Objetivo 'blando', espacio público de concentración de masas, víctimas indiscriminadas y materiales de fácil acceso: se repite el patrón de los
ataques terroristas en Europa en los dos últimos años. En España, se temía un
atentado como el perpetrado el pasado jueves. La lucha contra ETA y las lecciones aprendidas tras el 11-M, permitieron a las
agencias de seguridad e inteligencia tener el "saber cómo" para evitar el peor de los escenarios durante estos años.
Partiendo de la premisa de que la
estrategia terrorista mira siempre más allá del objetivo específico atacado, pues se busca un
daño moral y simbólico público mucho mayor que las consecuencias físicas directas -característica esencial del
terrorismo-, se pueden señalar varios factores que ayuden a responder la pregunta de
por qué Barcelona. Para ello, se han de entender algunos puntos clave del contexto internacional, español y, en particular, barcelonés.
En la coalición internacional
En primer lugar, España forma parte de la coalición internacional que combate al Estado Islámico, cuenta con tropas desplegadas en otros países con presencia de grupos terroristas como AQMI y es socio comprometido con otros países occidentales también bajo la mirilla del
terrorismo global. Estas circunstancias son una constante en la
propaganda yihadista, imbuida de la retórica fanática del 'nosotros' contra 'ellos'.
Por otro lado, y mirando al pasado, la ensoñación de recuperar ese supuesto paraíso perdido de
Al-Ándalus, así como las proclamas para reconquistar las ciudades de
Ceuta y Melilla, son también un argumento habitual del
yihadismo internacional ya anterior a cualquier implicación militar española en el exterior -incluida la
guerra de Irak del 2003- o apoyo a aliados.
Falta de integración
En segundo, factores particulares -aunque no exclusivos- en Catalunya: por un lado, la presencia de
grupúsculos salafistas, cuyas posiciones radicales pueden facilitar el paso de sus militantes del
extremismo a la
violencia. Por otro, una segunda
generación de inmigrantes, ciudadanos de pleno derecho, cuya falta de integración o la búsqueda de una identidad perdida pueden catalizar el
proceso de radicalización y la adhesión a una causa por la que matar y morir. En los últimos años, se han desarticulado importantes redes y complots yihadistas, también con vínculos con
tramas internacionales, y el número de radicales detenidos es el mayor de España -junto a Ceuta y Melilla-.
Por último, el carácter internacional de Barcelona. Como cualquier otra gran ciudad europea, atentar contra Barcelona es garantizar una resonancia mundial inmediata y multiplicar el impacto mediático y psicológico del ataque. Además, como destino turístico de primer nivel, el daño contra este sector principal de la economía española puede ser grave. Por más que espante el fanatismo, los terroristas siempre siguen una estrategia racional y persiguen también el golpe económico, social y político. Por todas estas razones, el atentado terrorista yihadista en Barcelona tenía un fundamental componente estratégico.