2014, debida fundamentalmente a la degradación de los bosques, ríos y océanos donde viven y que también son los cimientos de nuestra economía.

Por suerte, hoy la determinación de la sociedad es cada vez mayor y en todos los rincones del mundo nacen y crecen organizaciones de todo tipo que trabajamos en alianzas, como una enorme red neuronal, para avanzar en la defensa de la naturaleza y proponer soluciones. Por suerte también, estas redes se refuerzan y rejuvenecen ahora con el impulso de una nueva generación de jóvenes eclosionada gracias al símbolo y la inspiración de Greta Thumberg.

Gracias a la presión y la movilización de la sociedad empezamos a ver señales de cambio impensables cuando, hace 12 años, apagamos las luces en la primera Hora del Planeta. Hoy disponemos de herramientas como la de los Objetivos de Desarrollo sostenible y del Acuerdo de París contra el cambio climático. Los gobiernos y el sector privado han empezado a retirar su apoyo a los combustibles fósiles, al tiempo que la inversión en energías limpias y renovables crece a un ritmo sin precedentes y la venta de vehículos eléctricos despega mientras las ciudades se blindan contra los más contaminantes. La superficie de agricultura ecológica se ha duplicado en Europa en solo una década, miles de empresas están naciendo gracias a soluciones más limpias e innovadoras y la economía circular y la protección del medio ambiente se están convirtiendo rápidamente en uno de los más importantes yacimientos de empleo a nivel global.

En España, los compromisos presentados por el actual Gobierno son de gran calado y, aunque siempre reclamaremos más ambición, suponen un golpe de timón para nuestro insostenible modelo productivo que, en caso de materializarse, supondrán una profunda descarbonización de la economía, impulsada por el fin de los combustibles fósiles y por el despliegue a gran escala de las energías limpias. Esperamos que el nuevo Gobierno que salga de las urnas haga realidad estas propuestas, porque si algo hemos aprendido del cambio climático hasta ahora es que ni se detiene ni se sienta a negociar.

A pesar de lo abrumador de los datos, sorprende y asusta comprobar cómo en la contienda política actual casi nadie habla del cambio climático ni de la pérdida de biodiversidad, siendo sin duda amenazas incontestables para la economía, la integridad y la prosperidad de nuestro país.

Estamos al comienzo de una transición ecológica en la que no puede haber retrasos ni marcha atrás. La Ciencia es clara, la tecnología suficiente; lo único que falta es la determinación política para avanzar.

Por eso, esta noche de marzo de movilización, de gestos sencillos y de energía positiva, es más necesaria que nunca, e invitamos a todo el mundo a participar. Es un mensaje poderoso que debe llegar desde todos los sectores de la sociedad y desde todos los rincones del  mundo. ¡Es hora de actuar por la naturaleza! ¡Es la Hora del Planeta!

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