14 de Diciembre de 2018, 12:02
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La Tabla 1 nos da la distribución de la población activa entre dos categorías de empleados (permanentes y temporales) y cinco categorías de desempleados, según su duración, tanto para España como para la OCDE en su conjunto en el año 2007.Tabla 1: Empleo y desempleo en España y la OCDE en 2007Fuente: OCDE.
Tabla 2.- Empleo y desempleo en España y la OCDE en 2017Fuente: OCDE.
Lo que estos datos ponen de manifiesto es que, incluso ignorando las diferencias salariales, la situación del mercado de trabajo español es preocupante. Era ya mala antes de la crisis y es claramente peor ahora, con una menor proporción de empleo fijo y una tasa de paro altísima. Especialmente grave es la situación de los desempleados de larga duración, que son muchos y tienen una duración media del desempleo muy elevada.
Un análisis más detallado, desde esta perspectiva y para el periodo 2007-2016, puede verse aquí. En ese estudio analizamos las diferencias en el mercado de trabajo tanto por comunidades autónomas como por generaciones y por sexo. Las conclusiones de ese trabajo pueden resumirse como sigue:
Andalucía, Canarias, Castilla La Mancha y Extremadura son las comunidades que presentan los impactos más importantes de la crisis sobre el mercado laboral, así como las tasas relativas de recuperación más débiles.
Las comunidades de Valencia y Murcia han sufrido un impacto muy fuerte de la crisis, pero se han recuperado más rápidamente.
Cantabria, Madrid, Navarra, País Vasco y La Rioja presentan los mejores comportamientos tanto en términos de capacidad de absorción del impacto de la crisis (menor deterioro de su mercado laboral) como en términos de su capacidad de recuperación (resiliencia).
Aragón, Asturias, Baleares, Cantabria y Galicia presentan resultados mejores que la media nacional, mientras que Cataluña se ha comportado aproximadamente como dicha media.
La crisis ha afectado severamente a los jóvenes. En el año 2007, algo menos del 50% de los jóvenes empleados disponía de un contrato fijo (frente a un 70% de los trabajadores entre 31 y 50 años y un 76% para los más mayores). Las tasas de ocupación eran del 83,6%, 93% y 94% respectivamente.
En el año 2016, la ocupación de los jóvenes se sitúan en el 68% y el porcentaje de empleados fijos, en el 41%. Los trabajadores entre 31 y 50 años alcanzan una tasa de ocupación del 83% con un porcentaje de empleo indefinido del 69%. Esas cifras son del 83,2% para la tasa de ocupación de los más mayores, con un porcentaje de trabajadores indefinidos en torno al 74%. El paro de larga duración también ha afectado relativamente más a los jóvenes. En 2016, era siete veces el que tenían en 2007 (habiendo llegado a ser 10 veces más en 2013), frente a menos de seis veces para los trabajadores entre 31 y 50 años y 4,5 veces para los más mayores.
La situación relativa de hombres y mujeres en el mercado laboral no se ha visto muy afectada. En conjunto cabe señalar que el mayor impacto lo han sufrido los hombres, en particular en el momento álgido de la crisis. Sin embargo, con la recuperación económica ha mejorado algo más que la de las mujeres. En conjunto, en 2016 la situación de ambos grupos es muy similar a la que presentaban en 2007.
La conclusión que se deriva de estos datos es que hay que abordar un cambio del marco institucional del mercado de trabajo para acabar con el peso excesivo de la contratación temporal, con la elevada tasa de desempleo y con la enorme magnitud del desempleo de larga duración. Estos aspectos problemáticos afectan de manera muy asimétrica a los diferentes tipos de trabajadores, lo que requiere políticas específicas destinadas a los diferentes colectivos. Los jóvenes y las mujeres son quienes más sufren la contratación de baja calidad. Los trabajadores con menos formación son los que mayor desempleo sufren. Los parados mayores de 45 años y los desempleados durante más de dos años son los que tienen mayores dificultades para reincorporarse a la actividad laboral. Y casi un 60% de los parados no recibe ningún subsidio de desempleo. No parece razonable que nos escudemos en esa idea difusa de 'cambiar el sistema productivo' para no abordar los problemas del mercado laboral.