El mes pasado hablábamos de la teoría de complejidad económica presentando unos datos reveladores sobre la complejidad económica de España. Hoy queremos continuar con esta serie centrándonos en los países socios de Iberoamérica. En concreto, analizamos cómo han evolucionado sus capacidades productivas en los últimos años.
Como explicábamos, la base del crecimiento económico está relacionada con la acumulación de dichas capacidades. Éstas se manifiestan a través de los productos que se es capaz de producir y exportar de manera competitiva, midiéndose a través de un índice de complejidad económica. En la siguiente gráfica comparamos los años 2000 y 2014 de dicho índice con la renta per cápita de los países iberoamericanos, es decir, incluyendo también a España y Portugal como países de referencia en este grupo. El Producto Interior Bruto (PIB) per cápita, indicador de productividad, se recoge en el eje vertical y la complejidad económica de los países en el eje horizontal.
Gráfico 1: Complejidad y PIB per cápita por país (2000 vs 2014)
Fuente: Elaboración propia a partir de datos de Harvard-CID.
Podemos observar que, entre 2000 y 2014, el conjunto de países latinoamericanos ha ganado en media más renta que complejidad. Especialmente países como Venezuela, Ecuador, Argentina, Brasil, Bolivia y, relativamente, Chile, han perdido complejidad de manera vertiginosa. Este hallazgo no representa buenas noticias para las principales economías de la región sudamericana, pues estaría indicando una pérdida de potencial de crecimiento en las próximas décadas. Por el contrario, países pequeños como Honduras, Costa Rica o casos paradigmáticos como el de México han ganado capacidades productivas en este período, lo que supone una señal positiva para la gran economía mexicana. Para los casos de Portugal y España, mientras que la primera ha generado una mayor capacidad productiva, que bien podría estar explicando los resultados económicos mostrados en los últimos años, la economía española no ha hecho sino perder potencial productivo, como ya evidenciamos en el artículo anterior.
En la siguiente tabla podemos observar la evolución del ranking global de complejidad económica de los países de América Latina analizando el movimiento en los periodos 2000-2007 (previo a la crisis económica) y 2008-2014 (durante dicha crisis).
Tabla 1 - Evolución 'ranking' global de complejidad económica para países iberoamericanos
Fuente: Atlas de complejidad Harvard-CID
Analizando el posicionamiento de los países latinoamericanos durante los años previos a la crisis económica (2000-2007), vemos que República Dominicana, Cuba, Guatemala, Panamá o Paraguay ascendieron bastantes posiciones en el ranking global (mayor complejidad económica en términos relativos), siendo Bolivia, Brasil o Venezuela los que más descendieron (menor complejidad económica en comparativa). Analizando el periodo en el que comienza la gran recesión (2008-2014), observamos que la mayoría de países iberoamericanos pierden posiciones, por lo que podríamos deducir que la crisis tuvo un efecto negativo en la complejidad económica de los países de Iberoamérica mayor que en el resto de países.
Para medir esta complejidad económica, nos basamos en dos propiedades de la cesta de exportación de los países: la diversidad, que muestra cómo de diferentes (diversos) son los productos (capacidades) de un país, y la ubicuidad, que hace énfasis en si los productos que desarrolla un país son únicos o, por el contrario, son producidos por muchos países (ubicuos). En la siguiente gráfica mostramos ambos factores nuevamente para el caso iberoamericano en 2000 y 2014. En el eje horizontal se observa la diversidad de los productos de la economía de cada país, y en el vertical su ubicuidad. Cuanto menor es ésta última, más únicos y exclusivos son los productos que una economía produce.
Gráfico 2: Diversidad y ubicuidad por país (2000 vs 2014)
Fuente: Elaboración propia a partir de datos de Harvard-CID.
El Gráfico 2 ahonda en lo apuntado en el Gráfico 1: la inmensa mayoría de los países latinoamericanos están perdiendo diversidad (el caso de Venezuela es el más paradigmático). En cuanto a la ubicuidad, los resultados son más heterogéneos. Algunos países como Guatemala, Honduras o República Dominicana realizan productos menos ubicuos, y otros países como Argentina o Chile más ubicuos, lo que podría estar dando evidencias de que se está especializando en producir bienes que la mayoría de países pueden producir. Nuevamente Portugal parece desmarcarse, pues ha ganado en diversidad y ha reducido levemente su ubicuidad, arrojando indicios de una mejora en las capacidades productivas de la economía lusa.
Evolución cesta de exportaciones 2000-2014
Fuente: Atlas de complejidad Harvard-CID
La evolución de la cesta de exportaciones (2000-2014) nos da más pistas para entender el aumento o descenso de la complejidad económica. En el caso de Brasil, que representa alrededor de un 40% del PIB de América Latina, se observa especialmente la pérdida de diversidad al aumentar el porcentaje de los productos principales en agricultura (soja, caña de azúcar) y minerales (hierro, petróleo
) y descendiendo en porcentaje el resto de productos. Un análisis muy similar se puede hacer para la pérdida de complejidad de Colombia y Argentina. Observamos anteriormente que México se destaca como un país con una gran complejidad económica respecto a otros países como Chile. El Tratado de Libre Comercio de América del Norte firmado hace tres décadas influyó en que, por ejemplo, las exportaciones de manufacturas aumentaran respecto a las exportaciones de petróleo de aquella época. La posibilidad de tener a Estados Unidos como vecino comercial también ha tenido una gran influencia. En el caso de Chile, sus exportaciones están basadas en gran medida en productos poco sofisticados como el cobre o el oro, sin haberse diversificado durante años, lo que ha producido que su complejidad económica sea menor. A pesar de que Chile ha mejorado en numerosos indicadores, su crecimiento económico se ha frenado en la última década. Esta falta de diversificación fue resaltada por Ricardo Hausmann en un famoso y polémico tuit que decía "¿Por qué Chile no crece? Porque está llena de chilenos". Lo que en realidad quería escenificar era el bajo porcentaje de inmigrantes existentes en Chile (2%), ya que la migración es fundamental para la generación de capacidades productivas y para la llegada de emprendimiento e innovación.
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Hemos observado también que cuando comparamos la complejidad económica entre Chile o México, ésta varía mucho a pesar de que ambos países poseen rentas per cápita similares. Y es que el Índice de Complejidad Económica sólo mide un aspecto de la competitividad, relacionado con la sofisticación y diversificación de las exportaciones. En cambio, también hay otros factores clave como el ambiente macroeconómico, la estabilidad política, las instituciones o el mercado laboral. En este caso, por ejemplo, es significativa la diferencia en los porcentajes de informalidad entre la economía de México (60%) o Chile (30%-35%), así como en su estabilidad macroeconómica.
El caso de retroceso más llamativo es Venezuela que en la última década ha reducido mucho su conocimiento productivo debido a una gran pérdida de capacidades. Por un lado, el petróleo requiere capacidades que tienen pocos usos alternativos en otras actividades, y por otro, la emigración, desaparición de empresas
han contribuido a este descenso. Los casos más positivos son Costa Rica o especialmente Nicaragua, aún en posiciones bajas al ser exportador de materias primas y bienes de bajo valor agregado.
Como decíamos anteriormente, hay muchos otros factores que influyen en el futuro crecimiento económico además de la complejidad económica, y más cuando hablamos de un crecimiento inclusivo en una región con tanta desigualdad. Pero prestar atención a cómo se desarrollan las capacidades productivas es un aspecto fundamental para la mejora de las economías iberoamericanas.