5 de Octubre de 2018, 10:56
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La polémica sobre la inmigración hizo retroceder a la CAQ en los sondeos, que le otorgaban una ligera ventaja sobre el PLQ y convertían al PQ como la formación determinante para condicionar la gobernabilidad. El tercer debate televisado fue el punto de inflexión. Legault dejó a un lado su tono agresivo y aparcó la inmigración para mostrarse como un líder cercano que encarnaba el cambio político exento de riesgos, presentando su pasado como empresario de éxito fundó la aerolínea de bajo coste Air Transat como garantía de continuidad de la buena situación económica. En cambio, el premier saliente, Philippe Couillard, siempre a la defensiva y mostrándose como un líder frío y carente de empatía, fue incapaz de presentarse como alternativa, lastrado por su política de recortes. En el lado soberanista, Lisée terminó por sepultar sus opciones con un ataque a la desesperada contra QS poniendo en duda el liderazgo de su candidata, Manon Massé, una activista social que ha sido la otra gran triunfadora de las elecciones, gozando de un elevado índice de aprobación popular con su tono amable y cercano. Los resultados contradijeron lo pronosticado por los sondeos y constataron las ansias de cambio de gran parte de la sociedad quebequesa, que ha decidido apostar por los partidos nuevos la CAQ se creó en 2011 y QS obtuvo su primer diputado tres años antes y castigar a las formaciones políticas tradicionales, que se han alternado en el poder desde 1980. Relegar la soberanía a un segundo plano no sólo ha restado apoyos al PQ (cosechó su segundo peor resultado histórico, sólo mejor que el obtenido tras las primeras elecciones a las que concurrió), al desaparecer su raison dêtre, sino que también ha tenido un efecto espejo en el PLQ, que perdió su condición de fuerza concentradora del voto contrario a la independencia. A pesar de todo, el voto soberanista se mantiene estable cercano al 35%, un nivel similar al de las últimas elecciones. En términos regionales, los liberales continúan siendo mayoritarios en Montreal, mientras que la capital de la provincia y las zonas rurales se han inclinado mayoritariamente por la CAQ. El éxito de Québec Solidarie, y el consiguiente declive del PQ, se explican en buena medida por el voto joven: QS consiguió la mayor parte de sus escaños en zonas universitarias, favorecido por una ley electoral que permite a los estudiantes votar en la circunscripción donde se sitúa su institución educativa. A pesar de ser una formación abiertamente independentista, su discurso de izquierdas se ha centrado en el medioambiente y la educación, las dos principales preocupaciones del electorado joven, según las encuestas. El hundimiento del PQ, que pierde el estatus de partido en la Asamblea Nacional, abre numerosos interrogantes sobre el futuro del movimiento soberanista y el liderazgo del mismo. Lisée dimitió de su cargo la misma noche electoral, tras ser derrotado en su circunscripción por el candidato de QS, en una metáfora del cambio de guardia que ha deparado esta cita electoral. En el lado federalista, Couillard ha anunciado igualmente su renuncia a continuar al frente del partido, abriendo la puerta a una reconfiguración del proyecto liberal. Estas elecciones parecen abrir la puerta a una nueva dinámica en la política quebequesa pues, tal y como resaltó Leagault en su discurso triunfal, sus ciudadanos "han dejado de lado lo que nos ha divido durante 50 años", llegando la hora de "construir un Quebec más fuerte dentro de Canadá".(¿Es la industria de defensa estratégica para España?) en #AgendaExterior