Margaret Thatcher acuñó la famosa frase "There is no alternative" ("no hay alternativa", también conocida por su acrónimo TINA). En el contexto de la reflexión que voy a hacer, se podría cambiar su significado por el de "hay otra alternativa" (There Is a New Alternative), la del PSOE, al menos cuando analizamos los Presupuestos.
Son tres los puntos que quisiera desarrollar:
- Los Presupuestos alternativos del PSOE son los únicos que se toman en serio alcanzar el objetivo de déficit, hacerlo no endeudando más a España y cumpliendo, además, con la regla de gasto (por más que ésta deba ser mucho más transparente en el futuro). Cambio y seriedad, de la mano.
Y digo los únicos porque si las líneas presupuestarias de Podemos no tienen ningún empacho en situar el déficit público en el 3% en 2018, rompiendo así el compromiso contraído con Bruselas (con las incalculables consecuencias que esto pudiera acarrear en términos de subida de la prima de riesgo, por ejemplo), a Ciudadanos el tema francamente no le importa: se han acoplado dentro el Presupuesto del PP y se unen, en este asunto, a su suerte. Pero el hecho es que el PP no realiza en su proyecto presupuestario un ejercicio muy solvente y riguroso: una de las grandes vulnerabilidades de la economía española es el elevado nivel de endeudamiento público. España es uno de los países de la UE con mayor deuda y menores ingresos públicos. El informe
Fiscal Monitor del Fondo Monetario Internacional (FMI) señala que somos el país industrializado en el que más ha crecido la ratio de deuda pública desde 2012, pasando del 85,7% del PIB al 98,4% en 2017; casi 12 puntos. No es para tomárselo a la ligera. El FMI acaba de advertir de que esta situación, generalizada, puede ser nada menos que el preludio de una nueva recesión.
Por otra parte, la obstinación del Gobierno popular de continuar el ajuste del déficit utilizando exclusivamente el gasto comienza a traerle problemas: resulta difícil de entender cómo, en un momento en el que quiere ensayar una cierta expansión del gasto (subida de los sueldos de los funcionarios, por ejemplo), no intente compensarla por el lado de los ingresos y, en consecuencia, sea altamente probable que la Administración central incumpla la regla de gasto que está imponiendo con mano de hierro al resto de instituciones del Estado. Por el contrario, en el caso de los Presupuestos alternativos socialistas, a una expansión moderada del gasto (de 7.998 millones de euros) le sigue una expansión equivalente de los ingresos, con lo que no solamente se respeta el objetivo del acortar el déficit al 2,2% del PIB en 2018 y no ampliar deuda, sino que también se puede seguir observando la regla de gasto al aumentar los ingresos.
Y es razonable que así sea: España necesita una profunda reforma fiscal que permita reconstruir el sistema tributario español para hacerlo más justo, más progresivo, más sencillo y más eficiente. Entre las herramientas más importantes para lograr estos objetivos debe estar una firme actuación para racionalizar el intrincado bosque de exenciones, bonificaciones y subvenciones, así como una decidida lucha contra el fraude y la elusión fiscales. El sector público en España apenas ingresó una cifra equivalente al 37,9% del PIB en 2017, mientras que en Alemania ascendió al 45%, en Italia al 46,9% y en Francia al 53,0% en 2016, según los últimos datos publicados por Eurostat. El promedio de la zona euro se sitúa en el 46,1%, más de seis puntos de PIB por encima del nivel español.
El propósito del Gobierno de estabilizar el peso del sector público (gasto e ingresos) en torno al 38% del PIB es claramente ideológico y nos llevará a tener un Estado de Bienestar mínimo, sin capacidad de atender, entre otros desafíos, al envejecimiento de la población, de mantener la capacidad adquisitiva de las pensiones, de abordar nuevas prestaciones sociales para familias e hijos o la modernización de nuestro tejido productivo. Ya son muchas las instituciones, incluida la Autoridad Fiscal (Airef), que han puesto de manifiesto, una vez más, que el problema estructural del déficit público se debe fundamentalmente a la insuficiente recuperación de los ingresos públicos, que prácticamente se han mantenido en relación al PIB durante la recuperación cíclica de la economía.
Ese nuevo modelo fiscal debe incluir entre sus grandes prioridades el ahorro, la eficiencia y la calidad del gasto. Para converger con los éstandares de calidad de los servicios públicos europeos no sólo hay que incrementar los ingresos, también hay que mejorar el funcionamiento del Estado de Bienestar en eficiencia y en efectividad. Y esto es lo que sólo hace el PSOE, proponiendo una racionalización de gastos de 2.500 millones de euros para 2018.
- Los Presupuestos alternativos del PSOE también son los únicos que se toman en serio que España pueda ser más productiva (más I+D, más industria, más educación, más políticas activas de empleo). Las clases medias y trabajadoras no saldrán sin ello del estancamiento.
