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El Presupuesto para la 'eurozona': ¿gran paso o maquillaje preelectoral?

Mario Kölling

22 de Noviembre de 2018, 23:18

En tiempos del caos del Brexit y la falta de progreso en las negociaciones sobre el futuro Marco Financiero Plurianual 2021-2027, se han adelantado los debates en algunos asuntos estancados durante años. La semana pasada, la canciller alemana y el presidente francés dieron un paso adelante hacia la creación de un nuevo Presupuesto para la 'zona euro'. Las líneas generales de la propuesta (un documento de dos páginas) se establecieron en conversaciones que comenzaron en junio de 2018 y fueron presentadas ante el Eurogrupo el 19 de noviembre. Esta iniciativa es la última de una serie de acuerdos (por ejemplo, la creación de un ejército de la UE) en las que se escenifica un nuevo impulso de reforma de la Unión que fue evocado por el presidente Macron ante el Bundestag al afirmar que "Europa y el eje franco-alemán tienen el deber de no dejar que el mundo caiga en el caos. Por eso Europa debe fortalecerse; por eso debe ser más independiente". No obstante, los debates y la negociación sobre un Presupuesto de la eurozona han sido duros y largos, y el resultado es poco claro, con muchas limitaciones y bastantes interrogantes. Se alcanza el acuerdo cuando ambos mandatarios se enfrentan ante una situación doméstica difícil, un contexto cada vez más hostil fuera de la Unión y un malestar entre el electorado europeo que puede dirigirse contra sus partidos el próximo mes de mayo. Por ello, Macron, que había dibujado ya en septiembre de 2017 las líneas generales de sus planes para el futuro de la UE, se ha mostrado en los últimos meses cada vez más impaciente ante el silencio de un Berlin ocupado en sus problemas internos, y ante su propia necesidad de alcanzar éxitos a nivel europeo por la caída libre de su popularidad interna.

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Según los mandatarios, el Presupuesto para la zona euro, que entraría en vigor a partir de 2021, contribuirá a una mayor convergencia y competitividad dentro de la región para garantizar su estabilidad, mediante la co-financiación de inversiones que pueden generar crecimiento económico. Como segundo objetivo, tendrá también un efecto estabilizador ante futuras crisis europeas y está destinado a utilizarse para inversiones adicionales cuando las cuentas públicas nacionales se vean sometidas a presión. Formaría parte del de la UE-27 y, por lo tanto, estaría sujeto a sus normas, incluida la del control por parte del Parlamento Europeo. No obstante, sería el Eurogrupo el que acordare anualmente su orientación estratégica. Como concesión a las preferencias del Gobierno alemán, los estados miembros sólo podrán recibir ayuda presupuestaria si respetan las normas y aplican reformas económicas acordes con las recomendaciones de la Comisión Europea. En relación a la financiación, se menciona explícitamente que puede incluir un impuesto sobre las transacciones financieras, aunque serán principalmente contribuciones de los estados miembros de la zona euro las que lo alimenten. Queda por definir el rol de los estados miembros de la UE que no forman parte de la eurozona en relación a la gestión presupuestaria. No obstante, las preguntas centrales son: ¿con cuántos recursos va a poder contar? ¿Se trata de recursos adicionales? ¿Se descuentan las contribuciones al nuevo presupuesto de las realizadas al de la UE-27 o se re-utilizarán recursos de éste? Macron, que consideraba el Presupuesto de la eurozona como elemento central de sus propuestas de reforma de la UE, lo planteó con varios puntos porcentuales de PIB para que pudiera actuar de forma decisiva en momentos de crisis en la zona. Aunque se puede determinar un grupo de estados miembros que están dispuestos a aumentar sus contribuciones al presupuesto de la UE-27 –sobre todo, para limitar el efecto del Brexit–, no se puede confirmar el mismo entusiasmo en relación al Presupuesto de la eurozona, y por el momento se habla de una cifra máxima de 25.000 millones de euros entre 2021 y 2027, muy lejos de las aspiraciones del presidente francés. A pesar de la euforia con la que el presidente del Eurogrupo y algunos ministros de Finanzas recibieron la propuesta, el proyecto es controvertido. Los Países Bajos y Finlandia, por ejemplo, han rechazado radicalmente esta iniciativa. También fuera de la zona euro se pregunta sobre el sentido de un nuevo instrumento para la convergencia cuando ya existe una política de cohesión; que sería, de hecho, la más castigada por esta iniciativa si la eurozona no aumenta las contribuciones. También para la Comisión Europea ha sido hasta el momento un debate sin futuro, ya que la aquélla se ha centrado en facilitar el acceso a la zona euro a todos los estados miembros de la UE (por ejemplo, mediante un instrumento de convergencia específico para los que están en vías de adoptar la moneda única) y no en crear estructuras paralelas. Desde el punto de vista académico, se pueden ver también opiniones muy diferenciadas. Un grupo de economistas alemanes y franceses presentaron en enero de 2018 una propuesta conjunta similar a las ideas del Gobierno francés, en la que se resaltaba la necesidad de crear instrumentos para la zona euro ante choques asimétricos. Sin embargo, otros economistas no están de acuerdo con la necesidad de un Presupuesto específico, argumentado que transferencias compensatorias no reducen necesariamente los desequilibrios en la competitividad económica entre regiones y estados; y citan la propia historia reciente alemana, donde las transferencias de miles millones de euros no han podido eliminar las disparidades económicas entre el oeste y el este. Como consecuencia de la reciente crisis económica y financiera, la convergencia económica en la eurozona y de la UE en su conjunto debe de fortalecerse, y también se requiere un instrumento estabilizador ante una futura crisis. No obstante, el Presupuesto de la zona euro debería ir acompañado de una reforma más profunda de la Unión Económica y Monetaria. El debate sobre los detalles técnicos del futuro Presupuesto determinarán si se trata de un gran paso o de un maquillaje preelectoral. Pero el tiempo apremia para concretar estas reformas, y a partir del mes de mayo será mucho más difícil implementarlas.
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