15 de Mayo de 2017, 21:43
Conseguir que las empresas sean más eficientes es clave para mejorar su productividad. En este sentido, las prácticas de organización empresarial, como el grado de descentralización en la toma de decisiones, tienen un papel fundamental.
Antes de describir cómo se lleva a cabo la toma de decisiones en las empresas españolas, es importante detallar que la evidencia empírica muestra que aquellas con un poder de decisión más descentralizado, que permiten que los empleados dispongan de más autonomía a la hora de modificar los métodos de trabajo, tienden a crecer más, lo que les permite ser más productivas. Gozar de un mayor margen de decisión es importante para los trabajadores, porque les ayuda a adaptarse a las exigencias de sus tareas. También incentiva la implicación en la empresa por parte de los trabajadores, que se muestran más dispuestos a colaborar y a generar ideas. Si bien se puede argumentar que algunos podrían utilizar esta autonomía para reducir su nivel de esfuerzo, lo cierto es que la motivación y la creatividad que conlleva compensan con creces esta posibilidad.
Una mayor autonomía en el trabajo puede alcanzarse de varias maneras, como, por ejemplo, dejando escoger a los empleados la franja horaria de su jornada laboral, una opción que puede tener un efecto positivo sobre la productividad laboral, según varios estudios. Tanto en España como en Alemania, un 42% de las empresas señala que menos del 20% de su plantilla tiene la posibilidad de adaptar, con ciertos límites, el momento en el que empiezan o terminan su jornada. Según esta métrica, la flexibilidad horaria no parece muy elevada en ambos países, aunque tampoco está alejada del resto de países de la UE.
Además de la libertad de jornada, existen otras formas de impulsar el poder de decisión de los empleados, como permitir que elijan o cambien los métodos de trabajo. Las cifras apuntan a que esta facultad es menor para los trabajadores españoles que para los alemanes. Asimismo, los datos muestran que los jefes españoles ejercen un control más directo sobre el ritmo de trabajo de sus subordinados: un 41% frente al 24% del grupo alemán. Por otro lado, cuando los canales de transmisión de información entre superiores y empleados son buenos, es más probable que haya cooperación. En este ámbito, a las empresas españolas todavía les queda recorrido, puesto que, por ejemplo, solamente el 26% del total encuesta a sus empleados para conocer su punto de vista, frente al 51% en el caso alemán.
El trabajo en equipo también facilita una mayor participación de los empleados en la empresa. Aunque la proporción de compañías en ambos países que favorecen el trabajo en equipo es prácticamente idéntico (el 75%), el mecanismo de decisión en el desempeño de las tareas dentro de los equipos es muy dispar. En concreto, en España, un 17% de las empresas manifiestan que las decisiones se toman entre los miembros del mismo equipo (en el resto de los casos, lo hace un superior). En cambio, en Alemania, este porcentaje es significativamente mayor, del 35%.
La evidencia, por tanto, sugiere que el grado de descentralización en la toma de decisiones dentro de las empresas españolas es inferior al de las alemanas, lo que es posible que esté incidiendo negativamente sobre su productividad. Esta distinta cultura organizativa está probablemente asociada a la menor confianza que tienen los españoles en las acciones que llevan a cabo el resto de individuos, y en la correcta gestión de las instituciones.
De este resultado se desprende que, si se busca reforzar la autonomía de los trabajadores dentro de las empresas a fin de mejorar la productividad, ayudaría incrementar la confianza de la población tanto en sus semejantes como en las leyes que rigen el funcionamiento de los mercados.