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Sin embargo, la tecnología ha transformado radicalmente estas señales. ¿Quién es hoy un mejor activo para la sociedad, un graduado en ingeniería de telecomunicaciones o alguien que durante el mismo tiempo ha sido capaz de lanzar una empresa de telecomunicaciones por su cuenta y riesgo? ¿Qué tipo de formación debería primar nuestra sociedad en un mundo cada vez menos jerárquico y más descentralizado? En cuanto al profesorado, hay un gran número de barreras administrativas que impiden la participación de profesionales ajenos al mundo universitario en la formación de las nuevas generaciones, en un entorno en el que el conocimiento y la experiencia en un sector o actividad adquiere más relevancia debido a la aparición de nuevas profesiones y empleos más flexibles y dinámicos. Cada vez es más necesario conjugar el rigor de la Universidad con la experiencia profesional. En este contexto, aparecen nuevos modelos de aprendizaje que buscan responder a los retos educativos actuales, al menos en tres áreas: 1.- La formación en habilidades y conocimientos específicos se torna más relevante para el desempeño del trabajo. Esto hace necesario ampliar el concepto de profesor para que abarque a todo transmisor de conocimiento que pueda contribuir al desarrollo educativo de un alumno. 2.- Se hace necesaria la implementación de nuevos modelos de incentivos que busquen asegurar el compromiso de los estudiantes con su educación. Un puesto de trabajo en el futuro deja de ser un aliciente suficiente, dada la incertidumbre del mercado laboral y el espacio temporal que existe entre el inicio de los estudios y el primer empleo. Deben considerarse estímulos más directos; por ejemplo, los que remuneren al alumno por la consecución de hitos en su desarrollo educativo. Por el lado del profesor, deberían establecerse incentivos que reconozcan directamente a aquéllos que mayor impacto tengan en el futuro del alumno; medido, por ejemplo, por el número de ofertas de trabajo que este recibe. 3.- Deberían desarrollarse nuevos modelos de gobernanza que aseguren que la comunidad educativa responde de forma ágil a las necesidades del mercado de trabajo y nuestra sociedad. En los últimos años han surgido plataformas de educación online que intentan transformar los modelos actuales en línea con los pilares mencionados. Por ejemplo, Coursera y EdX han sido pioneras en crear nuevos sistemas de educación abiertos; compañías como Udemy y Udacity han surgido para ampliar el término profesor, de forma que incluya a cualquier persona con conocimiento y experiencia dispuesto a compartirlos, haciendo más relevante y extensa la oferta educativa. Un ejemplo todavía más ambicioso es Tutellus.io, una plataforma descentralizada que propone un modelo educativo con nuevos sistemas de incentivos. Los alumnos serán remunerados por su compromiso con su formación; asimismo, su atractivo para las empresas revierte directamente en los profesores, ya que estos también reciben remuneración por haber participado en su formación. Finalmente, las empresas son parte integral del ecosistema, transmitiendo a la comunidad sus necesidades de talento. Como en otros sectores, estas iniciativas utilizan una de las grandes palancas de la futura revolución tecnológica: blockchain, protocolos informáticos que permiten la creación de redes más eficientes, fiables y con nuevos modelos de gobernanza entre los participantes. No es casualidad que, en 2014, Vitalik Buterin, entonces un estudiante de la Universidad de Waterloo en Canadá, recibiera un Thiel Fellowship para dedicarse a tiempo completo al desarrollo de uno de los proyectos blockchain más relevantes: Ethereum. En definitiva, la Universidad debe enfocarse en construir modelos educativos más abiertos y conectados, que permitan una transmisión de conocimiento más eficiente entre profesores (en su sentido más amplio), alumnos y empleadores, capaz de mantener unos estándares de enseñanza altos y con gran agilidad para responder a las necesidades de nuestra sociedad. La Universidad ha sido uno de los principales motores del progreso. Sin cambios en el modelo actual, hay un alto riesgo de que pierda este papel. Pero no hay motivos por los que no pueda transformarse. No hay ninguna razón que impida que la Universidad siga teniendo un rol fundamental en estas nuevas plataformas, aportando sus profesores, su infraestructura, su experiencia en I+D y la certificación de calidad que un ecosistema de este tipo requiere. Cuanto más valor continúe aportando, mejor será nuestra sociedad. Nota: el autor es asesor de Tutellus.io