13 de Octubre de 2016, 05:32
Desafiando una regla básica del periodismo escrito, voy a empezar por una frase que desalentará al lector: Trump obró correctamente al no pagar impuestos por 18 años (si acaso esto fue lo que hizo) y, digo más, no hay nada malo en ello.
Para el que siga leyendo, diré que yo profeso por Trump la misma aversión que la mayoría de gente que conozco (y probablemente de la que se asoma a "Agenda Pública" ): Es un matón en manos de quién parece temerario dejar las riendas de los EE.UU.
Pero me resulta sorprendente la estrategia que el partido Demócrata ha decidido seguir con respecto a su situación tributaria a partir de un dato filtrado de su declaración de Renta de 1995: como consignó una pérdida híper-millonaria ese ejercicio, es de esperar que en los años posteriores, a raíz de su compensación con beneficios, el resultado del IRPF de Trump haya sido nulo o muy pequeño. Por tanto, afirman los Demócratas con Clinton a la cabeza, Trump no paga sus impuestos.
Lamentablemente esto no es posible, pues hay que recaudar dinero todos los años para sostener los gastos públicos y no se puede esperar a un balance final para establecer cuánto paga cada contribuyente (además de los ya mencionados problemas prácticos de mantener un registro histórico de toda la vida económica de una persona). Pero no cabe duda que los sistemas tributarios tienen varios mecanismos sensibles a esto, y tratan de amortiguar la tributación de la rentas irregulares (o generadas en más de un ejercicio). Por ejemplo, el tratamiento más favorable de las ganancias de capital a largo plazo frente a las obtenidas a corto plazo, o el tratamiento de promediación de rentas generadas durante más de un año (como una explotación forestal). Las leyes de IRPF del mundo, incluyendo la española, están plagadas de medidas que atemperan la progresividad el tributo cuando la renta corresponde a más de un ejercicio, precisamente porque si se tuviera en cuenta esa renta a lo largo de todo el periodo en que se generó, la renta promedio anual sería menor. Por tanto, no hay nada malo en considerar una pérdida empresarial en un año cero y permitir que se compense con ganancias en los años sucesivos.
Esto me lleva a la siguiente conclusión: el problema con la pérdida económica de Trump en 1995 es en realidad un problema financiero y casi sistémico, no fiscal:
Yo creo que estas son las preguntas que los americanos deben hacerse respecto a la lección de la declaración de IRPF del magnate de 1995. Y por supuesto la de si alguien así está capacitado para asumir riesgos políticos a gran escala, cuestión que sí se ha mencionado pero solo tangencialmente en este [falso] debate fiscal.