La entrevista a Luis Garicano, profesor de Economía del IE y cabeza de lista de Ciudadanos al Parlamento se produce con ocasión de su participación en el debate sobre las prioridades de la UE entre candidatos al Parlamento Europeo, organizado por OpenEUdebate en Bruselas el 20 de marzo.
Pregunta.- Macron, en su carta abierta a los europeos, hablaba de un salario mínimo europeo. ¿En qué medida es una propuesta necesaria?
Respuesta.- Me ha gustado mucho el documento de Macron en general; creo que estamos de acuerdo con el 99% de lo que dice. La forma en la que habla del salario mínimo sugiere que es uno que se ajuste por poder adquisitivo. Pero no creo que eso sea una prioridad en un mundo con subsidiaridad. Los países tienen que decidir ellos mismos sus propias condiciones económicas, y los votantes tienen que poder exigir a sus gobiernos que tengan las políticas sociales y económicas que los votantes quieran. Nosotros no queremos necesariamente más Europa, sino mejor Europa. Una cosa que es esencial es que las cosas que se puedan hacer a nivel nacional, por supuesto que vamos a querer que se hagan a nivel nacional.
P.- ¿Un salario mínimo europeo no podría ayudar a equilibrar las desigualdades entre estados miembros; por ejemplo, entre este y oeste o norte y sur?
R.- El problema de un salario mínimo es que se tiene que ajustar a las condiciones económicas de cada país. Un país como España, con un desempleo tan elevado, y hay países que ni siquiera tienen salario mínimo, Alemania no lo ha tenido hasta ahora
cada país tiene sus condiciones económicas, que son especiales. Si le pones a España un salario mínimo que está ajustado a los países del norte, vas a tener un desempleo todavía más elevado. La diferencia de condiciones económicas de cada país responde a la diferencia de la productividad de cada uno. Simplemente porque legisles que, de repente, en un país tienes que pagar una cantidad, no vas a eliminar esas diferencias de productividad. Y si éstas existen y pones un salario mínimo elevado, lo que vas a llevar es a altos niveles de desempleo.
P.- ¿Esa lógica funciona también para el seguro de desempleo europeo?
R.- No; al revés. Un seguro de desempleo europeo sí es una buena idea. Cuando tienes un shock en un país que tiene su propia moneda, hay dos elementos que puedes llevar a cabo con ella: endeudarte en tu propia moneda, con lo que puedes rescatar a tus propios bancos, y además lo haces en términos nominales. Lo mismo con el desempleo.
Dentro de una unión monetaria, eso no sucede así. Si Arizona o Texas tienen un shock, Arizona o Texas no pueden rescatar a sus propios bancos, porque no pueden imprimir su propio dinero, y tampoco pueden asegurar que tienen dinero para pagar el seguro de desempleo. En una unión monetaria lo que sucede es que Arizona, cuando tuvo la crisis económica, la Federal Deposit Insurance Corporation [Corporación Federal de Seguros de Depósitos], que es federal, y la Seguridad Social, que es federal
En Europa, ahora mismo estos shocks los afrontas solo. Si España tiene un shock que le lleva a un seguro de desempleo de tres puntos del PIB, casi 30.000 millones de gasto anual, y a una crisis bancaria que en un momento dado te puede costar cuatro o cinco o 10 puntos del PIB, eso un país lo tiene que afrontar solo, porque no tiene esa capacidad ni las herramientas para responder con política fiscal o monetaria. Hemos renunciado a ciertos elementos de política fiscal, bancaria o monetaria; ésta la hemos puesto a nivel europeo, la bancaria la estamos poniendo pero la fiscal no hemos puesto nada. En ese sentido, el seguro de desempleo europeo sí tiene mucho sentido para ayudarnos a absorber aquello que no podemos por separado.
P.- ¿Está a favor de una unión fiscal para que los países no compitieran unos con otros por conseguir inversiones?
