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El largo adiós de Merkel

Álvaro Imbernón

5 de Julio de 2018, 02:01

Durante dos semanas, el Gobierno de gran coalición alemán entre democristianos (CDU) y socialdemócratas (SPD) se ha tambaleado. Curiosamente, el origen de la zozobra ha sido la CSU, partido hermano bávaro de la CDU, llegando a cuestionarse la continuidad de una alianza entre ambos partidos que se prolonga casi siete décadas. ¿Por qué? El ministro de interior alemán y líder de la CSU, Horst Seehofer, amenazó con cerrar unilateralmente la frontera a los solicitantes de asilo ya registrados en otros países europeos, aplicando de forma rigurosa la regulación de Dublín. De esta forma, trata de evitar los movimientos secundarios dentro de la UE; por ejemplo, de solicitantes que entran en la UE por Italia, Grecia o España y arriban a Baviera desde Austria. Merkel considera que una medida así podría llevar a un efecto dominó en el resto de estados miembros, lo que pondría en peligro la libertad de movimiento y podría propiciar la vuelta a las fronteras interiores en la UE. ¿Por qué ahora? Se acercan las elecciones bávaras de octubre, en las que la CSU puede perder la mayoría absoluta debido al crecimiento de la extrema derecha AfD. Muchos conservadores achacan a la Willkommenskultur (cultura de bienvenida a extranjeros) los malos resultados electorales de los partidos tradicionales. Y nada encarna mejor esta posición en el imaginario colectivo que la decisión de Merkel, en el verano de 2015, de abrir la frontera en el momento álgido de la crisis de refugiados. La CSU lo sigue considerando un error y ha decidido usar electoralmente la inmigración. Sin embargo, la sustancia de la disputa es escasa. La llegada de solicitantes de asilo se ha reducido hasta mínimos desde 2015 y la eficacia en la implementación de medidas duras es dudosa. Solución de compromiso Merkel ha tratado estas dos semanas de recabar apoyos europeos en dos cumbres para ofrecer una solución conjunta. En sus palabras: "La migración podría decidir el destino de la Unión Europea. O lo sabemos resolver de manera que en África y en otros lugares la gente vea que nos guiamos por nuestros valores y creemos en el multilateralismo frente al unilateralismo, o nadie va a creer en el sistema de valores que nos ha hecho fuertes".

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Los resultados han sido escasos. Lejos de una solución común, sólo algunos países como España o Grecia se han comprometido a aceptar solicitantes de asilo a través de acuerdos bilaterales. Ya en casa, tras largas reuniones y amenazas de dimisión, Merkel y Seehofer han llegado a un acuerdo que permite salvar la cara a todas las partes. Se basa en dos ideas: la creación de centros de tránsito (internamiento) en la frontera para acelerar las deportaciones y un acuerdo bilateral con Austria y otros países de la UE para devolver a los solicitantes de asilo. Dos problemas en el horizonte. Los socialdemócratas (socios de Gobierno) deben aprobar el plan y ya se opusieron a estas ideas en 2015. Austria, con un Gobierno en el que están incluidos cinco ministros de extrema derecha, es reacia a aceptar solicitantes de asilo. Por tanto, la crisis todavía no está superada y nos puede deparar nuevas sorpresas. ¿Ha merecido la pena el órdago? No. El brinkmanship de la CSU no parece haber surtido efecto. Están en mínimos históricos de intención de voto y el 67% de los alemanes considera su actitud "irresponsable". Implicaciones para Europa.
  • La libertad de movimiento en Europa es frágil. El efecto dominó ha sido inmediato: Austria e Italia advierten de que podrían reaccionar imponiendo controles en sus fronteras internas. La frontera austro-bávara puede ser el laboratorio del futuro de la libertad de movimiento.
  • El acuerdo europeo en materia de refugiados y migrantes, más lejos. En estas condiciones, países mediterráneos como España, Italia o Grecia siguen expuestos a las eventualidades del flujo que se dirija hacia la UE. Tampoco son de esperar avances decisivos en la reforma de la eurozona con un Gobierno alemán débil.
Merkel: ¿Liderazgo o procrastinación? Tras 13 años en el poder Merkel, es un 'pato cojo': una líder que encara su último mandato. Su forma de gobernar, conocida como 'merkeln', está en entredicho. Se basa en posponer las decisiones importantes hasta el extremo para, en último término, tratar de ocupar el centro. Este liderazgo reticente es el que aplicó a las dos grandes crisis europeas: euro y refugiados; ambas gestionadas sin soluciones a largo plazo. Probablemente por ello, pese a que la situación económica ha mejorado y el flujo de migrantes se ha reducido ostensiblemente, las tensiones no se han disipado y no hay voluntad política para adoptar reformas que preparen a la UE para las próximas crisis. Superviviente y símbolo Para muchos, Merkel simboliza el orden multilateral que vino con la caída del muro de Berlín y que se encuentra en seria crisis. Alemania y su canciller son una de las dianas favoritas de Trump. Le acusa de comercio desleal, sobre todo en automoción, y de gastar poco en defensa. De momento, estudia imponer aranceles sobre los automóviles europeos y retirar tropas estadounidenses de Alemania. Y recientemente tuiteó: "El pueblo de Alemania se está volviendo en contra de sus líderes, ya que la migración está sacudiendo la ya tenue coalición en Berlín. El crimen en Alemania está creciendo ¡Un gran error en toda Europa al permitir entrar a millones de personas que están cambiado tan fuerte y violentamente su cultura!". La respuestas de Merkel han sido contundentes en lo retórico, pero escasas en lo sustantivo. Poco bagaje para la figura que encarna el orden liberal. La crisis del Gobierno alemán es una muestra más de dos tendencias que recorren Europa: la inmigración como un factor clave de polarización y cómo los partidos tradicionales se acomodan a las demandas de la extrema derecha ultranacionalista. La CSU se ha sumado al Bavaria first. Merkel ha sobrevivido, de nuevo, cediendo y confirmando su creciente debilidad. Para profundizar: Una buen lectura sobre la crisis del liderazgo de Merkel. Jeremy Cliffe en New Statesman. Un retrato de Baviera en el New York Times. Este artículo se ha publicado en Analys-in,  canal de análisis político y económico de LLORENTE & CUENCA.
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