21 de Abril de 2017, 06:56
El libro de Rubén Juste 'Ibex 35, una historia herética del poder en España' merecía una reseña desde su publicación en febrero, pero ante la revelación por parte de Podemos de que esta es la obra de referencia para el nuevo término de trama para describir el funcionamiento del poder en España esta se hace imprescindible.
[embed]https://www.youtube.com/watch?v=Xf-Ig_W_9jQ[/embed]El libro es abrumador tanto por la densidad de los datos que presenta como por el retrato que presenta sobre la cercanía entre poder económico y político en España. Aunque el libro no usa el término trama de forma sistemática, bien puede haberse inspirado Podemos de los valiosos gráficos de red que el libro incluye en un cuadernillo central sobre los contactos entre políticos y empresarios del Ibex desde los años 90 hasta la actualidad.
Aunque el autor toma la decisión estilística de presentar un ensayo estructurado en función de los periodos de gobierno de cada partido político en lugar de presentar una hipótesis central, hay un argumento que recorre el libro: el Ibex 35 nace como producto de una relación casi simbiótica entre poder político y grandes empresas en el contexto de los fastos del 92 como proyecto consolidación de un bloque económico que sirviera de respaldo al bloque de poder político que surge de la transición, en algo así como un proyecto de gran burguesía nacional afín a la nueva democracia. Este proyecto habría sido exitoso a lo largo de dos décadas y con tres gobiernos distintos, pero la crisis del año 2007 habría supuesto el fin de este proyecto hegemónico al desaparecer el lubricante de la relación político-empresarial con el estallido de las cajas de ahorro, la debacle de algunos de los grandes nombres del IBEX (Martinsa, Ibex, Prisa) y la creciente dependencia de muchos otros del capital global, con el consiguiente distanciamiento del poder político.
El libro supone una contribución valiosa al debate sobre la cercanía entre el poder político y el económico en España y realiza alguna aportación original al mismo, pero sin embargo no consigue presentar una trama coherente más allá del detalladísimo relato sobre el funcionamiento de las diferentes casas del poder en cada momento histórico ni resulta convincente respecto a su posición herética. Uno de los aspectos valiosos del libro es que a pesar de estar estructurado en torno a los periodos de gobierno de cada partido no tiende a ver a dichas fuerzas políticas ni al Estado como cajas negras, sino que analiza cómo las diferentes fuerzas de cada momento se han coaligado en torno a diferentes intereses y sectores, en lo que el autor llama "casas", tales como las redes articuladas en torno a Solchaga o Rato. En este sentido el autor presenta los datos sobre la presencia de políticos en empresas del Ibex mediante una serie de representaciones de red que ofrecen al mismo tiempo una confirmación de la existencia de estas casas, pero al mismo tiempo demuestran que no existe una trama que reúna a todas estas casas como un bloque hegemónico. Los gráficos que se presentan que parecen tener mucho más potencial del que el libro efectivamente explota muestran en todos los casos una serie de "casas" que forman bloques o tramas de poder diferenciadas. Se puede discutir en qué medida el término de oligarquía sigue siendo útil para describir estas conductas, pero en todo caso el libro demuestra que habría que hablar de tramas en plural en la medida que Ibex ha fracasado como proyecto de bloque de poder único.
El libro aporta una perspectiva original y matizada sobre la dirección en la que se ejerce el poder en estas redes. Aunque la posición del IBEX en numerosos debates contemporáneos es la de un poder económico que se impone al poder político, discurso que asumió Pedro Sánchez durante su famosa entrevista con Jordi Évole, Rubén Juste muestra que las relaciones entre poder económico y político son más complejas. Si las grandes empresas del IBEX han podido no sólo influir en el poder político sino usarlo para expandir sus oportunidades de negocio, también se muestra que con frecuencia muchas de estas empresas no han podido evitar verse envueltas en batallas propias al campo político, como por ejemplo la politización de la compra de Endesa por Gas Natural. Sin embargo, cuesta ver en qué medida los análisis en uno u otro sentido resultan heréticos. Aunque por el estilo ensayístico elegido el autor no plantee una discusión conceptual, se puede discutir en qué medida este tipo de relaciones siguen reflejando los últimos coletazos del corporatismo y el estatismo más o menos clásicos en España o las críticas más generales al sesgo estructural de todos los Estados democráticos hacia los intereses económicos. En este sentido el estilo ensayístico no justifica la falta de diálogo con buena parte de la literatura sobre los grupos de interés en la España contemporánea. Más allá de la crítica teórico-académica estas ausencias suponen un problema a la hora de discutir la concepción del poder que el título pretende avanzar.
A pesar de estas limitaciones, el libro supone una contribución a la revitalización de un debate sobre las élites en la democracia española y en el creciente proceso de globalización. Cabe a partir de ahora esperar que se propongan teorías más detalladas sobre los efectos concretos de la cercanía de las elites y el poder político y estudios comparativos sobre la supuesta excepcionalidad del caso español en este sentido.