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Sacudida electoral en Baviera aunque la CSU seguirá gobernando

Javier Martínez Cantó

14 de Octubre de 2018, 23:14

Hoy se celebraron las elecciones al Parlamento de Baviera, el Land o estado federado más grande y el segundo más poblado de Alemania. Y los primeros resultados apuntan a un resultado mejor del esperado para la gobernante CSU. La extrema derecha de AfD entra por debajo de las expectativas, y los verdes se erigen como principal partido de la oposición o posible socio de gobierno tras crecer considerablemente. Estos comicios no sólo tendrán consecuencias en Múnich, sino seguramente también en Berlín. Son una piedra de toque tanto para el primer ministro bávaro, Markus Söder, como para Horst Seehofer, ministro del interior, líder de la CSU y hasta hace un año aún primer ministro regional. La CSU ha bajado más de 10 puntos porcentuales y ha obtenido uno de sus peores resultados históricos; pero, aun así, le saca casi 15 puntos al segundo partido y parece que podrá gobernar con sus aliados naturales. Se da la paradoja de que el descalabro de la CSU se da en un momento de gran bonanza económica; por ejemplo, la tasa de paro es del 3%, aunque la inmigración lleva polarizando la campaña desde hace meses. Como en España, las elecciones regionales no sólo sirven para elegir el Gobierno regional, sino también para medir el estado de ánimo de parte de la población y enviar señales al Ejecutivo federal sobre su desempeño. No todos los votantes han ido a votar pensando en cómo lo ha hecho Söder, sino también Merkel. En Alemania, se recuerda especialmente cuando Gerhard Schröder convocó elecciones anticipadas después de que su partido perdiera el Gobierno del estado más poblado en 2005. Y estas elecciones también tendrán consecuencias a nivel federal.

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Los primeros datos no confirman si la CSU ha perdido más votos hacia el centro y los verdes o hacia la derecha del AfD. A las 21.45 horas, los resultados eran los siguientes: la CSU seguiría como primer partido, con el 37,3% de los votos y pese a bajar más de 10 puntos. La extrema derecha de AfD entraría en el Parlamento con el 10.3%. El SPD también habría obtenido uno de sus peores resultados históricos, con sólo el 9,6%. Por el contrario, los verdes subirían hasta el 17,7% erigiéndose como el segundo partido. Los liberales mejorarían ligeramente , hasta el punto de superar la barrera electoral para volver al Parlamento tras cinco años de ausencia. Por último, los también conservadores de los Votantes Libres, o Freie Wähler, aumentarían su voto hasta el 11.5%, manteniéndose  como tercer partido. ¿Por qué la perdida de la CSU? A raíz de la crisis de los refugiados, la inmigración y la integración se han convertido en el principal tema de competición política. Desde entonces, la CSU se ha movido paulatinamente hacia la derecha hasta prácticamente adoptar el discurso de AfD. A nivel federal, esto ha provocado varios enfrentamientos con la CDU y el SPD, como los derivados de la intransigencia de Seehofer alrededor del Master Plan sobre inmigración o de su empeño en mantener en su puesto al jefe de los servicios secretos Maaßen tras ser acusado de transmitir información confidencial al AfD. No obstante, a partir de las protestas de Chemnitz de hace un mes, y a iniciativa de Söder, el partido ha ido virando hacia posiciones más moderadas. No obstante, mientras la CSU desplegaba su estrategia dura, los Verdes han ido situándose poco a poco como su principal antagonista. Si la CSU quería presentarse como el partido verdaderamente duro en inmigración, los Verdes han desarrollado la misma estrategia en la dirección opuesta. A través de un discurso inequívocamente favorable a la inmigración y la integración, han sabido reagrupar a su alrededor el voto en la izquierda y parte del centro  y erigirse como alternativa. Un hecho no tan nuevo, pues ya en 2011 los verdes arrebataron el Estado de Baden-Württemberg a la CDU, tras haberlo gobernado también desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Además, los Verdes se han beneficiado de su pragmatismo en temas económicos y de algún asunto más local, como su oposición a la ampliación del aeropuerto de Múnich. Por el contrario, el SPD que ha pasado desapercibido durante toda la campaña y este resultado es altamente preocupante, pues no han mantenido ni siquiera sus plazas fuertes en Múnich, donde gobiernan a nivel local. Mientras los Verdes se apropiaban del discurso pro-inmigración, el SPD se ha visto atrapado en la indefinición. Por último, otro factor que hay que analizar es el cambio demográfico. El éxito económico del Estado ha atraído a muchos alemanes de otros estados, sobre todo del norte y del este. Éstos, a diferencia de los nativos bávaros, no son tan conservadores, viven en entornos urbanos y no han sido socializados en un ambiente donde la CSU es casi el único referente político. Especialmente en las zonas rurales y en las ciudades medianas, la CSU mantiene aún hoy en día un entramado social considerable, donde patronales de pequeños empresarios, clubes deportivos y juveniles o asociaciones populares de índole más o menos religiosa actúan como brazos sociales del partido y resguardo electoral. Los nuevos votantes son inmunes a la fuerza social de la CSU y, como apuntaba Matthew Karnitschnig, puede que la CSU acabe muriendo de éxito. ¿Qué consecuencias podemos esperar? En Múnich, se abre un abanico de coaliciones, si bien dos de ellas emergen como las más factibles. Si se mantienen los resultados al final del recuento, la CSU será capaz de formar un Gobierno de coalición con el único el apoyo de los Freie Wähler o de los Verdes. El apoyo de los primeros se aventura mucho más fácil de conseguir; no sólo porque la CSU le saque casi el triple de votos, sino porque la CSU y los Freie Wähler comparten valores similares. Éstos crecieron en gran medida como una escisión de la CSU después de que varios cargos intermedios se cambiaran de partido. Ambos comparten bases conservadoras y rurales, y un pacto entre ellos es mucho más probable que con los Verdes, más cuando no parecen necesitar a los liberales del FDP para obtener la mayoría. Los Verdes, al contrario que los Freie Wähler, pedirían cambios mucho mayores para aceptar entrar en el Gobierno. En Berlin, toda la presión se dirigirá hacia el ministro Horst Seehofer. En los últimos meses, ha sido el abanderado de la estrategia dura frente a la inmigración, el 'seguidismo' de AfD y la tensión dentro del Gobierno federal. Por el contrario, Söder aparece como el abanderado de la estrategia moderada de las últimas semanas. Muchos pedirán la dimisión de Seehofer en los próximos días, tanto de ministro como de líder de la CSU. Pero que al final ceda en parte dependerá de la interpretación final que haga el partido de estos resultados. Con unas expectativas que eran aún peores, ¿les ha salvado la estrategia moderada de las últimas semanas? Por un lado, los resultados se pueden interpretar como que la estrategia de imitar a AfD les dañado por el centro y movilizado a la izquierda. Por el contrario, el aumento de los Verdes a costa del SPD puede interpretarse como una reordenación del voto dentro de la izquierda. Es decir, los efectos que puedan tener estas elecciones variarían según se interprete que las pérdidas de la CSU se han producido dentro de los grupos de partidos reticentes con la inmigración, o sí ha habido fugas hacia partidos más favorables a la misma. Si la segunda opción se impone, es probable que cese el fuego amigo en el Gobierno federal y Merkel pueda disfrutar de un periodo tranquilo hasta las elecciones europeas, salvo catástrofe en las elecciones estatales de Hesse (Frankfurt) a finales de mes. Por el contrario, si es la primera interpretación la que prevalece, habrá cuchillos largos en la CSU y Horst Seehofer seguirá siendo el enfant terrible de la política alemana actual.
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