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Elecciones en Escocia

Ivan Serrano Balaguer

17 de Mayo de 2016, 17:09

Las elecciones de la semana pasada en Escocia se celebraban con un año de retraso respecto al calendario previsto, para evitar la coincidencia con las generales del 2015 a nivel de todo el Reino Unido. Eran las primeras elecciones para renovar el parlamento de Holyrood tras el referéndum de 2014 sobre la independencia de Escocia, que resultó en una mayoría  favorable al mantenimiento de la Unión. Tras los resultados, Alex Salmond abandonó el liderazgo del partido y acabó presentándose como diputado a Londres. Este doble reto -la gestión de los resultados del referéndum y la salida a un segundo plano del líder que renovó el partido- planteaba la cuestión de si comportaría un desgaste político y electoral fuerte para el SNP, o si por el contrario éste sería capaz de adaptarse con éxito a la nueva etapa. Los resultados de las generales de 2015 ya señalaron que, lejos de debilitarse, el SNP obtenía un apoyo mayoritario del electorado. De hecho, no sólo resultó vencedor por primera vez en unas elecciones generales sinó que con un 50% del voto obtuvo cincuenta y seis de los cincuenta y nueve diputados en juego, debido al sistema de elección uninominal. Los resultados mostraban cómo el éxito electoral del SNP continuaba basado de manera clave en la buena valoración como partido de gestión y en unas posiciones progresistas en materia de políticas públicas, acentuadas aún más por la contraposición a las políticas económicas y sociales de los gobiernos conservadores de Londres. El techo del SNP

La evolución de las encuestas electorales habían llegado a reflejar un posible resultado por encima del cincuenta por ciento de los votos, aunque si observamos su evolución en el gráfico veremos cómo más bien señalaba una tendencia a estabilizarse. Finalmente, a nivel de circunscripción uninominal, el SNP obtuvo un 46,5% de los votos, un punto superior los resultados de 2011.

image00 A pesar del leve incremento, el partido perdió la mayoría absoluta en el parlamento debido a los resultados en las listas regionales, donde el porcentaje global del partido bajó aproximadamente dos puntos porcentuales. A la espera de resultados oficiales más detallados, ésta pérdida podría reflejar el voto dual de una parte del electorado que habría optado de manera relevante por el partido verde, los Scottish Greens. Así, la diferencia en unos cien mil votos entre el nivel de circunscripción uninominal y las circumscripciones regionales, junto con la fórmula de atribución de escaños del sistema mixto escocés (conocido como el Additional Member System), habría llevado al partido a perder la mayoría absoluta en el parlamento. A pesar de ello, los 63 diputados obtenidos por el SNP le dejan a tan sólo dos de la mayoría absoluta. Por otro lado, los Scottish Greens son un partido que apoyó la independencia en el referéndum de 2014 y comparten la posibilidad de celebrar un segundo referéndum en el caso de que el actual nivel de apoyo social evolucione al alza en un futuro. El suelo del laborismo y la emergencia de los conservadores Por otro lado, los dos principales partidos estatales, laboristas y conservadores, han obtenido resultados dispares. El laborismo ha perdido nueve puntos porcentuales en el conjunto del voto por distrito uninominal, con fracasos simbólicos como perder todos sus diputados por las circunscripciones de su histórico feudo de Glasgow, dónde sólo ha podido obtener diputados a través de la lista regional. Con estos resultados, el laborismo ha quedado relegado a la tercera posición en Escocia por detrás incluso de los conservadores, una situación difícilmente imaginable para el que había sido uno de los feudos electorales del partido a nivel estatal hasta las elecciones del 2015, donde ya se quedó tan sólo con un diputado. Para los conservadores, que han doblado su representación en el parlamento, situarse como primera fuerza de la oposición es un éxito sin precedentes que les permite capitalizar al unionismo en Escocia tal y como ya remarcó durante la campaña electoral, lo que paradójicamente podría ser un factor de polarización política que haga reemerger la cuestión de la autodeterminación escocesa. La Scottish question en el futuro inmediato Tras los resultados, hay dos factores que jugarán un papel clave en reactivar o no la reentrada en la agenda política de un nuevo referéndum. A corto plazo, la celebración el próximo junio del referéndum sobre la salida del Reino Unido de la Unión Europea. Según los últimos sondeos, tres cuartas partes del electorado escocés es partidario de permanecer en la UE, mientras que los resultados para el conjunto del estado se sitúan ajustados dentro del margen de error de las encuestas. Si llegara a imponerse el Brexit, el gobierno escocés tendría un argumento fuerte para reintroducir en la agenda la cuestión de la independencia. A más largo plazo, el pasado abril se acordó finalmente aumentar la capacidad fiscal del gobierno escocés tanto a nivel de ingresos y endeudamiento. Aunque el resultado final ha sido polémico en relación a si tanto el calendario como el alcance de la devolution están cumpliendo las promesas hechas durante la campaña del referéndum sobre la independencia, el gobierno escocés tendrá a partir del curso presupuestario del 2017 capacidad para alterar la presión fiscal del impuesto sobre la renta así como de recibir un porcentaje de otros impuestos como el IVA. También tendrá capacidad para modificar los niveles de renta a partir de los cuáles se aplican los diferentes tipos impositivos, lo cuál no tan sólo ofrecerá cierta autonomía financiera sinó que también hará que la responsabilidad en las decisiones sobre fiscalidad se trasladen a Holyrood en buena medida, lo que pondrá a prueba no sólo la capacidad financiera de Escocia sinó la capacidad de gestión de su gobierno. Faltarán análisis más pausados y seguir atentos a lo que depare el futuro, pero tal vez el referéndum de 2014 no fuera con tanta seguridad -como afirmaban partidarios y detractores de la independencia durante la campaña- un evento que tan sólo se producíria una vez en una generación.
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