Nunca insistiremos lo suficiente en esto. La mayoría de la gente, en las clases medias y las trabajadoras, se hundió con la crisis, se estancó y no está saliendo del agujero. El problema es que no lo hará a no ser que creemos ahora, en estos años de recuperación, un nuevo mundo de oportunidades para todos. Para ello no sirve el modelo anterior, de pre-crisis, que suponía en los mejores tiempos un 10% de desempleo y un bajo valor añadido para el potencial de capital humano que existe en nuestro país. Nuestra solución para crear oportunidades tiene un norte hacia el que España debería caminar: preocupémonos todos, trabajadores, profesionales y empresarios, en
elevar la productividad. Seamos más competitivos
no por bajos costes salariales sino por la calidad, el contenido tecnológico y la eficiencia de lo que producimos.
No es literatura, sino un planteamiento muy preciso: modernizaremos nuestras actividades productivas en la medida en que situemos la educación en el centro de nuestros esfuerzos, y eso es lo que hacemos en nuestros Presupuestos alternativos con medidas como la subida adicional de las becas hasta 331 euros por alumno, alcanzando una media de 2.466 euros anuales, beneficiando con esta medida a 300.000 estudiantes; la matrícula gratuita que abarque a 350.000 alumnos; o el plan contra el abandono escolar, que permitiría realizar programas destinados a 235.000 jóvenes de 18 a 24 años que no tienen ni siquiera el título de la Educación Secundaria Obligatoria. Acompañaríamos esto con una nueva solución a las políticas activas de empleo, poniendo en pie un nuevo Plan de Infraestructuras Territoriales para la Empleabilidad en todo el territorio, en cada población de más de 20.000 habitantes y en las cabeceras de comarca. Junto a ello, daríamos la importancia que merece a la I+D+i, subiendo su presupuesto público hasta el 2,5% de los Presupuestos en tres años, y pondríamos en pie una política industrial digna de ese nombre. La alternativa presupuestaria para la economía productiva es una apuesta firme en todos estos terrenos, con propuestas concretas y bien meditadas que, en su conjunto, suman 4.200 millones de euros.
- Los Presupuestos alternativos del PSOE son los únicos que tienen la ambición y la posibilidad de ir más allá de los regalillos electoralistas del PP y Ciudadanos, con cambios duraderos y estructurales contra la desigualdad. El objetivo es que nadie se quede atrás.
No hay empresas ni instituciones que triunfen en sociedades que fracasan. La española se ha roto cuando se lo ha hecho el contrato social que hacía de argamasa. El hecho de que seamos el único país en Europa en el que los salarios no sólo no han subido, sino que han decrecido durante la crisis y la recuperación; que seamos uno de los países más desiguales de Europa; que tengamos un 14% de trabajadores pobres o dos millones de parados pobres son datos testarudos que deberían constituir objetivos previos para cualquiera que quiera construir prosperidad en España.
Por ello, a esta tarea previa dedicamos un esfuerzo importante, pero posible, en nuestra propuesta presupuestaria. A nosotros, como reformistas, no se nos ocurriría en la vida proponer un salto en el gasto de 26.000 millones de euros como hace Podemos para 2018, porque tenemos muy claro que no podríamos ejecutarlo.
Con mucho menos (7.988 millones, y dando también la importancia que tiene a la modernización productiva), hemos propuesto un plan de choque contra la pobreza infantil que sacaría de esa situación a 2,3 millones de niños; una nueva cobertura contra el desempleo que beneficiaría a dos millones de parados mayores y de larga duración; un plan por la igualdad laboral real entre hombres y mujeres, con 106.000 plazas públicas gratuitas para infantes de 0 a 3 años; seis semanas de permiso de paternidad igual, obligatorio e intransferible, que es el modo que los hombres se incorporen a las tareas de crianza, y una dotación para que 300.000 dependientes pueden recibir los servicios a los que tienen derecho y 400.000 cuidadoras se coticen de nuevo a la Seguridad Social.
Ésa es la diferencia: donde el PP y Ciudadanos, unidos en sus Presupuestos, ofrecen para este año una subida para algunos pensionistas, nosotros proponemos que se cambie la norma y que todos vean actualizada su pensión en lo que crezca el IPC, y que eso ocurra no sólo este año sino en adelante; que ante el cheque de guardería de 1.000 euros, que mañana puede desaparecer, nosotros preferimos crear plazas públicas y gratuitas de enseñanza de 0 a 3 años que permanecerán; que no se puede dar señales sin ofrecer soluciones concediendo una semana más de permiso de paternidad, sino un plan que efectivamente ayude a las mujeres a conciliar maternidad y trabajo; que, en definitiva, avancemos creando estructuras y políticas que permanezcan y no sean flor de un día, con un objetivo claro: una sociedad integrada para cimentar en ella un futuro de prosperidad.