El CIS ha publicado los resultados (y microdatos) del barómetro de febrero de 2019. Se trata de un estudio especialmente importante porque estamos a las puertas de las elecciones generales que, a su vez, quedan a tan solo un mes de las europeas, autonómicas y locales. Es el primer barómetro que recoge las actitudes en período de precampaña, después del anuncio de la convocatoria de elecciones generales y después también de la reconfiguración del tablero electoral tras el vuelco político en Andalucía y la constatación de que la competición electoral se va a jugar, como mínimo, a cinco bandas, algo inédito en España hasta la fecha. Por si todo lo anterior fuera poco, el estudio reciente es una de las primeras bases de datos que nos permite analizar con el detalle necesario cómo puede afectar un amplio número de factores al nuevo en discordia, Vox.
Para estudiar estas cuestiones, hemos contrastado una serie de modelos para comprobar el efecto de distintos elementos sobre la propensión a votar a cada uno de los cinco grandes contendientes de estos comicios (por simplicidad, hemos optado aquí por una batería de regresiones logísticas bivariadas, algo que parece muy complejo pero que gráficamente será fácil de ver). La Figura 1 ilustra estas regresiones. Ella tiene en cuenta la edad del votante, su género (ser mujer frente a hombre), el nivel de estudios (superiores frente a sin estudios, primarios o secundarios), el tamaño del municipio (hábitat rural frente a urbano), su situación laboral (estar desempleado versus otra situación), la pertenencia a una clase social alta o media (frente a ser de la clase baja/obreros), la valoración de la situación económica actual (positiva frente a negativa), la valoración del desempeño del Gobierno (positiva frente a negativa) y su ideología (escala de 1 a 10, donde 1 es izquierda y 10 derecha). Por su parte, la Figura 2 tiene en cuenta las valoraciones de las subidas de gastos en distintas partidas en los Presupuestos Generales del Estado planteados por el ejecutivo de Pedro Sánchez (en adelante, PGES), así como la valoración de la subida del salario mínimo.
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La interpretación de ambas figuras es sencilla. Cada columna de los gráficos incluye todos los factores señalados y su relación con cada uno de los cinco partidos: Unidos Podemos (UP), PSOE, Ciudadanos (CS), PP y Vox. Para saber qué factores afectan al voto a cada partido, y en que dirección, debemos fijarnos en la relación de cada punto con el valor 0, señalado con una línea vertical discontinua. Cuando los puntos de cada factor están a la derecha de la línea vertical señalada por el 0, el efecto sobre la probabilidad de votar a un partido dado es positivo; y su efecto es negativo, por el contrario, si se sitúa a la izquierda. Si el punto corta o cruza la línea vertical no tiene ningún efecto. Así, según la Figura 1 y 2, la probabilidad de votar a UP aumenta para los jóvenes, es mayor entre quienes tienen estudios superiores y los desempleados, y aumenta también a medida que los encuestados se sitúan más a la izquierda en el eje izquierda-derecha. También aumenta con la valoración positiva del incremento de gastos en los PGES en materia de memoria histórica y con la valoración positiva de la subida del salario mínimo, medidas en las que el apoyo de Podemos fue especialmente relevante y notorio. Resulta interesante apreciar que la probabilidad de votar a UP se reduce con la valoración del incremento de la partida dedicada a la protección de la mujer (esta variable sólo es significativa en el límite, con un nivel de confianza del 90%), algo que podría deberse a que quienes valoran de manera especialmente positiva esta medida consideran que se debe, principalmente, al PSOE y no tanto a Podemos.
Gráfico 1.- Efectos de las variables sociodemográficas, las retrospectivas y la ideología sobre la probabilidad de votar UP, PSOE, Cs, PP y Vox
La probabilidad de votar al PSOE aumenta con la edad (como cabe esperar con un partido más tradicional), es menor entre los que tienen estudios universitarios (posiblemente, porque UP ha sido especialmente exitoso en competir por ese mercado de votos) y es menor entre las clases altas y medias (posiblemente, debido a que su giro a la izquierda y la competición con Cs han devuelto importancia al perfil de clase). Como es lógico, también aumenta con la valoración al gobierno (pero no a la situación económica) y decrece a medida que los electores son más de derechas. De las distintas medidas que incluía el PGES, las que les reportan votos son el aumento en el gasto social y en la protección de la mujer (confirmando la apropiación relativa de este tema por parte del PSOE), además de la valoración positiva del aumento del salario mínimo (aspecto que comparte con UP, como hemos visto). Sin embargo, de manera un tanto paradójica, la probabilidad de votar al PSOE cae a medida que sube la valoración del aumento en el gasto sanitario en el PGES.
La probabilidad de votar a Cs disminuye con la edad y con la valoración del PSOE (con quien compite en el flanco izquierdo), y aumenta con la valoración de la economía y la ideología (confirmando esto el giro a la derecha de este partido, sobre el que tanto se ha hablado). La única variable de valoración de los PGES relevante para Cs es la valoración del aumento de gastos en cuestiones de memoria histórica, que menoscaba el apoyo a Cs (quizá, esto se deba a que Cs ha intentado mantener un perfil neutro o, al menos, moderado, en relación con muchas de las medidas del PGES, para no ofrecer una imagen excesivamente de derechas y evitar, así, perder apoyos entre sus votantes más progresistas).
Gráfico 2.- Efectos de las posiciones en relación con las políticas realizadas por el Gobierno del Pedro Sánchez sobre la probabilidad de votar a UP, PSOE, Cs, PP y Vox
Uno de los resultados más llamativos de nuestros modelos es que ser mujer aumenta la probabilidad de votar al PP. Este hecho es, por una parte, novedoso, y, por otra, parecería contradictorio dado el menor protagonismo del PP en los temas de género. La explicación a esta paradoja estriba, probablemente, en que Vox ha sido especialmente exitoso en robarle al PP el electorado masculino más de derechas. Como le sucedía al PSOE, la edad reduce la probabilidad de votar al PP, que aumenta con la valoración de la economía y con la ubicación a la derecha en el eje ideológico. Además, los ciudadanos que valoran más negativamente el aumento en los gastos sociales y en la partida de memoria histórica de los PGES son más proclives a votar al PP.
Finalmente, ¿qué factores contribuyen a incrementar o reducir la intención a votar por Vox, el gran enigma de estas elecciones? Nuestros análisis sugieren que ser hombre, joven y sin estudios universitarios aumentan dicha intención. Merece la pena comentar que la masculinización de su electorado está en línea con el gap de género encontrado habitualmente para este tipo de partidos (variable que, junto a las actitudes negativas hacia la inmigración, es la que mayor consistencia parece presentar en la literatura académica). La intención de votar a Vox también sube entre los ciudadanos más críticos, esto es, quienes tienen una valoración negativa tanto de la situación económica como del gobierno; y, naturalmente, entre quienes se ubican a la derecha en el eje ideológico. Especialmente interesantes son los efectos de los factores recogidos en la Figura 2: la probabilidad de votar a Vox sube entre quienes valoran más negativamente la subida del salario mínimo y el incremento en los PGES del gasto social, el gasto en temas de memoria histórica, y el gasto en protección de la mujer, pero aumenta entre quienes valoran positivamente la subida de gasto en obras públicas: ¿volvemos a los tiempos en los que la construcción de pantanos constituye un reclamo electoral?