Hace dos días que el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) publicó el avance de resultados de la encuesta post-electoral de las pasadas elecciones autonómicas de Andalucía. Si algo pasó en dichos comicios es que una nueva fuerza política de derechas, Vox, con un discurso centrado en la defensa de la unidad territorial y los valores tradicionales españoles, consiguió el 11% de los votos y un total de 12 escaños en el Parlamento andaluz. A pesar de que la fuerza más votada fuera el PSOE, el presidente resultó ser del PP y su socio de Gobierno fuera Ciudadanos (Cs), la atención de analistas y medios se centró en Vox por dos razones: porque se trataba del primer Parlamento al que accedía y porque sus resultados estuvieron muy por encima de lo que pronosticaban las encuestas.
Desde entonces, los medios, la opinión pública y los expertos no han dejado de hablar de Vox. Algunos ven el partido de Santiago Abascal una nueva formación populista de derechas en la línea del Frente Nacional de Marine Le Pen en Francia; quien, de hecho, tardó apenas unos minutos en felicitar a Vox por sus magníficos resultados en Andalucía.
¿Es justificado este énfasis, como si hubiera sido uno de los grandes ganadores de los comicios andaluces? Si atendemos a las valoraciones de los resultados de las elecciones por parte de los propios encuestados, parecería que sí. En la tabla siguiente, con datos provenientes del avance de resultados publicado por el CIS, se recoge la valoración según el recuerdo de voto y se aprecia que los votantes de Vox son los que lo hacen de manera más positiva:
En ausencia de datos precisos a nivel individual, los análisis se centraban en cómo se debía caracterizar a Vox como partido. Así, por ejemplo, algunos estudiosos consideran que el componente xenófobo y de actitudes anti-inmigración no es tan marcado y, por ello, prefieren tratarlos simplemente como el ala más conservadora del PP. En todo caso, el debate sobre qué es Vox y quiénes están dispuestos a votarlo sigue en el aire y, al menos por el momento, poco sabemos sobre sus bases electorales.
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Por ello, que el CIS, publicando el citado avance de resultados de Andalucía, ha disparado el número de posts y artículos de todo tipo sobre quiénes podrían ser los votantes de la formación de Abascal en la próxima cita electoral del 28 de abril. En este sentido, destacan, sobre todo, dos trabajos: el análisis de Kiko Llaneras en El País y el artículo de Raúl Sánchez, Laura Galaup y Ana Ordaz en eldiario.es.
Sus contribuciones nos dan algunas pistas importantes acerca del perfil socio-demográfico e ideológico de los votantes de Vox. Indican que son hombres (dos tercios) casados (siete de cada 10), de edad media (entre 25 y 44 años), católicos (seis de cada siete) y de rentas mayores que la media. En lo ideológico, provienen del PP y en menor medida de Cs, son conservadores y en menor medida liberales, tienen un sentimiento identitario más español que vinculado a la comunidad autónoma y son marcadamente centralistas, hasta el punto de que dos de cada cuatro prefieren que España se organice en torno a un Gobierno central sin comunidades autónomas (un 40,2% por ciento).
Los artículos citados también nos sugieren que los votantes de Vox están altamente politizados y que siguieron la campaña andaluza con especial interés, al menos a través de internet. Tal vez este punto sea uno de los más interesantes con relación a los votantes de las formaciones (llamémoslas) anti-establishment. Es bien sabido que sus electores, debido en buena medida a su perfil socio-demográfico (hábitat, nivel de estudios, edad, trabajo) tienen un especial interés por la política, participan activamente en ella (al menos de la forma no convencional) y siguen la campaña electoral. De hecho, ese interés y seguimiento político sería común a los electores de las formaciones challenger, tanto de izquierdas como de derechas. Por ello, y también por sus implicaciones prácticas (los votantes de Vox son los que más tarde se decidieron), merece la pena analizar con más detalle su implicación en los comicios. Veámoslo a través de varios gráficos.
El primero muestra que los dos partidos con votantes más interesados por la campaña fueron, respectivamente Adelante Andalucía (AA), con un 57%, y Vox, con un 53%. De hecho, están a 20 puntos de distancia del PSOE, cuyos electores mayoritariamente dicen haber tenido poco o ningún interés por la campaña.
El segundo gráfico delimita a los votantes de los nuevos y los viejos partidos. Por un lado pregunta si tienen o no redes sociales y, por el otro, se interesa por el seguimiento de la campaña a través de ellas. En cuanto a la primera cuestión, los votantes de Ciudadanos, AA y Vox, por este orden, son los que mayoritariamente declaran tener redes sociales. Sin embargo, el seguimiento de la campaña a través de éstas fue mayoritario entre los electores de Vox, AA y Ciudadanos; el orden inverso. PP y PSOE se quedan a una distancia considerable, haciendo bloque.
Más aún, las diferencias entre nuevos y viejos partidos no sólo se manifiestan por el interés por la campaña o de los medios empleados para seguirla sino, y mucho, por la discusión sobre elecciones con amigos. De nuevo (tercer gráfico), Vox y AA comparten perfil de votante: con un 74% y 72%, respectivamente, sus electores declaran hablar 'de vez en cuando' o 'habitualmente' sobre política. El PSOE vuelve a quedarse al margen; incluso se aleja de los electores del PP, al ser el único partido en el que la categoría de rara vez/ nunca/casi nunca supera a la de habitualmente/de vez en cuando.
El último gráfico se centra en varias formas de participar en la campaña. Lo llamativo es que ni tan siquiera en uno de los modos de involucrase en política (asistir a un mitin), los electores de PP y PSOE consiguen superar a los de Vox, Ciudadanos y AA. En dos de las cinco cuestiones presentes en el gráfico, de nuevo el votante de Vox y Podemos coincide: envío de SMS, tuits, etcétera sobre la campaña e intento de convencer a otros sobre a qué partido votar.
Más allá de las características de los votantes de Vox y de su comparación con la de otros partidos, una cuestión crucial es la de en qué medida los resultados de las elecciones andaluzas son extrapolables a otras competiciones electorales. Cabría sospechar que, pese a los ríos de tinta que se han vertido sobre dichos resultados, el andaluz sea un caso especial, condicionado por el control inusualmente prolongado de la Junta por parte de los socialistas.
El cuestionario post-electoral andaluz preguntaba a los encuestados por el partido al que votarían mañana [el día siguiente a la entrevista] en las generales. ¿Fue su comportamiento específicamente andaluz o cabe esperar, más bien, que repitan en las generales?
A la luz de la siguiente tabla, el grueso de los votantes de todos los partidos (entre un 78% de los de Vox y un 92% de los del PSOE) repetirán en las generales. Los mayores trasvases tendrían lugar en el seno de bloques ideológicos, sea en la derecha (10% de votantes del PP en las andaluzas a Cs en las generales, y cifras parecidas de Vox al PP y Cs) o en la izquierda (13% de AA al PSOE). Ningún trasvase entre bloques (de un partido de izquierda a uno de derecho o viceversa) supera el 3%.
Así, todo parece indicar que 1) la campaña electoral será crucial para determinar el voto (aún más que otras veces) y 2) teniendo en cuenta que más de la mitad de las circunscripciones electorales en España son pequeñas, los movimientos de los votantes dentro de los bloques ideológicos resultarán cruciales para determinar la aritmética final en el Congreso de los Diputados. En fin, la incógnita sigue en el aire: ¿será posible meter cinco elefantes en un 600?