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La polarización de la prensa durante los gobiernos socialistas

Laura Teruel Rodríguez

21 de Julio de 2016, 21:47

La polarización ha saltado a los titulares de la prensa en la campaña del 26J. Es una característica definitoria de los sistemas político y mediático españoles que atraviesa periodos de latencia pero nunca desaparece por completo. En momentos de gran intensidad los partidos multiplican su actividad informativa y, simultáneamente, existe una mayor demanda de información e interpretaciones por parte de los ciudadanos. Se crea, de esta manera, un ciclo perfecto en el que política, periodismo y opinión pública propician un flujo intenso de noticias sobre la situación del país y, con ello, un fortalecimiento de las dinámicas de polarización, de este diálogo tenso e inmoderado que no busca el intercambio de ideas sino alentar la confrontación. En el caso español, la bibliografía científica señala unánimemente que las legislaturas 1993-1996 y 2004-2008 son las que más elementos de crispación concitaron. No cabe duda de que hay que añadir el mandato 2011-2015 a esta lista.

En los contextos de crisis, como los anteriormente mencionados, pueden observarse con nitidez las características del modelo de medios español, denominado desde las Ciencias de la Comunicación como pluralista polarizado. Un sistema que se define por una prensa de referencia con una circulación reducida, mayor consumo de contenidos audiovisuales y medios que presentan un alto grado de paralelismo político: los temas políticos dominan la agenda mediática, existe cercanía en las cabeceras generalistas y los partidos y politización, a manos del Gobierno, de la radiotelevisión pública.

Este escenario fomenta la polarización, que puede definirse como el proceso por el que los actores del debate político se posicionan con intensidad en uno de los polos o extremos –coincidentes con el esquema bipartidista-, alejándose del centro y promoviendo la total repelencia entre enfoques opuestos. Supone romper puentes de entendimiento, desarticular las posiciones intermedias en la discusión pública. No es, por tanto, una dinámica natural, sino inducida por fuerzas enfrentadas que buscan atraer a los demás agentes y alejarlos del contrario. En este artículo se exponen, de manera sintética, las conclusiones de un estudio más extenso acerca de la importancia de la prensa como agente protagonista de este fenómeno pues se entiende que los medios no son rehenes o víctimas de esta realidad sino uno de los agentes potenciadores de la misma.

¿Sobre qué temas se desarrolló la polarización en la prensa española?

Se parte de la hipótesis de que el  protagonismo del periodismo escrito en las dinámicas de crispación vividas en España fue determinante, a pesar de que se trata de un país en el que tradicionalmente los índices de lectura de prensa son bajos. Aunque también se contempla que, a partir de 2011, los periódicos se están reubicando ideológicamente a causa de la crisis económica, lo que ha hecho evolucionar el rol que desempeñan en las dinámicas de crispación, y la televisión está siendo crucial para llevar al público masivo estos contenidos actualmente. 

Durante las dos legislaturas socialistas (1993-1996 y 2004-2008) se deslocalizó la crítica al gobierno, que se traslada del Congreso hacia la prensa buscando únicamente el eco mediático. El discurso político y periodístico se desempeñó con constante tensión, un debate inmoderado en las formas y agresivo en el fondo con la finalidad de desgastar la imagen del gobierno. La opinión invadió los espacios informativos, se ofrecieron titulares gruesos y se permitió que los hechos se distorsionaran al servicio de objetivos partidistas o empresariales.

En el gobierno de Felipe González la prensa conservadora, capitaneada por El Mundo, fue crucial para sacar a la luz escándalos: fondos reservados, escuchas del CESID, caso Roldán… y para fortalecer la relación entre los dos principales partidos de la oposición, PP e IU. La última legislatura de Gónzalez llegó precedida por la dimisión del vicepresidente Alfonso Guerra por las irregularidades cometidas por su hermano, el inicio de la investigación del caso GAL o la instrucción del caso Filesa. Estos casos habían sido publicados por Diario 16 primero. Estos hechos críticos son momentos claves para intentar imponer argumentaciones que inducen un sobredimensionamiento de los mismos e imponen una retórica infamante, un dialogo incendiado. A través de la cobertura polarizada de estos casos –muchos de los cuales conllevaron condenas judiciales aunque en otros las tesis del medio no se vieron refrendadas- se crea un discurso en el que los escándalos se entrelazan y alargan, creando un clima de alteración constante de la vida política. Un ejemplo sencillo de titular grueso, a propósito de la cobertura del denominado ‘caso Palomino’ por El Mundo fue: "González dice que no se sentiría responsable si la Administración hubiera favorecido a su cuñado Palomino" (supuesto caso de "pelotazo inmobiliario"); que proviene de la declaración del presidente: "Los ciudadanos pueden estar absolutamente tranquilos, el presidente del Gobierno no ha hecho ningún trato de favor. A partir de ahí, si la Administración a cualquier nivel, en una empresa, en un organismo autónomo, se demuestra que ha hecho un trato de favor hay que depurar las responsabilidades de quien corresponda" (24-11-1994)

