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ERC, ¿el nuevo partido nacional de Cataluña?

Mario Ríos Fernández

23 de Diciembre de 2016, 06:22

El combate de judo que llevan protagonizando por la hegemonía electoral en el espacio soberanista, en palabras del periodista Enric Juliana, ERC y el actual PDECAT (antigua CDC) desde el inicio del proceso soberanista parece que comienza a vislumbrar su final. El último barómetro electoral de GESOP publicado por El Periódico de Catalunya muestra como el partido republicano se encarama a la primera posición en unas hipotéticas elecciones al Parlament de Catalunya, tanto en votos como en escaños, y a gran distancia de sus competidores. Por el contrario, la antigua CDC, el PDECAT, sólo se haría con un 11,7% de los sufragios y una horquilla de entre 15 y 17 escaños. Un resultado inimaginable para el que ha sido el primer partido de Catalunya en todas las elecciones autonómicas desde la llegada de la autonomía.

Esta foto del momento político catalán que nos ofrece el barómetro viene a confirmar lo que los últimos resultados electorales venían señalando: ERC seria el nuevo partido nacional de Catalunya. Des de las europeas de 2014, donde por primera vez desde la llegada de la democracia, los republicanos sorpassaban a los convergentes en unos comicios electorales, el partido de Oriol Junqueras no ha parado de crecer y consolidar su hegemonía dentro del espacio soberanista catalán. Una tendencia consolidada y fortalecida en las elecciones locales de mayo de 2015 y en las generales de diciembre de 2015 y de julio de 2016. Atrás quedan los años en que ERC era un partido minoritario y una fuerza política incapaz de ser política y socialmente mayoritaria.

Para encontrar una explicación a esta transformación debemos analizar los cambios políticos que se han producido últimamente en Catalunya. Desde que se inició el proceso soberanista, después de la sentencia contra el Estatut y la multitudinaria manifestación de la Diada de 2012, el tablero político catalán ha sufrido un gran terremoto. A las crisis que azotan el Sur de Europa (económica, social, institucional y de representación), en Catalunya se le suma una derivada de carácter local como es el proceso soberanista y la desafección hacía España. El encabalgamiento de todas estas complejas situaciones económicas, sociales, políticas y nacionales ha dado lugar a fuertes alteraciones en el sistema político catalán. La mayor de ellas y la principal es la división en dos bloques diferenciados de los partidos que compiten en la arena política catalana. Dicha división nace a raíz del posicionamiento de estos partidos en relación a la independencia de Catalunya. De un lado tenemos aquellos que apuestan por ella y que son favorables a la consecución de un Estado propio para Catalunya: ERC, PDECAT y la CUP; del otro a aquellos que se niegan rotundamente o que no son favorables: PP, C’s y PSC. En medio encontraríamos el espacio de los comunes que, sin ser independentista, intenta romper la polarización que reina a nivel nacional nutriéndose de ambos bloques. Esta división ha conducido a una competición política intrabloques, ya que los electorados de un bloque y de otro han sido poco permeables a las opciones del otro. Pero no solo a eso. También ha situado como único eje de batalla política la cuestión nacional. En Catalunya, desde que estalló el proceso soberanista, la cuestión independentista monopoliza cualquier debate público, taponando otros debates sociales o económicos, y aumentando la polarización en relación a la independencia de Catalunya.

Esta competición intrabloques ha conducido a lo que en comportamiento electoral se conoce como ethnic outbidding: un proceso de polarización en el eje nacional donde los partidos compiten para demostrar quién es el más radical en este ámbito y así cosechar más apoyo electoral entre el bloque nacional en el que compiten. Los Dr. Rodriguez Teruel y Astrid Barrio lo explican en este genial articulo. Esta competición electoral, que ha tenido y tiene lugar a lo largo de los 6 años de proceso soberanista que llevamos, la está ganado el partido que más pedigrí independentista ha tenido históricamente en Catalunya: ERC. Las dudas sobre el independentismo del espacio convergente, derivadas de las continuas contradicciones sobre la hoja de ruta a seguir entre sus dirigentes, hacen que mucho votante independentista dude de si esta formación política llevara hasta las últimas consecuencias la puja por la independencia de Catalunya. En este sentido, las declaraciones de la presidenta de la Diputación de Barcelona y figura relevante en el PDECAT, Mercè Conesa, sobre la celebración del referéndum y las posteriores reacciones de otros dirigentes abonan el campo para que parte del electorado pierda la confianza en ello.

Pero la lucha por quien es el más independentista de los dos no es la única causa que ha llevado a ERC a superar al PDECAT dentro del bloque soberanista. Una de las derivadas que explican cómo ERC se ha hecho con la hegemonía dentro del espacio nacionalista tiene que ver con la estrategia política seguida por el partido republicano hasta la fecha. Desde que ERC, dentro de Junts pel Sí, ha asumido responsabilidades de gobierno y diversas consejerías, la formación republicana ha apostado con fuerza por convertirse en un verdadero catch-all-party rompiendo con la imagen más izquierdista en tema sociales y económicos que tenía antes.

La actuación de Oriol Junqueras, el actual vicepresidente económico de la Generalitat y el político más valorado según el barómetro de GESOP, es la gran prueba de ello. Alterna mensajes dirigidos al empresariado y a las clases medias, como cuando defiende que ERC son los true liberals de Catalunya, con guiños a los sectores sociales más de izquierdas cuando asegura que los presupuestos de este 2016 van a ser los más sociales de la historia de Catalunya. Sumado a este juego discursivo, las actuaciones políticas y económicas de ERC dentro del gobierno de Puigdemont no dejan dudas al respecto: en lo que llevamos de legislatura Junts pel Sí, y con ello ERC, ha votado en múltiples ocasiones con C’s y PP en temas educativos o de fiscalidad. La estrategia de los republicanos combina la defensa del concierto dentro del sistema educativo catalán, opción mayoritaria entre las clases medias catalanas, y la no subida del tramo autonómico del IRPF a los que cobran más de 60.000€, con la política de desprivatización sanitaria que está llevando a cabo el Conseller de Salut Toni Comín. Con esta estrategia ERC hace guiños a los sectores más moderados de la sociedad catalana mientras conserva su tradicional base electoral para convertirse en el catch-all-party del bloque soberanista catalán. Los republicanos apuestan en su estrategia por sustituir a CDC como fuerza motora del nacionalismo catalán.

Mención aparte merece el tema de la corrupción. En un momento de hartazgo generalizado contra las elites y de fuerte cansancio respecto a la corrupción y a las malas prácticas políticas, los procesos judiciales por corrupción que afectan a la ya extinta CiU (Pujol, Caso ITV, etc.) han obligado al antaño partido hegemónico de Catalunya a una suerte de refundación en que lo nuevo no acaba de nacer y lo viejo no acaba de morir, lo cual ha deteriorado la hipotética fuerza electoral del PDECAT.

En definitiva, la suma de los problemas y errores propios del PDECAT, que arrastra la herencia del pujolismo, y el acierto táctico y estratégico de ERC que apunta con éxito al electorado tradicional convergente, pueden acabar permitiendo a los republicanos convertirse en el partido nacional de Catalunya. De momento, 8 de cada 10 votantes de Junts pel Sí optarían por ERC si se celebrasen elecciones mañana mismo, lo cual no es un mal comienzo.

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