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El gasto sanitario en los últimos años: la descohesión de un servicio público

Javier Padilla

14 de Diciembre de 2018, 20:43

La última mitad de la década de los 2000 estuvo marcada por un aumento generalizado del gasto sanitario en todas las Comunidades Autónomas (CCAA), incrementos por encima del crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB) que hicieron que el gasto sanitario, expresado como porcentaje del PIB, se asemejara a la media de la Unión Europea de forma global (llegando en 2009-2010 a superar el 6.7% del PIB). Igualmente, el gasto por habitante experimentó una notable incremento, superando los 1.500 €/habitante/año. Esta tendencia de crecimiento del gasto sanitario se frenó a partir de 2010, produciéndose una importante reducción, mayor a las caídas del PIB, esto es, el gasto público en sanidad se recortó más que lo que se redujo la economía española en términos generales, bajando por debajo del 6.5% del PIB de forma notable según los datos más recientes de OCDE para 2015. Más allá de esta foto general de subidas y bajadas procíclicas del gasto sanitario, cabe preguntarse si, en un sistema sanitario con financiación no finalista (el dinero transferido desde el estado central a las CCAA para la financiación de los servicios públicos transferidos no lleva consigo la obligatoriedad de una inversión determinada en cada uno de los apartados de gasto de dichos servicios públicos), la inversión en sanidad ha sido homogénea en todas las regiones, así como sus variaciones en tiempos de recortes del gasto público. IMG_0835 Al observar los datos de gasto sanitario por habitante (datos de 2014, los últimos publicados en la Estadística de Gasto Sanitario Público, correspondientes al gasto realmente ejecutado) se identifican notables diferencias entre las diferentes CCAA. Mientras que Euskadi (1582 €/habitante), Extremadura (1448 €/habitante) y Navarra (1435 €/habitante) son las regiones que más dinero invierten en sus sistemas de salud, se observan diferencias de hasta 400-500 €/habitante/año con las CCAA que menos invierten: Baleares (1194 €/habitante), Madrid (1164 €/habitante) y Andalucía (1042 €/habitante). Las cifras de gasto como porcentaje del PIB muestran una imagen ligeramente distinta, con Extremadura (9.4%PIB), Murcia (7.7%PIB) y Asturias (7.3%PIB) como las CCAA que gastan un porcentaje más alto de su PIB en sanidad, frente a Baleares (5.1%PIB), Cataluña (4.7%PIB) y Madrid (3.8%PIB).

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De estas dos maneras de medir el gasto sanitario hay dos aspectos llamativos: I) la diferencia de gasto entre dos regiones con muchas similitudes de renta y organización del sistema sanitario, como son Extremadura y Andalucía y II) el extremadamente bajo nivel de gasto de la Comunidad de Madrid, al nivel de algunos países de Europa del Este con sistemas débiles y coberturas muy limitadas. Además de esta foto fija del gasto, no todas las regiones han afrontado igual su inversión sanitaria desde el año 2010; son 5 las CCAA que han reducido su gasto sanitario en más de un 15% desde su año de máxima inversión: de menor a mayor reducción de gasto, Andalucía, Baleares, Cantabria, Castilla-La-Mancha y La Rioja; en el otro extremo, solo Euskadi ha reducido su gasto en menos de un 5% en estos años, mientras que Aragón y Madrid registraban reducciones en torno al 7-8%. Estas variaciones se han acompañado de variaciones en la forma en la que el gasto era distribuido y ejecutado. Las CCAA con menos recortes presupuestarios han mantenido unos niveles de gasto en Atención Primaria y Hospitalaria que han ido caminando relativamente paralelos, sin cambiar notablemente la relación de gasto entre estos dos segmentos; sin embargo, las CCAA que más han recortado su gasto lo han hecho a expensas de grandes repercusiones sobre el gasto en Atención Primaria, manteniendo constante –o incluso incrementando- el gasto hospitalario. Esto tiene una importancia fundamental, dado que el fortalecimiento de la Atención Primaria se identifica como uno de los factores fundamentales de sostenimiento de los sistemas públicos de salud, así como es uno de los aspectos fundamentales de una inversión eficiente y equitativa en el sistema sanitario. En resumen, el gasto sanitario ha variado de forma muy distinta en las diferentes regiones del estado; hoy más que nunca es complicado hablar de un Sistema Nacional de Salud sin hacer ver las diferencias de inversión existentes en él y sin tratar de ver cómo estas se relacionan con la salud de las poblaciones.
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