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La brecha de genero en el interés por la política en Europa

Marta Fraile, Raúl Gómez

26 de Septiembre de 2019, 18:32

A pesar de que las desigualdades de género en el campo de la política se han reducido en las últimas décadas, las mujeres declaran saber y estar menos interesadas en política que los hombres. La desigual distribución de este recurso político podría traducirse en un silenciador de la capacidad de las mujeres para comunicar a los políticos sus demandas y necesidades. Es por ello que la promoción de la implicación política de las mujeres resulta cada vez más necesaria. Investigaciones recientes muestran que la incorporación de las mujeres a la esfera política produce democracias de mayor calidad.

La brecha en la implicación política de mujeres y hombres se ha explicado tradicionalmente por los roles de género que la socialización transmite, a partir de los cuales se promueve un rol político muy tibio para las mujeres. Por desgracia, esos procesos de socialización están anclados en el pasado y funcionan por inercia, por lo que son especialmente difíciles de cambiar. Sin embargo, muchos países en Europa han aumentado su compromiso con el impulso de la igualdad de género. ¿Contribuye la promoción de este tipo de políticas a disminuir la brecha en la implicación política?

En este estudio mostramos con datos de la quinta oleada de la European Social Survey (ESS) que la brecha de género en la implicación por la política es persistente y de un tamaño considerable en toda Europa. Por término medio, el interés declarado en política es un 16% menor para las mujeres que para los hombres.

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La Figura 1 muestra la distribución de la brecha de género por países. Varía entre un 2% en Estonia y 9% en Finlandia, Dinamarca y Lituania, hasta un 28% en Portugal, 31% en Croacia y 34% en Chipre. Estas diferencias se mantienen incluso controlando por las diferencias educativas, de recursos socioeconómicos y de tiempo entre hombres y mujeres.

La Figura 1 también muestra que el tamaño de la brecha está relacionado con el nivel de igualdad de género que presentan los países europeos. Más concretamente, los países que presentan menores niveles de desigualdad en la implicación por la política (como los países nórdicos) son precisamente aquéllos que poseen los índices más altos de igualdad de género (medidos a través del Gender Equality Index: GEI, un índice que creado por el Instituto Europeo para la Igualdad de Género. Y al contrario, los países con un mayor tamaño de la brecha (como Chipre, Portugal, Grecia o la República Checa) presentan también los niveles más bajos en el índice de igualdad de género, con la excepción de Estonia donde no hay diferencias en el interés político de hombres y mujeres.

Figura 1. La brecha en el interés por la política y el índice de igualdad de género en Europa

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Fuente: elaboración propia a partir de los datos de la ESS (2010) y de los datos del European Institute for Gender Equality (2010). 

La promoción de políticas que impulsen la igualdad de género puede afectar a los roles tradicionales que se transmiten en la sociedad como, por ejemplo, reduciendo el tiempo que las mujeres dedican al hogar, al cuidado de los hijos y los mayores o promoviendo la heterogeneidad de sexos en el trabajo. Y cambiando la mentalidad que da por sentado que en cualquier familia ha de ser una mujer la que se responsabilice y encargue de los cuidados en el hogar o que las mujeres tengan que dedicarse a determinados tipos de trabajo (como la enseñanza o la ayuda social).

Ahora bien, las políticas que promueven la igualdad de género están diseñadas para combatir las desventajas de las mujeres respecto a los hombres en la vida adulta (como, por ejemplo, los permisos maternales, la protección de los puestos de trabajo, la prestación de servicios para el cuidado de niños, etc.). Por lo tanto, es muy posible que su potencial para reducir las diferencias de género en la implicación política se concentre en los ciudadanos que más probablemente se benefician de dichas políticas.

La Figura 2 enseña las probabilidades estimadas de declarar estar muy interesado en política para hombres y mujeres controlando por edad y en dos escenarios distintos: uno con bajos niveles de igualdad de género (GEI = 37) y otro con niveles altos (GEI = 74). El nivel de interés crece con la edad tanto para mujeres como para hombres. Sin embargo, en contextos de bajo nivel de igualdad de género (ver el gráfico izquierdo de la Figura 2), la brecha no disminuye con la edad. En cambio, en contextos donde se promueve aquélla (ver el gráfico derecho de la Figura 2), la brecha disminuye significativamente con la edad, hasta el punto de que a partir de los 50 años desaparece.

Figura 2. Probabilidad de declarar estar 'muy interesado' en política por sexo y edad en contextos de bajo (a la izquierda) y alto (a la derecha) nivel de igualdad de género

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Fuente: elaboración propia a partir de la Tabla 2, ecuación 3 presentada en nuestro artículo.

Estos resultados muestran que la promoción de políticas de igualdad de género contribuyen a aumentar la probabilidad de que las mujeres se interesen por temas políticos. Sin embargo, ese efecto parece estar limitado a las mujeres de mayor edad, que son las que se han beneficiado más probablemente de este tipo de políticas. Por el contrario, para el caso de los jóvenes la brecha es considerable incluso en contextos en los que se promueven políticas activas de igualdad de género (como en los países nórdicos). Lo que, de nuevo, nos lleva al efecto de la socialización en roles de género.

Incluso en países comprometidos con la igualdad de género, los niños y las niñas siguen creciendo con la idea de que la política es cosa de hombres. Una idea que se trasmite no sólo a través de los valores familiares, sino también en la escuela, en los medios de comunicación, en las redes sociales. Resulta necesario luchar contra esta inercia, fomentar el equilibrio de género en nuestros hogares, en nuestro lugar de trabajo. Cambiar la manera en la que gestionamos nuestros roles en las dimensiones pública e íntima, pues tanto hombres como mujeres son igualmente capaces y deben estar dispuestos a participar en la misma medida en las dos dimensiones.

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