Los directores de medios decidieron adquirir estos años un protagonismo político paralelo o conjunto a la oposición. Así, en 1994 algunos de los más conocidos periodistas y directores críticos con el gobierno de González se unieron en la AEPI (Asociación de Escritores y Periodistas Independientes) y publicaron sus principios fundacionales en los que desgranaban los motivos de su oposición a los socialistas y la actitud beligerante que habían decidido adoptar (los directores de El Mundo, Abc y Diario 16, Luis de Olmo, Federico Jiménez Losantos, Antonio Herrero, José María García…).

Por su parte, la cercanía de El País al gobierno socialista convirtió a los medios de Prisa en la diana de las críticas de las demás cabeceras, que cuestionaban su independencia. Así, con respecto al referido ‘caso Palomino’, por continuar con el mismo ejemplo, el periódico realiza un informe para desmontar la versión dada por El Mundo del supuesto "pelotazo inmobiliario" del cuñado del presidente González.

En el gobierno de Zapatero, ya en 2004, la crispación del debate público vino inducida por temas muy diferentes: con un Partido Popular en reconstrucción, los periódicos fueron fundamentales para avivar los argumentos más crispados frente a las decisiones del Ejecutivo. En el caso de El Mundo hay que recordar su voluntad de mantener durante años la teoría de la conspiración sobre los atentados del 11M, desmontada judicialmente. A lo largo de este mandato, los medios y los populares realizaron una dura oposición sobre este asunto que junto al Estatuto de Cataluña, las leyes sociales –matrimonio homosexual, ley de la memoria histórica- y el diálogo con ETA fueron los ejes del debate público. Así, por ejemplo, cuando en 2005, el líder popular Mariano Rajoy acusó al presidente Zapatero de "haber traicionado a los muertos de ETA" por dialogar con la  banda terrorista, junto con el rechazo de la opinión pública y gran parte de clase política, encontró el apoyo de su partido y de periódicos como Abc. Los atentados de Madrid supusieron, además, un argumento para deslegitimar la victoria de Zapatero en la prensa conservadora durante toda la legislatura. Fue percibido como un ‘asalto al poder’ por lo que, en el análisis sobre cualquiera de las medidas sociales adoptadas, siempre se recurría a cuestionar de base la legalidad de la acción del Ejecutivo.

Frente a este panorama de la prensa escrita, la televisión privada, por el contrario, se situó en un tono más neutro sin perder audiencia y RTVE continuó politizada hasta la ambiciosa reforma que desarrolló el gobierno de Zapatero en 2006 y que mejoró sustancialmente la independencia y calidad del ente. El aumento del consumo de medios fue generalizado pues la audiencia de las radios informativas, especialmente de las tertulias matutinas, se incrementó también en estos años y destacaron figuras como Iñaki Gabilondo en Hoy por hoy (Cadena Ser) y Federico Jiménez Losantos en La Mañana (Cope).

Así pues, este análisis de la historia de la polarización mediática española evidencia que, hasta 2008, era un fenómeno cíclico e invita a pensar que se asocia a un Gobierno del PSOE en mayoría simple y un elevado protagonismo de la prensa escrita, en la que tiene cabida un discurso caracterizado por la inmoderación en las formas y la intención de crispar el debate público. Sin embargo, es incuestionable que el mandato de Rajoy ha presentado similares dosis de polarización pero en un contexto muy diferente: ¿Se ha mantenido la polarización mediática en los mismos términos entre 1993-1996, 2004-2008 y 2011-2015? Hay tres factores muy evidentes que señalan las diferencias: el cambio de signo del gobierno, el horizonte de quiebra del bipartidismo y la importancia del politainment en televisión. 

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