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Las políticas y los científicos sociales

Elena Casanovas

26 de Agosto de 2018, 12:35

El mundo de la Política y el de la Universidad interactúan. Su relación, sin embargo, puede adoptar formas muy diversas. En ocasiones, corrientes de pensamiento originadas en las Ciencias Sociales (la Filosofía, la Teoría Política o la Economía) inspiran e impregnan propuestas políticas de manera indirecta. Otras veces ocurre de modo más activo, con académicos que adquieren el papel de ideólogos, ya sea siendo afiliados a un partido político o, sin serlo, ejerciendo una crítica más o menos externa.

También existe el caso de figuras centrales de partidos políticos que provienen de la Academia. Son ejemplo de ello cinco de los siete padres de la Constitución: tanto Miquel Roca (CDC) como Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón (UCD), Jordi Solé Tura (PSUC-PCE), Manuel Fraga Iribarne (AP) y Gregorio Peces-Barba (PSOE) fueron docentes en facultades de Derecho, los tres últimos en calidad de catedráticos. De este modo, además de representar los puntos de vista de sus partidos, fueron capaces de aplicar conocimientos especializados en Derecho Constitucional a la hora redactar la actual Carta Magna. Otra versión de este fenómeno puede observarse en Podemos. Además de poseer una gran destreza política, muchos de sus dirigentes son expertos en protestas políticas, movimientos de masas o construcción de identidades políticas como resultado de sus carreras universitarias. Gran parte de las tesis que ahora defienden desde las instituciones ("y las calles", como dirían ellos) fueron su objeto de estudio durante años, cosa que probablemente no sea ajena a su éxito.

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De modo más genérico, las políticas necesarias para diseñar y sostener un Estado de Bienestar podrían mejorar sustancialmente si recogieran algunas de las lecciones que derivan de la investigación en Ciencias Sociales. La Universidad produce un gran volumen de conocimiento en este área, pero no suele penetrar en el proceso de diseño de políticas públicas y, por tanto, tiene poco impacto social. Esto es problemático, porque paralelamente estamos experimentando incuestionables aumentos en los niveles de desigualdad, pobreza infantil o tasas de desempleo persistentemente altas, lo cual evidencia la necesidad de innovar en la búsqueda de soluciones.    

Este fenómeno no es exclusivo del caso español. La falta de conexión entre la investigación universitaria y el diseño de políticas públicas es un reto al que se enfrentan la inmensa mayoría de países. Para ayudar a buscarle solución, en algunas universidades se han creado centros que funcionan como espacios de unión entre el análisis académico y la construcción de propuestas políticas.

Uno de los más destacados es el Stanford Institute for Economic and Policy Research (SIEPR), de la Universidad de Stanford. En él se produce investigación destinada a arrojar luz sobre cuestiones directamente relacionadas con las políticas públicas, como las pensiones, el sistema de salud, el mercado de trabajo, el papel de la innovación y la tecnología y la movilidad intergeneracional. También se organizan conferencias, reuniones y seminarios en los que participan miembros de la Administración pública con el objetivo discutir sobre cómo los resultados de las investigaciones pueden incorporarse a la acción del gobierno.

Entre los investigadores que trabajan actualmente en el SIEPR se encuentra el economista Raj Chetty, conocido por sus investigaciones sobre desigualdad y movilidad social. En particular, Chetty ha llevado a cabo una serie de estudios en los que demuestra que el barrio donde se crece es crucial para determinar aspectos de la vida adulta como ingresos futuros, asistencia a la universidad, embarazos adolescentes, paro juvenil y patrones de matrimonio.

Algunas de estas conclusiones se alcanzaron tras revisar un proyecto anterior dirigido por el también economista Lawrence Katz en el que se hacía seguimiento a una serie de familias de barrios humildes que habían ganado un sorteo para ser trasladadas a barrios más prósperos, como parte de un programa piloto del Gobierno. Inicialmente, los datos parecían indicar que este cambio no había generado mejoras significativas, pero tras un nuevo estudio en el que se diferenció a las familias en función de la edad que tuvieran sus hijos en el momento de la mudanza, el equipo de Chetty halló grandes beneficios para los niños de menor edad. Estas conclusiones fueron corroboradas con análisis de nuevas fuentes de datos y han sido enormemente influyentes, porque ponen en entredicho las asunciones del sueño americano, al mostrar que las oportunidades se concentran en determinadas áreas geográficas y son, por tanto, desiguales. Tanto es así, que fueron citadas por el entonces presidente Obama durante su discurso sobre el Estado de la Nación y recibieron la atención tanto de Hilary Clinton como de Jeb Bush durante la pasada campaña presidencial, además de  ser objeto de una amplia cobertura mediática.

Esto ha contribuido a poner las desigualdades urbanas en la agenda política americana, y ha dado paso a una serie de proyectos auspiciados por el SIEPR destinados a entender mejor el funcionamiento de los mecanismos de movilidad social y a identificar intervenciones que sirvan para mejorar el entorno en el que crecen los jóvenes con menores recursos, con la intención de que sean adoptadas por las autoridades federales competentes.

Pero la investigación aplicada puede tener un gran impacto sin necesidad de socavar los cimientos ideológicos de una sociedad. De hecho, uno de los ámbitos en los que está siendo impulsada de modo más prometedor es en la gestión municipal. Ejemplo de ello son los Laboratorios Urbanos de la Universidad de Chicago, liderados por profesores de la institución que trabajan junto con autoridades locales y organizaciones sin ánimo de lucro para producir mejores políticas y programas sociales en las áreas de criminalidad, educación, energía y medio ambiente, salud y pobreza.

Uno de los programas más exitosos en que el trabajaron fue 'Becoming a Man', que consistía en enseñar a jóvenes de zonas desfavorecidas de Chicago a ser más reflexivos, controlar su impulsividad y reconocer algunos de sus automatismos, con lo que se logró una reducción de los arrestos de un 50% y un aumento de sus tasas de graduación escolar de casi el 20%.  Esta experiencia ha sido recogida por medios como NPR (Episodio 62), una de las principales estaciones radio de EEUU, o el programa Freakonomics, entre otros, y fue uno de los modelos en los que se basó programa nacional 'My Brother’s Keeper', impulsado por Administración Obama y que ha contado con el apoyo y participación de figuras mediáticas como las estrellas de la NBA Steph Curry y Michael B. Jordan.

Es posible que este tipo de iniciativas pudiesen haber surgido desde los partidos políticos, de la Administración pública o de un departamento universitario convencional. Sin embargo, contar con la participación conjunta de miembros de la universidad y autoridades asegura que su diseño sea riguroso, que tengan impacto y que exista un cierto consenso sobre su valor y efectividad más allá de la lógica de un partido determinado. La investigación académica tiene el potencial de ayudar a generar mejores políticas públicas, pero esto no necesariamente ocurre automáticamente. No se está sugiriendo que deban importarse exactamente las experiencias aquí expuestas, sino que es importante que existan espacios multidisciplinares que faciliten este tipo de contacto entre Universidad y gobiernos. Tender puentes ente investigación académica y política es crucial para solucionar algunos de los retos a los que nos enfrentamos.

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