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¿Avanza la ultraderecha en España? Cuatro apuntes y una conclusión

Xavier Casals

11 de Octubre de 2018, 01:38

Las distintas concentraciones y marchas que protagonizan grupos ultranacionalistas españoles han llamado la atención de los medios de comunicación, que plantean hasta qué punto constituyen un síntoma de crecimiento de este espectro político. Por nuestra parte ya hemos publicado análisis al respecto pero, dado el flujo de información sobre el tema, consideramos pertinente hacer cuatro apuntes:

1. ¿Hasta qué punto el independentismo moviliza a la ultraderecha? 

En efecto, como ya hemos analizado anteriormente, el secesionismo moviliza a la ultraderecha española ahora y como ya lo hizo en el pasado, desde los inicios del siglo XX. Ello es así porque el ultranacionalismo español se configuró en nuestro país en torno a su oposición al troceamiento de España: surgió en la isla de Cuba, ante el separatismo autóctono, y al ser repatriadas las tropas derrotadas en 1898 el fantasma de una segunda Cuba se proyectó primero sobre el emergente regionalismo catalán.

Con el tiempo lo hizo también sobre el autonomismo, considerado como un paso previo hacia el independentismo. Ello fue visible con la eclosión de la Liga Patriota Española en la Barcelona de 1918, cuyos miembros se enfrentaban físicamente con los catalanistas y seguidores de Francesc Macià en las Ramblas.

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Tal actitud se prolongó en el tiempo hasta llegar al presente y fue visible, por ejemplo en colectivos políticos (como La Falange), deportivos (como la Peña Deportiva Ibérica, formada por seguidores radicales del RCD Español) o, ya en los años 80, por colectivos de la cultura juvenil skinhead. Éstos –como ha estudiado el historiador Carles Viñas– se ubicaron en una intersección de caminos ubicada en la periferia de la política y en la que confluían la música, la presencia en los estadios y la alineación laxa y compleja con formaciones de ultraderecha.

Por consiguiente, podemos concluir que, ciertamente, el independentismo agita al ultranacionalismo español, pero ello no constituye un cambio cualitativo en relación al pasado. Al contrario, es la reafirmación de una pauta de actuación política con un siglo de continuidad.

2. ¿Puede romperse el PP y ver emerger una opción a su derecha?

Si algo ha demostrado la crisis que ha estallado en Cataluña es que en el mapa político español nada se puede descartar. Ahora bien, como ya hemos advertido también en un análisis reciente, para que tal cosa suceda es necesario que confluyan dos elementos. Por una parte, que el PP fracase de modo evidente en la gestión de la crisis, lo que ahora no puede afirmarse. Por otra parte, debe existir una opción política capaz de canalizar este descontento, y este segundo factor tampoco parece muy visible en estos momentos.

Lo afirmamos en la medida que la extrema derecha y la derecha radical española no disponen de formaciones competitivas en las urnas. Hasta ahora sólo dos siglas han sido capaces de recoger apoyos significativos en las urnas: Vox y la Federación Respeto.

En los comicios europeos de junio de 2014, Vox tuvo como candidato a Alejo Vidal-Quadras y obtuvo 244.929 votos (1.56% del total), faltándole cerca de 50.000 para alcanzar representación según unas fuentes y tan sólo 3.000 según el partido. La Federación Respeto reúne a la Plataforma per Catalunya [PxC] (que entre los sucesivos comicios locales de 2003 y los de 2015 conoció un proceso de ascenso progresivo y colapso súbito), España 2000 (que ha logrado mantener un edil en Alcalá de Henares aunque ha retrocedido de forma sensible en la Comunidad Valenciana) y el Partido por la Libertad [PxL], sin presencia institucional destacable. Por ahora no parece que Vox y Respeto estén capacitados para lograr un salto político cualitativo que les permita competir con éxito con el PP, pese a que existiría un espacio electoral potencial.

En suma, para que irrumpa institucionalmente la ultraderecha debe fracasar el PP en la crisis catalana (a ojos de una parte significativa de su electorado) y producirse un rápido conocimiento de líderes, siglas e idearios del espectro de la derecha populista y la ultraderecha, algo que difícilmente puede suceder en breve tiempo.

3. ¿El ultranacionalismo español es importante como partido o como grupo de presión?

En este sentido, consideramos que la importancia del ultranacionalismo español o del nacionalismo español más belicoso, que ha adquirido visibilidad con la crisis catalana (plasmado en consignas como "¡A por ellos!" o "¡Puigdemont a prisión!") posiblemente sea relevante como grupo de presión para exigir una política de mano dura a La Moncloa ante el secesionismo. Se pudo apreciar tal situación en la concentración celebrada en Madrid convocada por Denaes el pasado 28 de octubre en la plaza de Colón. Allí, el líder de Vox, Santiago Abascal, pidió "la ilegalización de los partidos que tienen como objetivo romper España".

No obstante, esta presión de dureza no sólo la representa la ultraderecha, sino que José María Aznar (desde la FAES que preside) también ha lanzado mensajes inequívocos al respecto. Asimismo, el ex presidente no se ha recatado de mostrar sus simpatías hacia Ciudadanos, un partido ajeno a la ultraderecha y que defiende la españolidad de Cataluña, que concibe como una comunidad autónoma más.  La ultraderecha, pues, tampoco logra tener el monopolio de las posiciones duras ante la política del Estado en Cataluña.

4. ¿Existe un único discurso ultraderechista sobre Cataluña?

Existen distintos discursos sobre Cataluña en el seno del ultranacionalismo español que se ubica a la derecha del PP.

De esta manera, el discurso españolista de carácter unitario y centralista coexiste con otro exaltador de un catalanismo neoforal. Por consiguiente, no hay un único discurso sobre Cataluña en el seno de la extrema derecha. Ello tiene consecuencias programáticas y, por ejemplo, mientras España 2000 ha apoyado el secesionismo lingüístico que representa el idioma valenciano, la PxC ha rubricado la unidad de la lengua catalana. Es más, incluso existe una minúscula ultraderecha independentista, Som Catalans.

Conclusión: Agitación, pero no necesariamente progresión

En síntesis, la agitación actual de la extrema derecha refleja la del mainstream del nacionalismo español, inquieto por la magnitud del desafío secesionista. De ahí a concluir que asistimos a la emergencia de un partido de ultraderecha a corto plazo hay un buen trecho y hasta un eventual salto al vacío, como hemos intentado argumentar. Igualmente, hemos querido resaltar la complejidad y fragmentación de este espectro ideológico, lo que dificulta efectuar simplificaciones.

Ahora bien, no puede descartarse que la situación actual genere un desenlace que suponga un cambio cualitativo del escenario político actual. Sin ir más lejos, la falta de apoyo del PNV a los Presupuestos dibuja un horizonte electoral no sólo en Cataluña sino también en España. De ahí que todo pronóstico tenga una vigencia harto limitada y deba tomarse con cautela, incluyendo el que hemos realizado. En última instancia, sólo el paso del tiempo podrá aportar información sustancial sobre cómo la crisis independentista ha modificado el espacio ideológico de la ultraderecha.

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