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¿El colapso de ISIS?

Alma Agustí

13 de Julio de 2017, 21:10

El pasado lunes 10 de julio, Abadi, el presidente de Iraq, declaró la "victoria total" del gobierno iraquí contra ISIS en Mosul. La coalición militar liderada por Estados Unidos con militares iraquíes, combatientes kurdos y grupos armados chiitas,  ha recuperado el control de la ciudad tras nueve meses de combate.

El martes, Amnistía Internacional denunciaba las tácticas usadas por las fuerzas iraquíes y estadounidenses, además de ISIS, por violar la ley humanitaria internacional y posibles crímenes de guerra. El informe declara que ISIS uso civiles como escudos humanos durante el conflicto y Zeid Ra’ad Al Hussein, alto comisionado de Derechos Humanos de la ONU, dijo que había alegaciones de abusos de derechos humanos por parte de las fuerzas iraquís contra combatientes de ISIS y sus seguidores.

Con Mosul en ruinas, aproximadamente un millón de personas desplazadas y miles de muertos y heridos, un portavoz del Secretario General de la ONU considera la Victoria un "paso significativo en la lucha contra el terrorismo y el extremismo violento". Otros consideran que la victoria no elimina a ISIS y que hay un largo cambio por delante, aunque la perdida de uno de sus bastiones es un golpe fuerte contra la organización extremista. 

La victoria militar en Mosul abre un gran interrogante para el gobierno iraquí, así como para el gobierno sirio cuando recupere su territorio. Cuál es la solución política para reintegrar la ciudad y el resto de ciudades liberadas? Y no es un interrogante pequeño dado que su ejecución tendrá un gran papel en determinar la habilidad de ISIS para recuperar poder en el futuro, especialmente considerando que la toma de poder de ISIS en Mosul fue parcialmente provocada por la gobernanza de Bagdad. Hasta ahora, en ciudades como Tikrit o Falluja, la estrategia del gobierno iraquí ha sido ad hoc y poco estratégica dada la falta de recursos y voluntad política.

La cuestión es más inminente de lo que sugiere su alcance. Con el reciente fallecimiento de Abu Bakr al-Baghdadi, el líder y califa de ISIS, confirmado por el Observatorio de derechos humanos de Siria y la presión sobre la organización por la inminente perdida de Raqqa en Siria, el fin de ISIS como lo conocemos podría llegar a finales de año.

Estados Unidos ha declarado que sus aliados kurdos en Siria han superado la resistencia de ISIS en Raqqa y conseguido penetrar la ciudad, tras meses de ataques aéreos. Sin embargo, pese a la perdida de Mosul y Raqqa todavía hay muchas zonas bajo el control de ISIS como Deir az Zor, donde Baghdadi fue declarado muerto.

Desde enero de 2017, ISIS ha perdido alrededor del 47% de su territorio y varios expertos consideran que está al límite de una derrota militar. No obstante, la derrota militar no implica una perdida automática de apoyo ni la evaporación de su ideología. Según declaro Columb Strack, analista de IHS Markit para AlJazeera, la ideología de ISIS es solo una variante de una ideología que ha existido durante décadas y que inevitablemente reemergerá. Los conflictos étnicos y geopolíticos que han acechado Oriente Medio durante décadas y el actual dominio político Chiita y la influencia de Iran, siguen polarizando las posiciones de cada parte implicada, y asi, fortaleciendo la ideología yihadista sunita.

Lo que preocupa especialmente a los expertos es el vacío de poder que quedara en la superficie cuando ISIS pierda el control sobre todo su territorio y obligue a Daesh a organizarse de forma clandestina como hizo al-Qaeda. Un informe del Centro de Combate contra el Terrorismo en West Point ya ha enfatizado que tras la derrota de ISIS en varias ciudades se han detectado cientos de ataques llevados a cabo por el grupo. Asimismo, las divisiones internas en los países afectados entre grupos religiosos y grupos étnicos pueden fortalecerse con el cambio en el equilibro de poder tras la derrota de ISIS especialmente porque los grupos chiitas tendrán control sobre las armas y la experiencia militar.

Con este contexto político y militar y la falta de estrategia al largo plazo que Iraq, Siria y la comunidad internacional han demostrado, cabe preguntarse cuales deberían ser las prioridades a seguir para reconstruir las ciudades recuperadas y solidificar los cimientos sociales necesarios para desarrollar instituciones fuertes y un tejido social solidario y estable.

El primer paso, según Alaaldin, es la creación de empleo y la provisión de servicios básicos. Su carencia fue la que en su momento proporciono a ISIS con un terreno fértil sobre el que construir apoyos. Así mismo, la creación de empleo y la inversión en infraestructura ayudarían a reconstruir el territorio destruido.

Segundo, la inclusión de los grupos marginalizados. En Iraq, los árabes sunitas, cristianos y yazidíes. En Siria este proceso tiene una perspectiva más compleja dado el conflicto interno que acecha el país, además de la ocupación de ISIS y tomará más tiempo crear el ambiente necesario para dicha inclusión. Solo será posible la reconstrucción de Mosul si se adopta una estrategia holística para la cohesión social y la construcción de la confianza entre actores sociales y políticos.

Tercero, Kate Sullivan, Marina Caparini y Gary Milante de SIPRI consideran de vital importancia que el gobierno ataque los problemas estructurales que acechan el país, como la desigualdad, centralización politica o la corrupción. Sin una estrategia creíble al largo plazo para formar los cimientos necesarios para construir estructuras políticas duraderas la recuperación del territorio ocupado es menos significativa si no se atacan los problemas de raíz que afectan al país y constituyen la base del descontento político.

Finalmente, cabe destacar que la implicación de actores internacionales no termina con su participación militar. Para promover una paz duradera en oriente medio, es necesario que la comunidad internacional siga cooperando y colaborando con sus gobiernos nacionales para fomentar el dialogo, la mediación y la asistencia técnica y económica necesaria para que se alcancen los objetivos anteriores.

Sin un proceso parecido y los recursos necesarios para llevarlo a cabo es probable que tras la derrota territorial de ISIS, un nuevo grupo armado con una ideología yihadista similar si no idéntica, surja de los apoyos de ISIS, como fue el caso con al-Qaeda en Iraq tras la ocupación de Estados Unidos. Tras la guerra, la destitución de Saddam Hussein como presidente de Iraq, Estados Unidos desmantelo el ejército iraquí y prohibió el partido sunita, nombro a un nuevo presidente chiita y observo la marginalización de los sunitas y kurdos, fomentando el escenario que llevaría a la aparición de ISIS en Iraq.

En conclusión, si queremos una reconstrucción efectiva de los territorios ocupados, que la paz en oriente medio sea duradera y combatir los orígenes del terrorismo islámico de forma, reconquistar el territorio ocupado por ISIS es solo el primer paso. Para evitar acontecimientos similares, es importante combatir el conflicto sectario que afecta a Iraq y a Siria y proporcionar las estructuras sociales, económicas y políticas necesarias para desarrollar una paz duradera. Einstein diría que hacer lo mismo una vez tras otra y esperar resultados diferentes es la definición de locura, otros lo llamarían historia.

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