La frase más repetida en Cataluña después de "queremos diálogo" es "queremos que se levante el 155 para poder recuperar la dirección política de nuestras instituciones". Las actuaciones del recién investido
president Torra indican todo lo contrario: cuanto peor, mejor.
El investido Torra comenzó definiendo su presidencia como provisional (no está claro hasta cuándo quiere Puigdemont que dure su mandato). Además, desde la perspectiva político-constitucional, el suyo será un Gobierno en minoría. Asimismo, en rueda de prensa desde Berlín, acompañado por el omnipresente Puigdemont, Torra presentaba su hoja de ruta republicana, basada en tres ejes de actuación: el espacio libre europeo, las instituciones catalanas (Parlament, Gobierno y Ayuntamientos) y, por último, el proceso constituyente. Estos tres escenarios indican que el
president pretende utilizar la Generalitat como instrumento para hacer República; se insiste en la idea de que España es un espacio de represión (por eso un ultranacionalista con rasgos supremacistas ha podido ser investido); por último, la utilización de los alcaldes, independientemente de la población a la que representen, como una institución más de la gestión de la Generalitat se explica por el apoyo que muchos de ellos han dado al procés y, especialmente, a Puigdemont.
Por otra parte, Comín explicaba desde Bruselas que en el espacio exterior pretenden generar unas instituciones paralelas de Gobierno de la República que completarán su estructura. Todo ello resulta contradictorio con lo que algunos líderes independentistas ya han reiterado: no se dan las condiciones para que Cataluña sea hoy independiente. En todo caso, los instrumentos propuestos para hacer República son un fraude democrático dado que escapan a las vías establecidas de legitimación democrática del poder y de su control.
Si quiere seguir leyendo este artículo lo puede hacer en El Pais