En los últimos años se han publicado numerosos análisis que muestran que en España la crisis, en términos de renta, ha afectado más a los más pobres. El último que he leído acaba de publicarse en el Observatorio Social de la Caixa, y en él Olga Salido detalla las variaciones en la renta media de diferentes clases económicas durante los años de crisis, además de ilustrar sobre las variaciones en la posición relativa de cada grupo y detallar cuáles son los patrones de movilidad que ha seguido cada uno de ellos. Las conclusiones son varias, aunque para el propósito de este artículo resalto la siguiente: fueron las decilas más pobres las que acusaron una mayor caída de la renta media de 2007 a 2013 (cada decila representa un 10% de la población, ordenada de menor a mayor renta). Se observa, además, una tendencia clara y progresiva, que muestra que la caída de la renta en términos relativos iba disminuyendo en los distintos grupos de ingresos a medida que éstos eran mayores. La crisis ha afectado a toda la población, aunque los estratos más vulnerables han sido los más pobres.
Además, al observar las variaciones en la participación de cada grupo de renta sobre la renta total (cómo ha cambiado el reparto de la tarta), se observa que las clases medias fueron las más estables, debiéndose el aumento de la desigualdad de los últimos años a los cambios en los extremos y, particularmente, al empeoramiento de las clases bajas (Julio Carabaña profundiza sobre esto en el segundo capítulo de su último libro).
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Ambos diagnósticos muestran que lo único evidente es que, tanto en términos absolutos como en términos relativos, los segmentos más pobres fueron los que más sufrieron el impacto de la crisis en términos de renta. Otros trabajos han obtenido resultados similares, como este artículo de Pau Marí-Klose o éste otro más antiguo de Samuel Bentolila. El patrón de cambio al que hacen referencia todos estos análisis se observa de forma nítida y detallada en el siguiente gráfico.
Gráfico 1. Evolución de los ingresos por percentiles*. España: 2007-2013Fuente: Gráfico de Branko Milanovik con datos del LIS Data Center. (*) Cada percentil representa un 1% de la población, ordenado de menor a mayor renta.
Hasta aquí, los análisis que miden el impacto de la crisis en los ingresos. Pero éste no es el único factor que condiciona el bienestar social de los individuos y los hogares. Variables como la actividad laboral son también muy relevantes. Lo que haré en lo que resta de post es ofrecer una serie de datos que complementan los anteriores y permiten valorar, con un análisis distinto, si el impacto de la crisis ha sido equilibrado o desigual.
Analizamos la evolución de la ocupación durante la crisis, viendo lo que le ocurrió a distintos tipos de empleos. Combinamos todos en cinco grupos, definidos por su nivel de calidad: la columna del extremo izquierdo de los gráficos representa al 20% de empleos de menor calidad y la del extremo derecho al 20% de mayor calidad. Así ha evolucionado la ocupación en cada grupo:
Gráfico 2. Evolución del número de ocupados (en miles) en quintiles*, por sector
Fuente: elaboración propia a partir de datos de la EULFS y la EWCS. (*) Quintiles de empleos agrupados según su nivel de calidad, utilizando el índice conocido como 'NPI'.
El patrón general de cambio muestra que, a lo largo de toda la crisis, hubo un proceso de mejora en la estructura de empleo: la caída de la ocupación se concentró en los empleos de menor calidad (los dos primeros quintiles). Esto permitió que los de mayor calidad pasaran a conformar una mayor proporción sobre el total de empleos disponibles en la economía española. Sin embargo, esta mejora ha tenido un coste muy alto: la enorme destrucción de empleo que sufrieron especialmente los segmentos más vulnerables.
Este patrón fue más nítido en la primera fase de crisis, que fue más intensa. Durante la segunda fase la caída de la ocupación se extendió a otros sectores y empleos, como consecuencia de la reducción de la demanda agregada que trae consigo toda crisis.
Gráfico 3. Evolución del número de ocupados (en miles) en quintiles*, por nivel educativo
Fuente: elaboración propia a partir de datos de la EULFS y la EWCS. (*) Quintiles de empleos agrupados según su nivel de calidad, utilizando el índice conocido como 'NPI'.
Prestando atención a los datos desagregados por sectores de actividad (gráfico 2) y nivel educativo (gráfico 3), se ve que la caída de la ocupación afectó en mayor medida a personas con un nivel educativo bajo y de sectores como la construcción o la industria. La educación se configuró como elemento clave que protegió de los efectos de la crisis en el empleo: el nivel de ocupación de los más cualificados no solo cayó en menor medida que el del resto, sino que incluso siguió creciendo en este contexto.
En síntesis: no es sólo que las rentas más perjudicadas por la crisis hayan sido las de los más pobres, sino que ésta también ha afectado más en términos de ocupación a quienes eran de por sí más vulnerables: quienes se ocupaban en empleos de menor calidad. Con un tipo de análisis u otro, se aprecia que los mayores damnificados fueron los grupos que ocupaban una posición vulnerable en relación al mercado laboral. De ahí que entienda que, como consecuencia de los cambios materiales que han experimentado, sea entre las clases obreras y segmentos más desfavorecidos donde más se ha comprometido la valoración subjetiva del bienestar.
La evidencia de los efectos de la crisis en los salarios y la ocupación obliga a cuestionar que su impacto haya sido democrático y transversal, contradiciendo unos supuestos efectos devastadores sobre las clases medias (por más que veamos este relato reproduciéndose de forma reiterada en medios de comunicación y determinadas tribunas políticas). Si indican claramente alguna cosa, los procesos que estamos observando muestran que la prioridad no son las necesidades de las clases medias, sino adaptar el Estado de Bienestar para responder a las necesidades de los sectores más vulnerables.
Artículo en colaboración con el Observatorio Social de la Caixa