R.- Creo que hay un vaciamiento de la capacidad fiscal de los estados debido a la competencia, lo que hace muy difícil la sostenibilidad del Estado del Bienestar. No necesitamos un impuesto nuevo, cosas radicalmente nuevas, lo que nos hace falta es que se cumpla no sólo la letra, sino también el espíritu de la ley. Sobre todo que las compañías de Internet, que no están ahora mismo pagando nada, contribuyan de acuerdo a dónde generan los beneficios, que no lo están haciendo.
P.- ¿Está a favor de un Estado del Bienestar europeo?
R.- Hay que asegurar la capacidad fiscal de los países europeos. Eso requiere un nivel de cooperación muchísimo mayor del que tenemos ahora; una armonización fiscal, sobre todo en Sociedades, que es donde está el problema grave. Ahora mismo hay un problema de elusión fiscal, del que hablo mucho en el libro El contraataque liberal: los paraísos fiscales, en los que la gente que tiene muchos ingresos están escapándose del pago, y sobre todo en Sociedades, donde de forma legal muchas empresas encuentran agujeros para no pagar. Eso hay que resolverlo a nivel europeo, es una prioridad máxima.
P.- ¿Hacia dónde va la UE después del Brexit?
R.- ¡Me parece muy optimista hablar de algo después del Brexit! Parece un agujero sin fondo. Nos hemos metido en el túnel de Alicia en el país de las Maravillas, y no sabemos por dónde vamos a salir. A 10 días del Brexit no sabemos si va a haberlo, si se van a quedar o si va a haber uno sin acuerdo.
El Brexit sirve para una cosa muy importante: como vacuna. Nos muestra a todos lo que no debe suceder. Nos muestra el riesgo del nacionalismo, del populismo, de estas soluciones fáciles de 'no escucho a los expertos, vamos a hacer esto por las bravas'.
En ese sentido, a los europeos nos ha enseñado lo mucho que tenemos en Europa, lo importante que es poder comerciar unos países con otros, la libertad de circulación, que un español pueda tener derecho sanitario en Inglaterra
Nos está recordando todos los días lo mucho que hemos logrado, y en ese sentido el 'Brexit' puede tener un impacto positivo que es el acabar para siempre con estos partidos que quieren destruir la UE, y el darnos fuerza para hacer más.
P.- Sobre esto, ya nadie habla de sacar a Italia o a Hungría de la UE, pero están hablando de una Unión que parece menos europea. En este contexto, ¿cómo ve el futuro de la familia liberal?
R.- Son preguntas que hay que responder por separado. La primera, efectivamente, los partidos nacionalistas y populistas lo que quieren hacer es echar arena en el complicado mecanismo que es Europa. Si todo es co-decisión, si todo es muy complicado de hacer y encima tienes partidos que pueden nombrar comisarios, pueden tener fuerza en el Parlamento y cuyo único deseo es poner arena en el mecanismo, pues éste va a sufrir. Si estos partidos crecen, Europa no va a desaparecer, pero va a perder mucha eficacia. Ya es un mecanismo complicado de manejar y se va a volver mucho más delicado. A mí me gustaría que los votantes fueran conscientes de los riesgos que corremos.
Segundo, el futuro de Alde es un partido más amplio en el que la idea es que estén los franceses, que esté En Marche, y nuestro deseo es que sea un grupo amplio. Y además, y esto es un cambio, va a tener una importancia capital en el futuro de la gobernanza europea. No va a ser suficiente sólo con los socialistas y populares, sino que vas a necesitar a los tres.
P.- ¿Cómo cambian las dinámicas del grupo, dado que los partidos más importantes de ALDE serán Ciudadanos y En Marche?
R.- Es muy interesante. Yo he estado en la Vicepresidencia del partido, y ahí tenemos mucha influencia. Albert Rivera es una de las personas clave. Hasta hace poco, Alde ha estado muy dominado desde el Benelux. Ahora va a tener mucho impacto del sur y el este de Europa. Será interesante ver cómo cambia eso.