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Programas de empleo juvenil con estrellas Michelin

Borja Barragué

15 de Mayo de 2017, 22:08

En una noticia publicada el pasado 1 de mayo, Jordi Cruz –jurado de MasterChef y rockstar de los fogones– afirmaba que le molesta que se hable del trabajo de aprendiz "como algo negativo, como si fuera un abuso o una mala práctica", cuando en realidad se trata de un "privilegio", porque aprender de las estrellas del firmamento Michelin no se paga con dinero. Los aprendices no sólo no deberían quejarse por trabajar 60 horas a la semana sin cobrar, viene a decirnos Cruz, sino que deberían estar agradecidos. Trabajar gratis 60 horas semanales no es pertenecer al über-precariado, sino una magnífica inversión en capital humano que luego el mercado laboral español recompensará con un salario igualmente magnífico: nada de círculo vicioso low-pay, no-pay, todo de juego win-win.

Al margen de consideraciones jurídicas, la visión de las relaciones laborales de Cruz ha sido criticada sobre todo por suponer una explotación de los aprendices. En un momento en que el ejército de reserva de los parados jóvenes roza el 45%, los Cruz y Berasategi y Arzak se estarían aprovechando de la "población joven sobrante" para el buen funcionamiento de sus propios negocios. Aunque sea sólo en aras de la argumentación, asumamos que a una parte más o menos significativa de la población española trabajar 60 horas sin cobrar no le parece un verdadero chollo por el que se debería estar hondamente agradecido, como piensa Cruz, sino una práctica laboral bastante discutible como mínimo desde un punto de vista moral. Pero comencemos por el principio, reclamará más de un lector. ¿Por qué España duplica la tasa media de desempleo juvenil de la UE?

Existen al menos dos razones. La primera es que, a pesar de la mejora en los últimos años, España sigue liderando el ranking de abandono escolar temprano en la UE con una tasa del 20%. No sólo eso, sino que tenemos una formación profesional subdesarrollada. Ambas cosas combinadas explican que la transición de la educación al empleo en España sea muy difícil en muchos casos. La segunda razón estriba en la escasa eficacia de los Servicios Públicos de Empleo (SPE). Mientras que los SPE en España sólo intermedian en el 2-3% de los contratos firmados cada mes, la experiencia de otros países apunta a que una de las claves del éxito de la GJ es el buen funcionamiento de los SPE, sobre todo en el ámbito local. En este contexto, ¿qué están haciendo los gobiernos para reducir en número ese lozano ejército de reserva?

En abril de 2013 el Consejo Europeo adoptó la Recomendación denominada Garantía Juvenil (GJ). La GJ es una estrategia novedosa por la que todos los Estados miembros de la Unión Europea se comprometen a asegurar que los jóvenes menores de 25 años –29 en el caso de España– obtengan una oferta de empleo o de formación en los cuatro meses inmediatamente posteriores a quedar desempleados o haber abandonado la educación formal. La experiencia de programas similares a la GJ –ensayados  sobre todo en los países escandinavos– demuestra que una actuación temprana en combinación con una estrategia de activación puede acarrear mejoras significativas en la transición del sistema educativo al mercado laboral (Felgueroso&Jansen). ¿Qué sabemos de los resultados del programa de la GJ en España desde que comenzara su implantación en 2014?

Según un trabajo de Almudena Moreno para el Observatorio Social La Caixa, y con todos los disclaimers necesarios debido a que aún no disponemos de datos sobre la monitorización de la GJ en España, hay dos circunstancias que alertan de cierta ineficacia hasta el momento. El primero es  el bajo porcentaje de inscritos, que en el caso de los NEETs –not in employment, education or training– no alcanza siquiera el 15% (gráfico 1). El segundo es que a diferencia de lo que ocurre en países como Francia (más del 80%), Irlanda (71%) o Italia (68%), en España sólo un 38% de los inscritos en la GJ había encontrado un empleo seis meses después de haberse registrado (gráfico 2).

Gráfico 1. Porcentajes de jóvenes entre 16 y 29 años inscritos en la Garantía Juvenil

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Fuente: Extraído de Moreno 2017.

Gráfico 2. Ofertas de empleo o formación obtenidas por los jóvenes inscritos en la Garantía Juvenil (2015)

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Fuente: Extraído de Moreno 2017.

No voy a extenderme más. Lo anterior sugiere que la GJ está teniendo una eficacia más bien reducida en España, y que esto se debe a la combinación de un mal funcionamiento de los SPE y la escasa participación de los jóvenes en el registro de la GJ, sobre todo de los jóvenes que ni estudian ni trabajan y por tanto más podrían beneficiarse de ella. En lugar de facilitar programas educativos y de formación a los que más lo necesitan, es probable que la GJ esté funcionando sólo para proporcionar un contrato (de aprendiz) a los jóvenes que estarían más cerca de conseguirlo incluso en ausencia de la GJ. Salvo que pensemos que trabajar sin cobrar para el star-system de los pucheros "vale todo el oro del mundo" y que la über-precariedad de joven es el precio a pagar por la estabilidad de adulto, parece que en España aún tenemos mucho que hacer para neutralizar las consecuencias negativas del círculo vicioso de la precariedad.

Artículo realizado con la colaboración del Observatorio Social de "la Caixa"

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