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Desde esta perspectiva, la gran novedad política de este período de cambio (aparte de la mutación independentista del nacionalismo catalán) ha sido la fragmentación parlamentaria del espacio político de la derecha, aunque con un desenlace aún por resolver. Y ésa es la incógnita que las elecciones andaluzas comenzarán a esclarecer: ¿será Ciudadanos capaz de conseguir aquello que Podemos no pudo obtener, el sorpasso electoral, y con ello avanzar hacia el predominio en el bloque de la derecha? Una de las imágenes más recurridas en los últimos años se ha referido a la derechización de Ciudadanos. En ese sentido, los últimos sondeos dibujan una inusual deriva de la percepción que los electores tienen de esta formación hacia posiciones escoradas claramente a la derecha. Lluís Orriols matizó esa deriva, que se da principalmente entre aquellos que no piensan votarles. ¿Hasta qué punto ha habido esa derechización y qué implicaciones tiene eso para el futuro del espacio político de la derecha en España? Aunque Ciudadanos se crea con algunos mimbres del centro-izquierda catalán, como ya se ha explicado en otras partes, sus opciones para convertirse en un partido importante en la arena española difícilmente provenían de los votantes de izquierda. Tanto la elevada aversión de sus seguidores a entenderse con Podemos como su posición hipercrítica con la evolución de la descentralización autonómica (incluso entre sus ex votantes del PSOE) sugerían, más que su programa político, una orientación ideológica concreta. De hecho, su contraejemplo siempre debió de ser UPyD: un partido que reivindicaba el centro, con una oferta programática no muy distinta de Ciudadanos, aunque basó su ascenso en un importante amasijo de votantes de izquierda desencantados. No obstante, cuando vino el tsunami esa base electoral demostró ser muy volátil y nada fiel, debido a la elevada competencia que tienen los votos en el centro-izquierda. En cambio, Ciudadanos (que en Cataluña ha venido recogiendo votos por igual del PP, del PSC y de otras formaciones) saltó a la arena española en 2014 provocando un boquete en el impenetrable electorado de centro-derecha del PP. Se ha hablado tanto de la gesta de Podemos que se aprecia menos el acierto de Ciudadanos en ese aspecto. ¿Hasta qué punto esta evolución sesgada hacia el centro-derecha fue planificada por sus dirigentes o forzada por el tipo de votantes atraídos inicialmente? Es difícil responder aún pero, en cualquier caso, Ciudadanos descubrió pronto fuertes incentivos para competir prioritariamente con el PP. De entrada, debía evitar la tragedia de los partidos de centro, que ya comentamos en un texto anterior: para evitar sucumbir a la vulnerabilidad del centro cuando baja la polarización, Ciudadanos debía anclarse con fuerza en el centro-derecha, allí donde el PP estaba sufriendo mayor pérdida de legitimidad debido a sus problemas de corrupción, su desgaste de gobierno y su gestión de la cuestión catalana. Desde finales de 2016, ésa es una estrategia clara del partido que ratifica en su congreso de enero de 2017, con la retirada de su definición socialdemócrata. La evolución posterior en las encuestas confirma el acierto de esa estrategia: Ciudadanos ha subido a costa del PP en los espacios del centro-derecha, como se observa en los gráficos adjuntos. En ellos se compara la intención de voto en cada una de las posiciones del eje ideológico en tres puntos del tiempo: tras las elecciones generales, antes de la moción de censura de 2018 y después de esa moción. Con ello se constata que Ciudadanos se ha hecho con buena parte del votante de centro que se disputaba con el PP, especialmente en la posición más nítida de centro-derecha (6), en la que Ciudadanos se afianza a medida que pasa el tiempo.Ocupación del PP y de Ciudadanos los espacios ideológicos en julio de 2016 (arriba), de abril de 2018 (centro) y de septiembre de 2018 (abajo)
Sin embargo, la inesperada llegada de Pedro Sánchez al Gobierno ha puesto en evidencia el coste de esa estrategia: desde abril a septiembre de 2018, Ciudadanos ha perdido más de 10 puntos de intención de voto entre los electores de centro (posición 5), donde el PSOE se recupera hasta casi empatarle, después de 10 años perdiendo progresivamente el apoyo electoral de esos electores moderados. Un reflejo de ese coste es también la percepción de derechización mencionada, aunque ese cambio en la imagen se dio sobre todo en los primeros meses de expansión del partido, cuando muchos electores no sabían ubicarlo en el eje ideológico.
¿Qué podrán decirnos las elecciones andaluzas sobre la evolución de esa competición entre PP y Ciudadanos? De entrada, aclararán si se confirman las expectativas de 'sorpasso' en la derecha que ya se ha dado en Cataluña. De producirse, el salto podría propagarse a otras regiones donde Ciudadanos lleva meses reforzando su organización territorial, consciente que la absorción electoral de parte del PP debe sostenerse sobre una absorción organizativa del partido. Así, a lo largo de 2018 se ha venido produciendo un reguero de noticias locales sobre cuadros y representantes del PP que se han pasado a la formación 'naranja'. ¿Hasta qué punto se trata de casos testimoniales? Es muy difícil recoger datos que permitan responder a ello, pero he tratado de fabricar un índice de 'sorpasso' organizativo, impresionista pero ilustrativo mientras no haya nada mejor, basado en la relación entre el número de afiliados que pagan cuota de Ciudadanos y el número de inscritos a las primarias del PP de julio pasado. Su fiabilidad depende de la que tengan los datos ofrecidos por los partidos. Como se observa, hay comunidades donde el sorpasso parece conseguido (particularmente Cataluña, ya que Navarra y País Vasco reflejan más bien la debilidad social de ambas organizaciones), frente a otras donde el PP sigue teniendo unas bases mucho más sólidas (Galicia, ambas Castillas y las zonas cantábricas). En medio, algunas regiones ofrecen muy buenas expectativas para los naranjas, como Madrid, Murcia, Aragón o Andalucía.'Sorpasso' organizativo estimado Ciudadanos vs PP