13 de Abril de 2018, 07:13
Fuente: Datos y cifras del Sistema Universitario Español. Curso 2015-2016
Fuente: CSIC
Esta infrarrepresentación en el ámbito universitario se hace todavía más patente en los puestos de mayor prestigio: el 79% de las cátedras y cargos de dirección de las universidades públicas están ocupados por hombres. Esta desproporción es inferior en los centros privados, donde la distribución es de un 57% de varones y un 43% de mujeres. A este respecto cabe señalar que, a pesar de que las tasas de respuesta afirmativa de la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación (Aneca) a la solicitud de la figura de catedrático son similares para hombres y mujeres en torno al 70% en ambos casos, la proporción de solicitudes sí que varía: es considerablemente superior para los hombres. La mayor desigualdad, sin embargo, se encuentra cuando hablamos de rectorados: sólo cuatro mujeres ocupan este cargo en todo el Estado. Aunque la Ley de Paridad de 2007 establece su aplicación también en la Universidad, ésta tiene efecto principalmente en los puestos de designación o de libre disposición, como el de responsable del gabinete de un rector o los de directores de área. Rectores, decanos o directores de departamento se eligen por votación y existe una desigualdad de origen que favorece el inmovilismo. La mayor parte de los cargos han sido tradicionalmente ocupados por hombres, y aún son ellos los que toman la mayor parte de decisiones y manejan los recursos, por lo que se mantiene cierta inercia a lo largo del tiempo. Asimismo, existe cierta predisposición a que las mujeres ocupen determinados cargos no estratégicos o los puestos más amables. A partir de los datos expuestos, es razonable señalar el desequilibrio existente entre los niveles de formación y participación social de las mujeres. Aun cuando los indicadores objetivos sobre sus niveles de preparación son positivos, hay inequidad en los procesos de selección y promoción. La escasa renovación generacional, la existencia de estructuras o coaliciones de poder con un claro predominio de varones y la falta de medidas efectivas para conciliar la vida familiar son algunas de las barreras vigentes en la academia española. Junto a ellas, conviven ciertas pautas culturales que pueden llegar a perpetuar estereotipos sobre las capacidades de hombres y mujeres en el desempeño de tareas de gestión, dirección o investigación. Para tratar de visibilizar el papel de la mujer en el ámbito de la docencia e investigación universitarias, diferentes administraciones y colectivos han realizado diferentes propuestas. Algunas van orientadas a la promoción de formación e investigación en temas de género y a la publicación de datos desagregados (también por género) sobre docencia, gestión e investigación. Otras se enfocan hacia la promoción de medidas y políticas públicas de conciliación. Por último, hay un grupo de iniciativas focalizadas en dar visibilidad a los centros e instituciones que fomenten la equidad en sus diferentes estructuras. Todas ellas persiguen romper techos de cristal y acercar la Universidad a la realidad social que subyace tras ella.