10 mins - 3 de Mayo de 2017, 22:29
Sartre lanzó su denuncia: "Élections, piège à cons" ("trampa para tontos"). Una metáfora provocadora. Creo recordar que lo escribió en el artículo editorial de la publicación que dirigía, 'Les Temps Modernes'. Fu después de la revolución del Mayo de 1968. La Francia insumisa de entonces y recuperada ahora, virtualmente, por Mélenchon, cuando se convocaron las elecciones presidenciales y las izquierdas fueron derrotadas rotundamente.
En la primera vuelta los socialistas, con un presidenciable potente, Gaston Defferre, tuvo el 5% de los votos y el representante del movimiento del 68, el brillante Michel Rocard el 3,5%. Un veterano comunista, de perfil staliniano y estilo populista y además crítico del 68, Jacques Duclos, obtuvo el 21%.
En la segunda vuelta se confrontaron el candidato gaullista y el liberal (Pompidou y Poher), ambos conservadores moderados. Puede interpretarse que el tornado del 68 tuvo efectos profundos y las generaciones que renovaron la política facilitaron la victoria de Mitterrand en 1981.
Fueron simplemente unas elecciones, se hicieron o se consolidaron algunas reformas, pero sólo con ello no se hacen revoluciones. Los antisistema pueden ser críticos del sistema, pero aunque les pese difícilmente pueden acabar con él en las actuales circunstancias; sean los reaccionarios como Le Pen o los izquierdistas como Mélenchon. Puede ser que su discurso exprese voluntad de dar la vuelta a la tortilla, pero eso no se consigue sólo llegando a la Presidencia. El sistema es un conjunto de instituciones, medios de comunicación, tramas políticas, sociales y económicas, valores y comportamientos arraigados, poderes jurídicos y armados, entorno internacional. No basta ganar la Presidencia, es necesario tener fuerzas superiores a las del sistema; no por capricho Gramsci planteó la cuestión de la hegemonía. Veamos con lo que cuenta cada uno a partir de los resultados electorales, y mejor no utilizar conceptos confusos o polisémicos como armas arrojadizas en todas direcciones, sea el de antisistema, el populismo o el abuso de la democracia o su negación.
Los socialistas, a la derivaNo solamente han reducido sus votos a la cuarta parte; su espacio electoral y social se ha roto. Una parte está con Macron y otra parte con Mélenchon. Y lo que queda en el partido está dividido en facciones enemigas, como se ha podido comprobar al ver al candidato, Hamon, prácticamente solo, salvo algunos centenares de militantes. Mientras tanto, el aparato ha hecho de observador, cuadros y militantes dispersos y el presidente, Hollande, al margen. Las primarias, como ocurrió con las del partido de la derecha (LR), han servido para explicitar las rupturas internas, la militancia no correspondía con el electorado y el resultado ha sido trágico.
La izquierda alternativaEl discurso de Mélenchon puede parecer antisistema; las propuestas no tanto, las posibilidades mucho menos. Difícilmente podría hacer una reforma radical del marco jurídico, y menos romper los lazos económicos europeos. Sin embargo, ha duplicado los votos, casi un 20%. Sus bases son una garantía de futuro, porque ha recibido principalmente el voto de los jóvenes y de las grandes ciudades. Primer partido en Marseille, Montpellier, Lille, Toulouse, Grenoble, en dos distritos de París y en la periferia del norte de la capital. Y también ha sido el primer o segundo partido en las zonas críticas del norte industrial y en las regiones pirenaicas y del Languedoc, territorios en los que está muy implantado el FN.
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La France Insoumise de Mélenchon ha arrancado votos que podrían haber ido al FN. A estas bases les costará bastante votar a Macron; bastantes lo harán, pero muchos otros votarán blanco o se abstendrán. ¿Antisistema, populismo, anacronismo, anti-democrático, llevar el país a la bancarrota? Criticar el sistema no es provocar un derrumbe institucional ni económico. Populismo sí es un estilo desagradable o demagógico, pero hay ejemplos mucho peores: Le Pen, Fillon o Macron. ¿Anacronismo? Fillon y Le Pen lo representan mucho mejor. ¿Anti-democrático? Todas sus propuestas son democratizadoras y no retóricas, como las de Macron y las de Fillon y, de forma más explícita, las de Le Pen, abiertamente anti-democráticas. Cuestionar el marco político-jurídico no es anti-democrático, todo lo contrario. Ya se sabe que el Derecho primero libera y luego oprime. Se trata de re-democratizar el proceso desdemocratizador que se ha impuesto en las últimas décadas.Una derecha rota por la mitad: la crisis de LRLa confrontación Fillon/Juppé no es baladí y no es sólo personal, es una división histórica. Hay una derecha laica, liberal y republicana y una derecha católica, autoritaria y monárquica, aunque la disfracen de república. La primera es conservadora o reaccionaria y defiende como sea el lucro y los privilegios. La segunda es relativamente más tolerante y rechaza del todo a la extrema derecha. Ambas asumen la globalización y el mantenimiento de la Union Europea, pero unos quieren reforzar el nacionalismo patrio y los otros tienden más a reforzar el europeísmo.
Frente Nacional y su naturalización en el sistema político francésEn las elecciones presidenciales de 2002, Chirac (centro-derecha) obtuvo el 19,99% de los votos, Jospin el 16,2% (aunque sus aliados de las izquierdas se reservaron para apoyarle en la segunda vuelta y representaban un 25%). Pero Le Pen padre, obtuvo el 16,9% y pasó a la segunda vuelta y Jospin pasó de casi presidente a salir del escenario público. Fue un trauma colectivo. El sentimiento republicano generó una movilización de los votantes en favor de Chirac, que obtuvo el 80% de los votos.
El futuro es tan incierto como lo que diga o haga TrumpMacron será presidente y probablemente podrá armar su partido, una amalgama que difícilmente podrá consolidarse. El probable sistema proporcional permitirá sobrevivir a los partidos actuales. El FN puede ganar las siguientes elecciones presidenciales si modera sus propuestas más extremistas y si atrae o hace alianza con una parte de la derecha. Su talón de Aquiles: cuanto más crece, también lo hace el peligro para la democracia; en 2013 era el 47% y en el 2017 es el 58%. Si promueve un referéndum sobre la Unión Europea, aunque no se haga, puede reforzarlo más. Recuerden que en el referéndum sobre la Constitución europea, contra todos los partidos dominantes y los grandes medios de comunicación, el no obtuvo el 54%. Sería seguramente el fin de la Unión. Si hay acercamiento entre FN y sectores de la derecha tradicional, se reactivará la derecha centrista y puede emerger un nuevo centrismo, una alianza de centro-derecha con los socialistas-liberales. Es lo que ya se ha configurado, provisionalmente, con Macron.