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Posibles reformas del sistema electoral

Carlos Fernández Esquer

1 de Febrero de 2019, 22:16

Durante estos días estamos asistiendo a un incesante aluvión de cábalas acerca de las distintas posibilidades de acuerdo para formar Gobierno en España. Casi todas las quinielas apuntan a que es el PSOE el principal actor sobre el que pueden pivotar las diversas fórmulas aritméticamente posibles: hacia un lado, Podemos y sus confluencias, con la necesaria aquiescencia de partidos independentistas; hacia el otro, Ciudadanos y la colaboración del PP, ya sea para propiciar una gran coalición o para permitir un Gobierno en minoría de los socialistas absteniéndose en la investidura.

Una de las cuestiones que tanto Ciudadanos como Podemos intentarán poner encima de la mesa de negociaciones será la modificación del sistema electoral vigente. Ambos hacen de la reforma electoral y de la regeneración democrática una de sus principales banderas. Además, ninguno de los dos partidos (en especial Ciudadanos) salió muy bien parado con las reglas del juego existentes. Por ello, y haciendo un ejercicio de abstracción, parece interesante hacer una proyección de cuáles habrían sido los parlamentos resultantes aplicando las reformas electorales que proponen estos dos partidos. Debe subrayarse que las dos propuestas comparten la supresión de la provincia como circunscripción, lo cual, tal y como señalábamos en otro artículo en el que explorábamos las posibilidades para garantizar la igualdad del voto, necesitaría de una reforma constitucional que requeriría para su aprobación el apoyo de tres quintas partes del Congreso y del Senado.

Vaticinar cuáles habrían sido los resultados finales aplicando la propuesta de Podemos es relativamente sencillo. La formación morada propone sustituir las actuales provincias por las comunidades autónomas como circunscripciones. De esta manera, Andalucía tendría 61 escaños, a Galicia le corresponderían 23, la Comunidad Valenciana 32 y así sucesivamente. Como la propuesta no está lo suficientemente detallada, imaginaremos dos escenarios, uno en el que existe una barrera electoral del 3% a nivel autonómico, y otro en el que no existe barrera alguna.

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Pronosticar cuál sería el paisaje parlamentario a partir de la propuesta de Ciudadanos se antoja mucho más complicado. La formación naranja propone la introducción de un sistema mixto compensatorio, compuesto por dos circuitos diferenciados: un distrito único que englobaría a todos los electores del territorio nacional (como sucede en las elecciones europeas) con una barrera del 3%; y otro tramo conformado por distritos uninominales en cada uno de los cuales conseguiría el escaño el candidato más votado. Aunque se aplica en otros países, este modelo es conocido porque es el sistema electoral que utiliza Alemania en las elecciones al Bundestag. De él se suele decir que combina los mejor de los dos mundos: de un lado, la cercanía de los candidatos en los distritos uninominales que facilita la rendición de cuentas, tal y como sucede en los sistemas mayoritarios; de otro, la proporcionalidad global de los resultados, pues la composición final del parlamento depende del porcentaje de voto que recibe cada partido en el conjunto del país. Como es evidente, resulta prácticamente imposible conjeturar cuál habría sido el resultado en unos hipotéticos distritos uninominales, de los que ni siquiera conocemos su ámbito geográfico. Es necesario resaltar, pues, que nuestras proyecciones con circunscripción única omiten los distritos uninominales que incluye la reforma de Ciudadanos, en algunos de los cuales los partidos nacionalistas obtendrían presumiblemente representación. Por ello, hemos decidido realizar los cálculos como si el sistema electoral aplicado contemplase una única circunscripción nacional, tal y como sucede en los Países Bajos o Israel.

Así las cosas, debe advertirse que este tipo de simulaciones no son nada ortodoxas, pues de manera implícita asumen que votantes y fuerzas políticas habrían actuado tal y como lo hicieron el 20 de diciembre, a pesar de estar bajo unas reglas totalmente distintas. Sin embargo, y como ya advirtiese Duverger (conocido por sus famosas leyes), además de los efectos mecánicos, hay que contar con que los sistemas electorales generan también efectos psicológicos. Así pues, debemos tener presente que los comportamientos estratégicos de electores (como el voto útil) y de los partidos políticos (coaliciones electorales como las de Podemos en la Comunidad Valenciana, Cataluña y Galicia; las del PP en Asturias, Navarra y Aragón; o el PSOE en Canarias) no pueden ser introducidas en nuestras proyecciones mecánicas. Con todo, y una vez hechas las debidas cautelas, creemos que estas simulaciones tienen cierta utilidad para imaginar las posibles consecuencias de estas eventuales reformas.

Simulaciones de los resultados de las elecciones generales 2015, a partir de las propuestas de reforma de Podemos y Ciudadanos.Captura de pantalla 2016-02-03 a las 6.21.22Fuente: elaboración propia.

A la vista de los resultados, es posible extraer varias conclusiones. En todas las proyecciones, el principal partido beneficiado por el actual sistema electoral, el PP, perdería escaños (entre 19 y 4). El PSOE, el otro gran favorecido por el sistema vigente, vería reducido su número de escaños (conseguiría entre 10 y 12 diputados menos), excepto en el modelo de circunscripción única con barrera electoral del 3% que laminaría las opciones de los partidos nacionalistas.

Estas propuestas que dibujan sistemas electorales más proporcionales favorecen tanto a Podemos como Ciudadanos. La formación naranja cosecharía entre 5 y 18 escaños más de los que tiene actualmente, mientras que Podemos sumaría de 14 a 4 escaños adicionales. Sería razonable que el partido de Pablo Iglesias cambiase su "estrategia de confluencia" en un escenario de distrito único con barrera del 3%. Mención aparte merece la coalición de Unidad Popular, que obtendría una representación parlamentaria mucho más acorde al casi millón de votos recibidos, consiguiendo hasta 15 escaños. En general, la fragmentación parlamentaria aumentaría considerablemente, irrumpiendo en el parlamento pequeñas formaciones políticas.

Ahora bien, poco se habría solucionado en lo que a gobernabilidad se refiere. Lo que estas simulaciones muestran es que, si bien se incrementaría la proporcionalidad y la representación del pluralismo político, la construcción de mayorías parlamentarias estables continuaría siendo una tarea harto complicada, que debería ser resuelta mediante la negociación entre los distintos actores políticos. Lo mismo que sucede actualmente.

Aunque la reforma del sistema electoral siempre ha estado aleteando en el debate público, nunca como ahora había estado tan cerca de materializarse. Parece existir una demanda cada vez mayor para corregir la desproporcionalidad que producen nuestras reglas electorales. Sin embargo, no debe descuidarse que los sistemas electorales son instituciones que tienen que tratar de satisfacer varios objetivos, no siempre conciliables entre sí. Y uno de los más importantes en un sistema de parlamentarismo racionalizado es el de favorecer la construcción de mayorías que puedan a su vez sustentar a un gobierno que lleve adelante su programa político con un mínimo de garantías. Cualquier reforma electoral que quiera implementarse con éxito debe tener en cuenta todas estas dimensiones.

En este artículo también ha participado José Rama Caamaño, investigador en el Departamento de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Autónoma de Madrid

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